Productores de teatro en Guayaquil comparten sus proyectos para 2019
El alto consumo de teatro en Guayaquil, este año, ha provocado la apertura de más espacios escénicos que siguen fomentando el desarrollo de esta actividad en auge.
Arlequín, Vilaró, Pop Up en Guayarte, Teatro Toledo o La Casa de los Títeres son los nuevos locales abiertos desde mediados de 2018 hasta la fecha, y se han incorporado a la gama ya existente de salas donde se presentan obras, en su mayoría, de microteatro.
En palabras de reconocidos directores teatrales, la desventaja es que productores sin visión se estarían aprovechando de esta racha perjudicando al gremio. Por ello, el anhelo de los artistas se asienta en políticas que regulen dicha situación, el fomento del estudio de artes escénicas y la creación de festivales de teatro que son escasos en la ciudad.
Los ecuatorianos Ricardo Velasteguí y Jorge Toledo, el argentino Víctor Acebedo y la mexicana Ítzel Cuevas compartieron con EL TELÉGRAFO algunas sugerencias al respecto para que este arte evolucione en la ciudad.
“Aunque suene a protesta de actor, realmente todos luchamos por lo mismo: tener apoyo por parte de empresas públicas y privadas para incentivar un poco la cultura y el arte en todo aspecto”, dice Velasteguí, que en noviembre inauguró Pop Up en Guayarte.
Uno de sus propósitos es diversificar los géneros en sus locales y experimentar obras que no sean solo de comedia. También proyecta abrir una sala grande de su franquicia y montar una obra en formato de teatro largo.
Como una particular petición, sugiere al Ministerio de Cultura colaborar con el fomento de festivales de teatro internacional, “donde traigan gente de afuera y podamos hacer como un mundial de fútbol, pero a nivel teatral”.
En cambio, Ítzel Cuevas plantea que a los alumnos de las escuelas, facultades y laboratorios de teatro se los invite a consumir teatro en todas sus formas.
“Sería bueno que los estudiantes que se forman como actores, dramaturgos o directores vean o consuman teatro porque esto ayuda a fomentar el criterio”, aconseja esta artista independiente que participó en la versión teatral de Rabia, de Sebastián Cordero.
En cuanto a políticas culturales, al igual que Velasteguí, solicita más apoyo, tanto para la creación de festivales como para teatros grandes, estos últimos que no contemplen tantas trabas en los requisitos de presentación.
“Me gustaría que haya temporadas de 2 a 10 meses y que el público pueda llenar cada función”, expresó esta tallerista de Los Cedros.
La actriz adelantó que entre sus proyectos de 2019, de enero a marzo, volverá a actuar en la reposición de Rabia que se presentará en Quito, con ciertas modificaciones escenográficas y adición de intérpretes.
Respecto al descontento en relación a las nuevas producciones habló Jorge Toledo, propietario del estrenado Teatro Toledo.
“Creo que una obra no puede dejar de tener la base fundamental, que es un buen guion, libreto y dirección. Hay que cuidar mucho esto para que este movimiento cultural siga avanzando y no se trunque nada”, expresa este recordado productor de Ni en vivo ni en directo.
Cuenta que uno de los proyectos que arrancará el próximo año es el convenio que adquirió con el teatro Arlequín, de Oswaldo Segura y Tati Interllige, con el que intercambiará obras que estarán en cartelera de ambos locales.
En forma paralela, Víctor Acebedo, director de Ubríaco, planea en su agenda 12 obras, una al mes, y una gira internacional con la puesta en escena de Helados, de Sacha Barrera, que presentó en noviembre, en Estudio Paulsen.
“Vamos a viajar mucho por el país este año debido a que las salas están copadas y en vez de gastarme $ 900 en pagar una sala, lo que haremos será invertirlo en hacer teatro donde no lo haya”, adelantó el intérprete dramático.
Cuenta que Helados le dejó buenas enseñanzas porque fue la materialización de sus anhelos, desencuentros de vida, de su separación y reencuentro con su esposo.
A diferencia de sus colegas, no sugirió cambios porque considera que el gremio teatral, como tal, no existe. “La gente está prostituida por dinero (...), pero cada vez atomizamos más la producción porque no hay eso de la militancia, ojalá paren la máquina de porquerías porque ya está como hartante”, reclamó el actor. (I)