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Pedro Costa: habitar el habla, el territorio

María del Pilar Gavilanes, investigadora en cine y arte.
María del Pilar Gavilanes, investigadora en cine y arte.
Foto: Miguel Jiménez / et
04 de diciembre de 2017 - 00:00 - Redacción Cultura

Como un trabajo de antropología visual, de ensayo cinematográfico, la filmografía del cineasta luso Pedro Costa se nutre del habla y de las historias de los individuos con los que trabaja, componiendo una obra de rasgos poéticos y críticos.

“Desde hace 20 años, Pedro Costa trabaja con los habitantes de dos barrios populares, Fontainhas y Casal da Boba, situados en las periferias de Lisboa. El encuentro con sus residentes determina las particularidades de este cine: una economía de medios, rodajes cotidianos durante varios meses e historias elaboradas e interpretadas por los habitantes”, dice María del Pilar Gavilanes, investigadora en cine y arte que escribió un libro sobre Pedro Costa, al que llamó Aprender bellas palabras.  

¿Qué hace que una investigadora ecuatoriana, que estudió en Francia, trabaje sobre un cineasta portugués?

Un encuentro. En el Festival Internacional de Cine de Marsella (FID), paralelamente a las películas en competición programaron una retrospectiva y, en 2007, la dedicaron a Pedro Costa. Unos años después, el recuerdo de este primer encuentro con su filmografía dio lugar a una investigación basada en las películas y, sobre todo, en los procesos de trabajo del cineasta con los habitantes de la zona metropolitana de Lisboa. 

El territorio es uno de los motivos centrales en la narrativa cinematográfica de Costa, como cuando trabaja a partir del barrio de Fontainhas o Casal da Boba, ¿cómo el cineasta entiende los espacios?

Efectivamente, la arquitectura y los modos de vida en los barrios que mencionas marcan tanto los contenidos como las formas de las películas y sus variaciones. Se puede decir que es un cine del espacio, en la medida que se deja trabajar por el espacio: sus formas fílmicas, sus narrativas, sus temáticas y sus medios de producción se constituyen acordes con las características específicas de un lugar.

En las películas predominan los planos fijos y, como los personajes, los espacios también cuentan historias.

Trabajar con un territorio lo lleva a vincularse con una comunidad y sus testimonios, ¿de qué manera Costa dialoga con los grupos humanos y los representa?

El cineasta trabaja desde hace 20 años en el mismo territorio, es una de las particularidades de este cine y son los habitantes del barrio quienes asumen la responsabilidad de construir una representación de sus vidas, de sus mundos. Es un compromiso que se sostiene sobre la base de relaciones de amistad y de complicidad.

 Palabra, cuerpo y ficción son las palabras que más rondan en su investigación para caracterizar el trabajo de Costa, ¿cuál es su apuesta por la oralidad?

 Los habitantes devienen personajes de ficción, componen sus roles con elementos de su realidad, con sus memorias y con su imaginación. Reproducen tanto como inventan. La elaboración de relatos y la puesta en escena de la palabra es fundamental en el trabajo colectivo durante los rodajes. Los actores memorizan largos monólogos que repiten múltiples veces frente a la cámara; la oralidad es a la vez una herramienta de trabajo y una clara apuesta por la transmisión de historias menores, de relatos de seres ordinarios que exponen el potencial de sus cuerpos y de sus palabras.

El cineasta dijo en una entrevista que  “las escuelas de cine no valen para nada, solo sirven los maestros, y (António) Reis lo era”, ¿cómo se moldea el cine de Costa?

Me parece que esta afirmación tiene que ver con la oposición de Pedro Costa a los modelos establecidos y dominantes de la industria del cine, de los cuales él mismo se aleja progresivamente, sobre todo, en lo que tiene que ver con la producción. Sin embargo, tanto en su trabajo como en las entrevistas, Costa reivindica sus referentes, cineastas que fueron su escuela; el cine de Margarida Cordeiro y Reis es sin duda uno de los más importantes.

En una parte de su libro dice  que las películas de Pedro Costa podrían ser interpretadas como “una historia que se está haciendo”, ¿en qué lugar de la historia cree que se ubique su trabajo y cómo la trastoca?

La historia que se está haciendo es la de los habitantes que registran momentos precisos de su acontecer colectivo en cada una de las películas realizadas y en aquellas por venir. Además, sus relatos se inscriben en una geografía específica y cuestionan las relaciones históricas entre Portugal y Cabo Verde desde el punto de vista de los actores que son, la mayoría, migrantes del archipiélago o segunda generación. Las películas evocan la época de la Revolución de los Claveles y la herencia de un pasado colonial para problematizarlas en relación con la situación presente: la de los migrantes y la de Portugal, un país europeo que no reconoce plenamente su criollización.

¿Cuál es el sitio de Pedro Costa en el cine contemporáneo y como aporta a este?

Es un cineasta que en sus películas y en su manera de trabajar mantiene decisiones estéticas y políticas claras y coherentes. Es un cine que inventa maneras de decir y de hacer que expanden los límites de la realidad. (O) et

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