Recorriendo la ciudad en busca del sonido del rock underground
Hay bandas de rock que todavía no se incluyen en los circuitos de la zona rosa guayaquileña, léase que aún no llegan a ese centro de la movida del Guayaquil nocturno, donde Diva Nicotina oficia, precisamente, como la diva de las barras. Kristian Fabre -o Rey Camarón, que es lo mismo- está dispuesto a propiciar los contactos. “No solo te la echo sino que te acompaño”, dice el Rey, entusiasmadísimo, “haremos un recorrido “antropológico” por los sitios donde ensayan las bandas más subterráneas que te puedas imaginar”.
Y en busca de la primera, tomamos en el malecón el colectivo que sigue hacia el norte, por el rumbo de la universidad Laica, que es por donde “Pancho Jaime vive carajo” tiene su cuartel general. Cuando llegamos, la banda hace rato que ha empezado su tocada.
Se escucha un sonido, con mucha furia y contundencia, mezcla de hardcore y punk, que, sin embargo, suena coordinado. Las letras de las canciones aluden a varios personajes: “Bigotón lfc” (en clara alusión a León Febres Cordero), “Santiago y Andrés” (para los hermanos Restrepo). ¿Como así el nombre?, se les pregunta... pues en honor a Pancho Jaime y a Alfaro vive carajo, contestan... Vaya mezcla.
No “tienen” nombres. Solo se identifican como Diablo en la batería y voz; Hardcore, en la guitarra; y , en el bajo, Saushit.
El día avanza y nosotros avanzamos hacia el norte, a La Garzota, en busca de la segunda banda sumergida, como dice el Rey.
Aquí está “Xmxnte Secreto”, estos no putean, no gritan, ellos solo... aman. Su nombre significa algo así como Amante secreto. ¿Será que si Chayanne decide hacer canciones de amor, pero esta vez en estilo rock, sonará como ellos?”, se pregunta Kristian
En vivo suenan muy melódicos, muy rosas, pero con guitarras fuertes... Quizás eso los salva... Me cuentan que hacen un estilo rock-pop y para niñas lindas. Y ¿las feas qué? les pregunto... a ellas, si las hay, les dejamos a “Pancho Jaime vive carajo”, responden.
Estos sí tienen nombres. Jorge, Andy, Víctor y Alberto son sus señas, cristianas y ciudadanas. Dicen, además, que componen sus canciones con base en sus experiencias sentimentales... “¡oh pobrecitos!, quizás sea una forma de catarsis”, ironiza en mi oído el Rey.
Casi es la noche, regresamos al centro, al sector de la zona rosa, por donde tiene su sitio de ensayo la última banda que visitaremos hoy.
Se llama “Cogito”, sí leyeron bien, el nombre es un homenaje al racionalismo, según sus integrantes.
Su música tiene influencia del grunge y también del hardcore, con un sonido distorsionado y muy, muy fuerte, y las letras cuestionan comportamientos que, según ellos, llevan a la enajenación. El resultado es interesante.
Esta banda la conforman Rubén, en la voz; Andrés, en la batería; Tatis, en guitarra y voz; Ángel, en el bajo; y X40, en la guitarra.
Salimos y le digo a Kristian que vayamos hasta el malecón para mirar el “momento mágico”, íntimamente guayaquileño, en que el sol se esconde detrás del agua. “Tengo hambre, te invito a comer”, es la respuesta del Rey, que a estas alturas se ve un tanto cansado y, sin embargo, no duda en ofrecerse para continuar, cualquier otro día, con la investigación “antropológica” de la música urbana porteña.