Productores de audiovisual y de sonido no se entienden
De entrada creo que seguimos en la línea empírica. Hasta cierto punto se debe al divorcio completo entre la producción del audiovisual y los productores musicales, los mismos que en nuestro medio fungen mayoritariamente como managers de artistas o bandas con una preparación muy deficiente tanto en lo técnico como en lo filosófico de la música.
Creo que la separación entre productores de audiovisuales y productores de música también se debe a que estos últimos se encasillan en música "comercial", dejando de lado la experimentación de géneros musicales no comerciales, con poca audacia en la instrumentación y lenguaje musical que permita tener una obra de arte con pensamientos y conceptos propios.
A pesar de que el mundo del audiovisual es bastante amplio y en nuestro medio tiene un repunte importante, no es menos cierto que los recursos económicos de estas producciones dejan poco para dedicar esfuerzos, contingente y materia gris, en la producción de sonido y música, habida cuenta que, como dice la ley del mercado, habiendo demanda se impulsaría la oferta.
También es válido reflexionar lo siguiente: Los referentes de audiovisuales y películas enlatadas que nos llegan tienen un pésimo tratamiento conceptual de sus bandas sonoras y soundtrack, limitándose a la función incidental de la música y a la exacerbación del "FX Track", o sea de los efectos de sonidos más que de la composición musical en sí.
Ello conlleva a desarrollar productores de sonido especializados en efectos (creados sintética o analógicamente) y dedicados exclusivamente a la técnica del sonido, muy divorciados del concepto filosófico del arte y la magia del sonido y la música.
Por último, creo que no se trata únicamente de mallas curriculares de los institutos, creo que hay una deficiencia en el sistema educativo general que privilegia la técnica y las tecnologías que no conocemos, que no controlamos, que no forman parte de nuestros desarrollos endógenos y destierra el desarrollo de tecnologías apropiadas basadas en nuestros modelos culturales, nuestras cosmogonías, nuestras concepciones de arte, nuestro "ritmo ambulatorio", al que llamamos música, y por último... nuestro sonido, que debería ser... el sonido de la vida en esta parte del planeta.