Un comité de jurados integrado por Livia Benedetti (PIVÔ - Brasil), Eduardo Carrera (No Lugar) y Belén Santillán (Centro de Arte Contemporáneo) entregó el 14 de enero el Premio Brasil 2015 dedicado al reconocimiento de artistas emergentes. En la segunda edición de este certamen, la ganadora del Premio Adquisición fue María Gabriela Chérrez (Guayaquil, 1981), por su obra Las no completamente buenas; y el Premio Residencia fue para Álex Martínez (Guayaquil), por Una silla y la Luna.

El trabajo de estos dos artistas guayaquileños, a pesar de contar con una formación similar (en el Instituto Superior Tecnológico del Ecuador -ITAE), representa el registro de dos tiempos: las diferencias van desde los soportes hasta las preocupaciones temáticas.

María Gabriela Chérrez y su relación con el infierno

Chérrez tiene un trabajo prolongado en cerámica y pintura. Está anclado al postporno como eje. En la obra ganadora del Premio de Arte Emergente Brasil se conjugan nuevos discursos que no dejan de estar aliados al contexto de ‘violencia verbal’,  contra el cual se ha manifestado la artista en gran parte de su trabajo.

Chérrez parte del cuadro El infierno, que pintó Hernando de la Cruz, en 1620,  y que se encuentra en la Iglesia de la Compañía de Jesús, en Quito. Ya el escritor guayaquileño Miguel Donoso Pareja le había dedicado unas líneas al mismo personaje que llamó la atención de Chérrez en este infierno, en el cuento ‘Sobre traiciones y traicionados’.

“Ehoipo relincha suave, casi transparente. Recuerda a Carolina, la Deliciosa, pintada en 1620 por el hermano Hernando de la Cruz, en una escena dantesca. Y ahí están el Registrador (¿de la propiedad?), el Usurero (¿banquero?), flanqueando a la Deliciosa, y al resto de los condenados: la Vana, la Adúltera (muy cerquita del Murmurador), los Bailarines Indecentes, las Hechiceras, los Ladrones”, escribió Donoso.  

De La Deliciosa, según la artista, se ha escrito una tesis en la que se deduce, por la forma en como está pintada, que se trataría de una prostituta en medio de un infierno en el que todos sufren y están castigados.

Ahora María Gabriela Chérrez, a diferencia de su anterior obra, produce por sus propios medios la cerámica. En ese nuevo proceso, el brillo lo da el fuego.  

Martínez y los vestigios de la luz

En Una silla y la Luna en 10/20 y 13/20, Martínez intenta develar cómo se generan las imágenes. “Esta obra nos interpela sobre el modo de existencia de las imágenes y los medios que las portan”, señala el jurado que lo premió, y añaden que Martínez es uno de los artistas más jóvenes de la exhibición, sin embargo, “existe una coherencia entre su investigación y el medio en el que plantea sus propuestas (vídeos). Consideramos que esto tiene una estrecha relación con los procesos de producción que se llevan a cabo en una residencia artística”.

Martínez  trabajó en un proceso excesivo de edición de un video que tiene como protagonista a una silla,  en la que recae una escueta luz imitando la de la luna. Exporta en un programa pirateado de forma excesiva el HD a la calidad más baja del video. En el proceso se va perdiendo la información de la imagen. Los reproductores identifican esa ausencia con los colores primarios.

Al final, el video es una silla que ha perdido forma. Solo quedan sus vestigios y la luz. (I) 

Ángel Martínez

Experimentar con la imagen para traer la ruina

“Mis intereses van por conseguir una ruina de lo que alguna vez fue algo. Lo que me vengo planteando va por el hecho de crear experiencias visuales, aunque suene muy básico. Mi interés con respecto al espectador es que mi obra tenga un impacto, de cierta manera, performático y que, tal vez, genere una especie de experiencia visual y sensorial distinta.

Me gustaría ahondar más en los mecanismos de la imagen y sus aparatos de reproducción que me parecen muy importantes.

Además, quisiera crear mis propios prototipos de ‘máquina’, de reproducción de video para poder, desde allí, hacer visibles esos mecanismos.

Estoy tratando de conseguir otros resultados en otro tipo de medios, ya no solo en el video.

Me interesa crear una cierta desconfianza de la imagen, de pensar en la imagen como un tipo de complot. En ella hay un sentido real, pero que guarda más significados de los que percibimos. La información que uno capta es siempre lumínica”.  (O)

María Gabriela Chérrez

Canalizar la violencia a  través del arte

“Pienso en el infierno como un lugar al que van las personas que serán castigadas. Para mí este infierno es una invitación a portarse mal. Pensaba en el país, que cada vez todo es más complicado, que quieren decirte lo que tienes que pensar y lo que tienes que hacer. En ese contexto, para mí, un acto político era portarse mal, un acto de resistencia es ser desobediente y el infierno era eso. Ese lugar donde puedes escaparte y portarte mal.

Yo siempre hablo desde mi lugar de mujer y todos mis trabajos son una respuesta a la violencia simbólica que he vivido a lo largo de mi vida. Mi obra siempre ha sido una respuesta a todo eso. Lo que me interesa  es tratar el postporno, el prosexo al que le apuesta el postfeminismo. No me quiero sentir como una mujer víctima, quiero enfrentar el día a día de una manera más lúdica. Esta rebeldía que tengo ante el mundo , supongo que tenía que canalizarlo como arte. Esta manera de entender el mundo ha sido gracias a todas las herramientas que me ha dado el arte, a todo lo que he estudiado para entender la vida”. (O)