El 11 de septiembre de 1973, la televisión chilena transmitió las imágenes del Palacio de la Moneda en llamas a causa del bombardeo comandado por el General Augusto Pinochet. El suicidio del entonces presidente de ese país, Salvador Allende (1908-1973), era una noticia a la que le siguió una dictadura de casi dos décadas. Pero el líder socialista ya había protagonizado un documental antes de su muerte.

El cineasta chileno Miguel Littin estrenó la película Allende en su Laberinto en 2014, pero sobre el expresidente de su país ya había dirigido Compañero presidente en 1971, un documental sobre una discusión que el líder socialista tuvo con el filósofo francés Règis Debray.

Allende cambió algunas cosas de la cinta, le contaba Littin a EL TELÉGRAFO en 2015. Miembro de la generación de Cineastas del '68 (Gutiérrez Alea, Sanjinés, Solanas), el director estuvo al frente de la empresa Chile Films durante el gobierno que le antecedió a Pinochet. “A Allende le gustaba mucho el cine, veía muchas películas, opinábamos y participaba junto con nosotros en las proyecciones”.

La Espiral (1973), con guión de Chris Marker, es un documental que contiene la experiencia del sociólogo belga Armand Mattelart en el Chile de 1962 hasta 1973, cuando la dictadura militar lo expulsó del país. Archivos de televisión de Estados Unidos, Europa, y otros países latinoamericanos reconstruyen los sucesos del 11S, en un montaje realizado por Jacqueline Meppiel y Valerie Mayoux.

Caracas como locación y otras obras

Cuando llegó la hora de hacer Allende en su Laberinto, Littin filmó gran parte en Venezuela. Hay escenas rodadas en los exteriores del Palacio de la Moneda, pero actores, decoración, vestuario y documentos del rodaje fueron trasladados al Palacio Amarillo durante 19 días, por apoyo de ese país. Cuando fue presidenta de Chile, Michelle Bachelet autorizó que se filmara en el lugar donde ocurrieron los sucesos reales.

“Un cineasta filma donde sea necesario”, ha insistido Littin sobre la historia que narra lo que ocurrió entre las 07:00 y 14:00 del 11 de septiembre del '73. “La patria de la película es Caracas porque la patria de las películas es donde ellas se filman y donde mantienen el espíritu de lo que uno quiere contar, que está allí, acrecentado además por un valor latinoamericano”. Pero la historia es chilena.

Al menos una decena de documentales siguen la premisa de Littin: recuperar la memoria histórica de un hecho conflictivo sobre el cual la dictadura corrió un velo de censura y propaganda antisocialista. Entre esas obras están: Allende, Mi Abuelo Allende (Marcia Tambutti Allende, 2017) −contada por su nieta a través de testimonios familiares− o Nostalgia De La Luz (Patricio Guzmán, 2010) −que recoge archivos como el trabajo de Mattelart en su exilio−. (I)