Roger Ebert: el termómetro del cine
“Gladiador” (2000), dirigida por Ridley Scott, muestra escenas del circo en que Joaquin Phoenix, en su papel del ya emperador Cómodo, ordena que a Máximo (Russell Crowe) se le perdone la vida mostrando un pulgar hacia arriba. Es un error histórico que a Roger Ebert no se le escapó.
“Cómodo no había prestado atención en la escuela de Césares, ya que en ese tiempo, la costumbre en el coliseo era de recoger el pulgar en un puño, en señal de vida; el pulgar extendido significaba la muerte. Afortunadamente, nadie más en el coliseo sabía eso”, escribió Ebert el 5 de mayo de 2000, en su columna de The Chicago Sun-Times, que escribía desde 1967.
La columna de Ebert, fallecido el jueves por un cáncer de tiroides, era capaz de hundir o catapultar una película. Fue uno de los críticos de cine estadounidenses más famosos -si es que no era el más-: si bien trabajó durante 46 años para The Chicago Sun-Times, sus reseñas llegaron a ser publicadas en más de 200 diarios en Estados Unidos.
Gracias a sus reseñas, en las que ejercía una presión que le ganó terreno a la censura, en 1975 se convirtió en el primer -y sigue siendo el único- crítico de cine en ganar el premio Pulitzer, que otorga la Universidad de Columbia.
Poco después del premio, Ebert alcanzó una fama masiva por un espacio televisivo que compartía con su colega Gene Siskel, crítico de un diario de la competencia: el Chicago Tribune. Ambos popularizaron la expresión “Two thumbs up” (dos pulgares arriba), cuando consideraban que la película era buena. Las películas que eran mejor dejar pasar, recibían los dos pulgares abajo.
Su blog, que recopilaba los textos despiadados y mordaces cuando una película no le gustaba, y de una desmedida pasión cuando sí, ganó en 2010 el Webby, premio que es considerado como el Óscar de Internet.
En 2005, obtuvo otra primera vez para un crítico de cine: Una de las estrellas del Paseo de la Fama de Hollywood lleva su nombre.
Publicó 17 libros, entre esos, uno que hablaba de una especie de patente suya, en 2007: “Roger Ebert’s four stars”. Las cuatro estrellas eran el tope de la escala de calificación de este crítico que no tuvo empacho en arremeter contra películas que fueron muy celebradas por la crítica.
Entre esas se encuentran “La naranja mecánica” (Stanley Kubrick) y “Terciopelo Azul” (David Lynch), con Isabella Rossellini y Dennis Hopper, de la que Ebert llegó a decir: “Es frustrante que el director no esté dispuesto a seguir adelante con las consecuencias de sus ideas. Es la misma sensación que cuando te dan una noticia horrible y luego te dicen ‘olvida lo que dije’”.
Le diagnosticaron en 2002 cáncer de tiroides, que padeció durante poco menos de 11 años. Las operaciones a las que se sometió para lidiar con la enfermedad terminaron por quitarle el habla y la capacidad de comer. La expresión de Ebert quedó reducida a sus reseñas.
Esta misma semana, Ebert hizo un anuncio que podía sonar como augurio. En un post publicado el martes en su blog, indicaba que en adelante ya no haría reseñas con la misma frecuencia.
“Ahora podré hacer algo que siempre quise: reseñar solo las películas que quiero reseñar”, ponía en rogerebert.suntimes.com el crítico, cuyo filme favorito era “Ciudadano Kane” (Orson Welles), y a “Bonny & Clyde” (Arthur Penn) la llamó “la película definitiva de los 60”, en una de sus primeras reseñas, en 1967.
A Siskel -muerto en 1999 también a causa de un cáncer- se le une ahora Ebert, completando así ese gesto de los dos pulgares arriba que los romanos -los de verdad- entendían como señal de muerte en el coliseo. Ebert, sin embargo, es de esos pulgares occidentales que bien quieren decir que es mejor no dejar pasar.