Robos sacrílegos afectan patrimonio cultural de Perú
Víctima tradicional del saqueo de piezas arqueológicas, Perú afronta el reto de salvaguardar su legado patrimonial religioso ante el aumento de los robos en iglesias y santuarios.
Desde tiempos inmemoriales, este país es víctima de saqueos en sus extensos y numerosos yacimientos arqueológicos, por ahora más de 12.300, e históricamente han sido sus antiguos sepulcros o “huacas” los espacios más depredados, a menudo por los propios lugareños.
Pero la nación experimenta desde hace unos años una nueva tendencia en los robos de sus bienes culturales: los ladrones irrumpen cada vez más en los santuarios, según arqueólogos y la propia Iglesia católica.
“La ola de robos sacrílegos va en aumento y me atrevería a decir que es un dolor de cabeza permanente de la Iglesia”, afirmó Cayetano Villavicencio, ex secretario de la Comisión para los Bienes Culturales de la Iglesia católica y colaborador en un museo de arte del Episcopado.
El año pasado, según cifras oficiales, en Perú hubo 1.000 robos de bienes culturales y el 93% (932 objetos) fueron sustraídos de capillas, templos o santuarios.
Mientras algunos arqueólogos atribuyen el incremento de hurtos sacrílegos a una pérdida de religiosidad en el país, los círculos eclesiásticos los vinculan con el despecho de sus enemigos o la búsqueda de beneficios económicos.
La platería y especialmente los candelabros son los más buscados, porque estas piezas, extraídas casi siempre de lugares recónditos y carentes de vigilancia, seducen a los ladrones por sus materiales que funden para luego venderlos en bruto en los mercados.
Son objetos a menudo de poco valor artístico, pero de gran carga histórica para Perú, explica Blanca Alva, directora del área de fiscalización y control de bienes culturales del Ministerio de Cultura.
Un reciente caso que mantuvo en vilo a los peruanos fue el robo de una cruz en la localidad de Motupe, en la costa norte, antes de la fiesta patronal y que apareció días después partida en cinco trozos y despojada de sus 20 kilogramos de oro y plata. “Hoy existe una banda organizada que ha peinado el país, sobre todo los espacios rurales, y está saqueando el patrimonio y espacios religiosos”, dijo Luis Repetto, presidente de Consejo Internacional de Museos.
Los delincuentes no necesitan de la última tecnología para lograr sus objetivos y tan sólo utilizan rudimentarias navajas, porque no hay vigilantes.