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El Telégrafo
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Rommel Manosalvas: "Puedo andar con un pantalón roto pero nunca sin un libro en las manos"

Rommel Manosalvas se decanta por la novela pero siente interés por el ensayo.
Rommel Manosalvas se decanta por la novela pero siente interés por el ensayo.
Cortesía
26 de agosto de 2020 - 22:30 - Isabel Hungría

Rommel Manosalvas, arquitecto y escritor quiteño de 27 años, ganó el Segundo Mundial de Escritura. En su primera edición el jurado del Mundial estuvo conformado por la argentina Leila Guerriero, el costarricense Luis Chaves y el escritor chileno Alejandro Zambra, mientras que en esta segunda edición los integrantes del jurado fueron Javier Cercas (España), Mariana Enríquez (Argentina), y Jonathan Lethem (Estados Unidos). 

El Mundial se desarrolló entre el 1 y el 14 de julio, días en los que participaron simultáneamente 5.400 personas de 42 países. El anuncio de la obra ganadora, "Abuelita", del ecuatoriano Rommel Manosalvas, se hizo el 20 de agosto. 

Rommel perfila a la "abuelita" con estos primeros rasgos: "...desde mi habitación, en medio de sombras nudosas, la veo tragarse puñados de tierra. Mamá la encadena a los árboles, a los postes, a una varilla embebida en un dado de hormigón, como si fuese una perra. La sujeta con una cadena de eslabones gruesos con la que se envuelve en las tardes calurosas antes de quedarse dormida”.

"Abuelita", escrita con un lenguaje brutal, es una historia descarnada que engancha al lector desde su primera línea. 

Rommel, arquitecto, músico, booktuber y autor de los cuentos "Disforia" y "Grandma" (con este último ganó la segunda edición del Mundial de Escritura), conversó con diario El Telégrafo sobre el concurso, sus actividades y su pasión por la escritura. 

Un arquitecto experto en literatura. ¿Se considera arquitecto de las letras? 

Es una forma poética de decir escritor, así que sí. Creo que todos los escritores son arquitectos de historias. No hay tanta diferencia en realidad entre proyectar un edificio y escribir un libro. Ambas son actividades que se trabajan sobre el papel desde la sensibilidad. En la arquitectura es el trabajo con la materialidad, en la literatura, con las palabras. Lo que si no me considero es experto en literatura. Aún falta mucho para eso.

 

¿Es la primera vez que participa en un concurso literario? 

No, para nada. He participado en algunos desde hace tiempo. Sobre todo, he mandado textos a concursos en España, donde hay mayor oferta. Es impresionante que allá cada ayuntamiento tiene su propio concurso, lo cual denota el nivel de importancia que tiene la cultura literaria para los estamentos del gobierno. Igual que sucedió con este, independientemente de ganarlos, tenía en mente que es un gran ejercicio para escribir dentro de un plazo determinado. El que tengan una fecha límite te empuja de cierta manera a trabajar más. 

Tiene un blog llamado Club de Escritores, ¿cuándo nació su afición por la escritura? 

El blog se llama El pasaje literario. Escribo desde los trece años, y empecé escribiendo guion porque mi interés era convertirme en actor, pero fue a través de la escritura de ese guion (o algo que intentaba serlo) que me di cuenta de que disfrutaba enormemente escribiendo. Desde entonces no he dejado de hacerlo. 

Jonathan Lethem, Javier Cercas y Mariana Enríquez, los miembros del jurado que dieron por ganadora a su obra, con todo su bagaje, deben ser exquisitos lectores. ¿Qué considera que los convenció de su escritura? 

No lo sé. Cuando escribo intento ser lo más transparente con lo que quiero decir. Y eso significa cero eufemismos. No me importa que el lenguaje sea crudo. Precisamente por esa crudeza se llega mucho más fuerte al lector. Si uno lee Nefando o Sanguínea, es precisamente ese lenguaje descarnado lo que muchas veces nos hace mirar aquello que evitamos ver. Que ignoramos a propósito porque nos hiere. Quizá se deba a eso.

El Segundo Mundial de Escritura, concurso en el que acaba de ganar, tiene una modalidad totalmente distinta, podría ser una suerte de yincana literaria. En esta edición participaron 14 días consecutivos 5.400 personas de 42 países. Usted es la prueba de que se puede escribir, y hacerlo bien, sin el sosiego que requiere un escritor. ¿Cómo llegó al concurso y qué expectativas tenía? 

Llegué por un tweet de Eduardo Varas Carvajal en el que hablaba del Mundial. La única expectativa que tenía era que se convirtiera en una suerte de entrenamiento escritural. No me esperaba quedar entre los finalistas, menos todavía ganar el certamen. En todo caso, lo del entrenamiento se cumplió. No paré de escribir durante 14 días seguidos. Para mí eso ya es un triunfo en sí mismo porque es bastante fácil rendirse, sobre todo si los ejercicios propuestos son temas por los que no sientes un especial interés.

"Abuelita", su obra, es una pieza narrativa que engancha desde el primer párrafo, incluso a las personas que no tienen afinidad con la literatura, por su irreverencia y sordidez. ¿Cómo perfila al personaje? ¿Se inspiró en alguien? 

El personaje de la abuela surge de mi observación del cuerpo decadente, del cuerpo enfermo, y la forma en que este incide no solo en el observador, sino en los espacios. Por eso el personaje llega a ser tan grotesco. Hace un tiempo leí sobre una mujer con esquizofrenia a quien mantenían encerrada en un cuarto y se comía sus propias heces. O el caso de una abuela que mordía a su nieto cuando este intentaba bañarla. Es decir, este tipo de cosas pasan. En mi familia ha habido casos también importantes de demencia o de enajenación. En definitiva, no me inspiré en alguien en concreto, sino en mi observación de estas cosas.

El capitalismo ha dejado al margen a los abuelos, de ahí que sean ignorados incluso en el ámbito literario. ¿Podría decirse que la abuelita de su obra es prima hermana de la abuela desalmada de Eréndira?

Podría parecer, pero no creo que sean iguales. La abuela de Eréndira es malvada de forma consciente con el fin de establecer un contraste con el personaje de su nieta. El cuento de García Márquez es un tanto maniqueo, donde la abuela es la personificación de lo perverso, mientras que la joven actúa como contrapunto. La abuela de mi historia es espeluznante, sí, pero su oscuridad surge de la degradación tanto de su cuerpo como de su mente. Es algo que no puede controlar, porque surge de la corrupción de su carne.

Ensayo, novela, cuentos o poesía, ¿por cuál se decanta?

Novela. Es lo que más leo. Los cuentos me cuestan un poco. Leer relatos cortos es entrar y salir de escenarios y personajes continuamente sin tener la oportunidad de familiarizarte del todo con ellos. Ensayo estoy comenzando a leer un poco más, desde que, en febrero, tuve la suerte de asistir a un taller con Daniela Alcívar, que me abrió mucho más el interés por el género. Poesía es lo que menos consumo. 

 

También es booktuber, ¿qué lo motivó a ser uno de ellos? 

Encontrar a personas tan obsesionadas con los libros como yo. Y cuando hablo de obsesión, lo digo en serio. En Booktube he encontrado a gente que lee en cantidades impresionantes. De ochenta a cien libros al año. Gente que en lo único que se gasta el dinero es en comprar libros. Y lo mismo me pasa a mí. Puedo andar con el pantalón roto, pero siempre con un libro en la mano. Es imprescindible.

 

¿Conoce a otros booktuber de Ecuador y a quién admira en este ámbito más allá de su nacionalidad? 

Claro, a varios. Muchos son amigos muy queridos. Está Eri Guevara, que se enfoca más en lo juvenil; Liz Moreno, de Loja, que también es gestora cultural y sabe bastante sobre literatura ecuatoriana. En Bookstagram (que es algo parecido a Booktube, pero en Instagram) está "El Lector Semiótico", que hace entrevistas a autores nacionales. Conozco a gente de México, España, Argentina y admiro a todos por su trabajo y compromiso con la difusión de la literatura. 

"A aquellas personas que deseen dedicarse a la literatura, no desfallezcan. La escritura es una lucha constante, no solamente con el entorno sino con uno mismo, con nuestros miedos e inseguridades. Asegúrense de utilizar todo aquello de lo que disponen a su favor. Y lean. Lean lo más que puedan". 

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