¿Qué tipos de relatos quedan de Villa Epecuén?

“De casualidad -cuenta Josefina Licitra- estaba haciendo un perfil para la revista Orsai sobre el arquitecto llamado Francisco Salamone (1897-1959) quien fue muy insólito para la provincia de Buenos Aires en la década del 30: hacía una obra extraordinaria, unos cementerios futuristas como los de la película de Fritz Lang (Metrópolis, 1927).

Lo habían contratado por un arreglo un poco turbio de licitación con el gobierno provincial de ese momento y el tipo llenó de grandes construcciones a pueblos muy chiquitos, yo hice un recorrido por estos portales de cementerio descomunales, mataderos y municipios increíbles... Buscando eso, vi que había un matadero que estaba en Epecuén, no sabía más que eso.

Llegué a Adolfo Alsina que es el Municipio dentro del que está el pueblito y pedí que me llevaran. Ahí, el intendente me empezó a hablar de lo que pasó, una tragedia de la que están resurgiendo y recién ahí me mostraron las ruinas, eso fue un shock. Empecé a preguntar y nadie sabía, por lo menos de mi entorno, que eso hubiera pasado, después vi que había unos trabajos visuales. Como el lugar es muy impactante hubo fotógrafos que hicieron ensayos fotográficos ahí; una película de Pino Solanas (El viaje, 1992) tiene un tramo que transcurre en Epecuén durante la inundación; hay una banda de la ciudad de La Plata que se llama Él Mató a un policía motorizado que hizo un video ahí; una de las pocas entrevistas que dio el Indio Solari (el músico líder de los Redonditos de Ricota) tuvo ahí su foto de apertura, con los árboles quemados (por las sales del agua del lago) de fondo...

Hubo cierto registro desde lo visual porque el lugar es pintoresco, escandalosamente descompuesto, pero nadie había preguntado dónde estaba la gente que vivió ahí, que es algo muy impresionante porque estaba muy cerca, a ocho kilómetros, así que me puse a hacer esa reconstrucción de la historia y escribí El Agua mala. Crónica de Epecuén y las casas inundadas (Aguilar, 2014)’’. (I)