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Rivera y Rockefeller Jr. se enfrentaron por un mural

Rivera y Rockefeller Jr. se enfrentaron por un mural
06 de diciembre de 2013 - 00:00

Una editorial mexicana presentó en la Feria del Libro de Guadalajara (FIL) la “batalla pictórica” que se desató en torno al mural que John D. Rockefeller Jr. contrató con el pintor mexicano Diego Rivera en 1932 y fue destruido por la intención del artista de incluir a Lenin.

“Es un libro que desvela los intríngulis de una historia que conmocionó al mundo porque destruir un mural de Rivera es un desplante de poder”, explicó la directora de Trilce Ediciones, Déborah Holtz.

Aquel trance histórico, recreado ahora en El hombre en la encrucijada. El mural de Diego Rivera en el Centro Rockefeller, toma como base bocetos originales encontrados en el Museo Anahuacalli de México DF, la que fuera casa del artista.

El libro presenta reproducciones de los esbozos originales pero también otros documentos como “el primer papelito donde Diego pinta el primer boceto a lápiz con los numeritos de lo que le iba a cobrar a Rockefeller”, a la postre 21.000 dólares, una fortuna en aquel tiempo.

El mural encargado por Rockefeller Jr. se iba a instalar en el Radio City Music Hall, “uno de los edificios más emblemáticos de Nueva York”, pero quedó malogrado. Rivera quería elaborar el mural en el Rockefeller y contrata a un agente que le facilitara el contrato que consiguió.

“Avanzado en el mural Diego decide pintar la figura de Lenin en la parte derecha” y cuando Rockefeller conoce sus planes le dice que no puede permitírselo porque la obra estaría en “el centro más visible del capitalismo”, que no podía albergar “una loa a Lenin”, señaló la editora.

Rivera contestó: “prefiero estar muerto que mutilar mi obra pero le propongo una salida ecuménica: ¿por qué no pintamos del otro lado a alguna especie de héroe para Estados Unidos y el mundo capitalista como puede ser Abraham Lincoln?”, según se puede leer en el libro.

Al final el magnate se negó. Le pagó a Rivera y destruyó el mural.

La historiadora Susana Pliego Quijano cuenta las circunstancias que los rodearon en este libro con una tirada de 2.000 ejemplares (mitad en inglés y mitad en español).

Una vez destruido, Diego hizo una réplica del mural, en un tamaño menor, en el Palacio de Bellas Artes (Ciudad de México).

Holtz recordó que Rivera “no perdió la oportunidad de hacer propaganda” en favor de sus ideas izquierdistas, por lo que considera que Rockefeller fue ‘víctima’ de una provocación “mitigada” del artista.

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