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El Telégrafo
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Raúl Vallejo, miembro de la Academia de la Lengua

Raúl Vallejo, miembro de la Academia de la Lengua
02 de diciembre de 2011 - 00:00

La ceremonia fue sencilla para escuchar a un escritor disertar sobre José Joaquín de Olmedo, con tanto rigor académico. Eso aumenta el espíritu y aleja ese mercantilismo en el que han convertido ciertos actos culturales los intereses comerciales y hasta los políticos

Mientras que Raúl Vallejo hablaba sobre el “Primer Cantautor de la Patria”, refiriendo todo el complejo e intrincado poema Canto a Bolívar, no muy lejos del Centro Cultural Benjamín Carrión, muchos medios de comunicación y connotados opositores del actual Gobierno acompañaban al secretario ejecutivo de la Aedep, quien lanzaba una recopilación de sus editoriales, en uno de los hoteles   cinco estrellas de la capital. Y Vallejo se lució: mostró todo el rigor de su pensamiento y la prosa de su escritura.

Con esa disertación, Vallejo se incorporó como miembro correspondiente de la Academia de Lengua, de Ecuador (“la segunda fundada en América Latina, como se encargó de subrayar tres veces su presidente, Jorge Salvador Lara).
De entrada sorprendió a todos cómo Olmedo, tras ser un enorme e inteligente admirador del Libertador, escribe, dos años antes de morir, un texto en el que degrada a Bolívar, lo coloca en un lugar político distinto al que provocó e inspiró el gran poema, valorado por muchos como uno de los mejores escritos en el siglo XIX.

Durante su disertación, el ex ministro de Educación de tres gobiernos, y actual embajador en Bogotá, tuvo momentos de ensoñación al transcribir oralmente las cartas entre Bolívar y Olmedo y cómo ellos “gozaron” del poema épico cuando estaba por hacerse, durante su redacción y posterior publicación, allá por el año 1825. En sus ojos se observaba la emoción de trasladar a un público atento y cordial una de sus reflexiones recurrentes: el oficio de escribir en medio de los trajines de la gestión  pública.

De hecho, debe haber pensado Vallejo muchas veces en sí mismo cuando habrá leído las cartas de dos estadistas y al mismo tiempo intelectuales de una época convulsa, compleja, pero no violenta, si la comparamos con la presente, a pesar de las luchas y tensiones de la etapa emancipadora del Ecuador.

La ceremonia terminó cuando  Vallejo lucía una bella medalla en el pecho, convertido en un “viejo sabio” de las letras ecuatorianas.

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