"Retraté a Papá Roncón con arcilla etnográfica"

La luminosidad de 13 mujeres negras fue recreada por la artista suizo ecuatoriana Alice Trepp, con pinturas acrílicas, óleos y pigmentos que usó en la coloración de su obra, cuya mayor referencia es la estética del pueblo chotense, ubicado entre las provincias de Imbabura y Carchi. Tres de esas piezas-historias llegaron a Guayaquil y, según el curador de la exposición, Patricio Estévez, suscitaron una discusión entre los espectadores que tenía que ver con el origen étnico y geográfico de las mujeres representadas.

¿Qué reacciones le llamaron la atención después del montaje?

Patricio: Hubo una importante presencia de afrodescendientes que están como invisibles en la urbe pese a que Guayaquil es la ciudad que tiene el mayor número de pobladores negros. La primera pieza que pusimos estuvo en el ingreso -del Museo Nahim Isaías- y empezó una conversación sobre si la persona representada era de El Juncal, de Esmeraldas o guayaquileña. Eso enriquece la discusión de la identidad, no de los afrodescendientes ni de la gente del Chota, sino sobre las nacionalidades ecuatorianas y latinoamericanas, incluso.

En cuanto a las historias de las retratadas, ¿cuáles son las que más recuerda como artista?

Alice: Tuve una relación muy cercana a ellas, esa relación sigue, por lo cual recuerdo a cada una. Ese trabajo fue muy importante para mí. La investigación incluyó muchos días de viajes al Valle del Chota. Conocí a las personas en el mercado y los trabajos que ellas hacen para sobrevivir, uno que requiere mucho tiempo y constancia, como el de recrearlas.

Ellas se vieron retratadas en la Casa de la Cultura de El Juncal y en el Parque Urbano Cumandá de Quito, donde Marisol Cárdenas también trabajó en la curaduría. ¿De qué manera lo asimilaron?

Alice: Se sienten agradecidas porque, dicen, al fin alguien las toma en cuenta, haciéndoles una escultura. No sé por qué muy poca gente se ha dedicado a esto. Yo podría hacer muchas esculturas porque cada vez viene más gente a pedirme que ‘las pinte’, que las represente. También he dado talleres a niños para que pinten e incursionen en la arcilla. Ellos hicieron retratos de sus abuelitas y mamás y de ello surgió la exposición ‘Otras Miradas’.

Al menos desde la Sierra se puede decir que las imágenes son representativas de un sitio en particular. ¿En la búsqueda de los personajes se intentó que sean imágenes icónicas?

Alice: No. Yo iba, por ejemplo, a San Roque y la señora que vende hortalizas era suficiente, siempre fue positivo el contacto que tuve con la gente, no lo busqué.

¿Qué hay detrás de sus cargas?

Alice: Quiero contar la historia que ellas llevan en sus espaldas, el rol de la mujer y lo duro que este puede ser: hay poco trabajo, los hombres suelen irse a buscarlo en las ciudades y las mujeres tienen que defender su diario vivir solas, con sus hijos a cuestas.
Patricio: Se trata de poblaciones relativamente pequeñas, eso hace que haya íconos. Tenemos la escultura de doña Zoila Espinosa, por ejemplo, que baila a sus 80 años y es reconocida por el pueblo. No buscamos a la promujer para hacerla representante y ponerla en un busto que termine en el andén de la localidad. No es esa visión del culto a la personalidad sino que consiste en recoger la riqueza de la gente común, en su cotidianidad, que encarne las condiciones de vida de esta gente.

¿Sus personajes participan en su proceso de representación?

Alice: Generalmente trato de hacerlas como las veo, con la ropa que suelen llevar, pero, a veces, les pregunto cómo quisieran lucir. Y, una vez, una señora me dijo que había comprado un par de zapatos para la escultura final, más a la moda. Siempre están bien vestidas.

¿Qué otras figuras esculpirá?

Alice: Estoy con Las Tres Marías (de Chalguayacu) y el esmeraldeño Papá Roncón, con quien trabajé en Borbón, donde me sumergí en la vida de su pueblo, donde hice, incluso, un video en que lo enfoca más allá de la marimba. (I)