Un relato cinematográfico revive en 1929
Una memoria visual que se creía perdida en el cine ecuatoriano nos acerca a Guayaquil desde su insignia natural, el río. También se ve el paso de las personas que habitan la ciudad, sus saludos y la forma en que se esquivan en un gran mercado.
Hace 90 años, el fotógrafo y artista ibarreño, Carlos Endara Andrade (1865 - 1954), registró una ciudad que los cinéfilos locales consideraban perdida.
La pieza audiovisual, que el Museo Municipal de Guayaquil ha puesto en exhibición, fue donada por el panameño Mario Lewis.
El archivo fue recuperado y restaurado por el personal de la Universidad Andina Simón Bolívar y el Colegio de América, sede Latinoamérica, y reúne el viaje que realizó Endara a Ecuador, en 1929.
Según las investigaciones realizadas y expuestas por el Museo, cuando Endara hizo este trabajo estaba de visita en Ecuador, luego de haberse instalado en Panamá, donde ejecutó parte de la construcción del canal para luego dedicarse a la fotografía y radicarse en el país centroamericano junto a su familia.
Su producción coincide con Nanuk, el esquimal, un documental estadounidense con elementos de drama que dirigió Robert Flaherty en una comunidad de Estados Unidos, aparecido en 1922.
En 1929, en Rusia, Dziga Vértov proyecta El hombre de la cámara, en el que se empieza a trabajar la idea del montaje.
En esos años Carlos Endara Andrade regresa a su país y retrata a Guayaquil, su recorrido en ferrocarril, su vista a los volcanes importantes del tramo hacia Quito.
En Ecuador Isidro Ayora gobernaba. Aparece en su registro parado en las gradas durante un desfile militar en la capital.
Endara captaba detalles en su paso, que luego de 90 años se pueden apreciar con una recopilación dividida en tres partes: el recorrido por Guayaquil, el tramo hacia las montañas por su viaje en el ferrocarril y su última estadía en la capital. El tramo en el que Endara viaja a Ibarra no logró recuperarse.
En las ciudades se pueden observar cómo era la sociedad ecuatoriana de inicios del siglo XX y la influencia que tenía este director al registrar este movimiento citadino.
La película llamada De Guayaquil a Quito: Ecuador, 1929, tiene una duración de más de una hora, de los cuales cuarenta minutos están dedicados a los detalles de la vida guayaquileña.
En esos minutos se perfila a una ciudad que se muestra activa y abierta. La avenida 9 de Octubre está arborizada con locales que atienden junto a sus sillas y mesas en la vereda.
Algunas personas cruzan las calles, otros están sentados en lo que parecería una cafetería, mientras pocos autos de la época transitan.
Brilla el estilo de los guayaquileños con sus sombreros redondos, no tan altos, junto a las mujeres con sus vestidos largos y las idas y vueltas del tranvía urbano.
Este ritmo se luce junto al río Guayas. Se aprecia un malecón abierto. Los edificios que se instalan frente al actual Simón Bolívar tienen una misma línea arquitectónica: cuadrados con ventanas de chazas y soportales.
Se ve el arribo de barcos y queda en evidencia la intensa actividad comercial. El trabajo de la gente queda retratado, al igual que su paso por el mercado central.
Uno de los aspectos que se destaca son los domingos de misa, en los que la gente usaba su mejor traje, sombreros altos, para los hombres, redondos para las mujeres; trajes y vestidos para usar el transporte público (foto).
Hay una plaza que se intenta identificar, así como la salida de una misa que aparentemente es la catedral antigua. Era un lugar donde los guayaquileños lucían el mejor estilo que podrían tener entre sus adquisiciones.
Varias secuencias muestran el trajín que podía formar el comercio de cangrejos, con varios canastos de alimentos y los niños que juegan y comercian en la calle.
Pero el registro que admira a esta ciudad es el recuerdo del fantasma que se cuenta en otras generaciones: Aquí se podía bañar en el estero. Endara capta algunos lanzamientos de jóvenes en este espacio llamado American Park. Al pie del estero Salado. Ahí se los ve. Se bañan y juegan en un sitio limpio.
En los siguientes minutos, el viajero muestra los paisajes de montañas y volcanes donde tenía el paso el ferrocarril. Se puede observar el hielo del Chimborazo y tal vez un lejano Altar. Se centró en algunos paisajes y sitios donde se detuvo.
Mientras en la capital, las visitas a las fábricas, medios, bancos y reuniones muestran a una ciudad que crece. Se enfoca en su plaza grande y también visitas que llegan a la ciudad y que permiten ver cómo sus ciudadanos se reúnen a su paso.
Las funciones de este filme se inauguraron en Guayaquil el pasado 26 de septiembre y se tiene previsto su presentación en el Museo Municipal hasta el 4 de octubre en dos funciones: 11:00 y 15:00.
La proyección del filme mudo está acompañada de música en vivo, con un conjunto que no está a la vista del público, pero que manipula el sonido tras escenario.
Además hay una exposición de fotografías de Endara de manera paralela. Esta estará disponible hasta el próximo 12 de octubre. (I)