Parra: “Necesitamos desarrollar una danza que nos identifique”
Las visiones sobre la danza se han tornado superficiales, según Jorge Parra, bailarín que lleva casi tres décadas desenvolviéndose en este ámbito artístico.
Por el Día Mundial de la Danza, Parra conversó con El Telégrafo sobre la formación de bailarines, la Academia y “la esperanza” que tiene de que haya un mejor impulso y entendimiento del oficio a futuro.
Son más de dos décadas en las que está inmerso en el mundo de la danza, ¿cómo lo ve poniéndolo en perspectiva?
Este año cumplo 29 años en danza. La visión que tengo de esto es como una mirada de esperanza, digamos. Digo de esperanza porque tampoco veo que las cosas han evolucionado tanto en el sentido de cómo se ha desarrollado la danza en el país.
Hay más academias, suceden más cosas en cuanto a los espectáculos, pero no tantas en relación al ámbito de la escena artística como tal.
Hay una ausencia importante de creadores en Guayaquil. A mí me preocupa mucho sobre todo ese aspecto. Es como si de repente hay una proliferación muy grande de bailarines que se ha generado sobre todo desde la convocatoria que hace la televisión en los concursos y realities. Y eso de algún modo ha ido degenerando algunos procesos éticos de cómo miran los bailarines la danza en la ciudad.
Es como si todas las miradas que tienen los bailarines jóvenes y la gente de 18, 20, 25 años es de aprenderse una coreografía, para ir a un concurso. La danza deportiva se ha ido tomando un poco el ámbito ciudadano y el quehacer dancístico.
Pero, al mismo tiempo, como decía, lo miro con esperanza porque pienso de todas maneras que así sea en menor escala, hay gente que se lo ha tomado en serio, que está afuera formándose, o que está bailando en otros lados.
O también hay algunos que están aquí mismo y no son tan visibles porque los medios o la gestión cultural no ha abierto tanto el camino para este pequeño gremio de artistas que ha optado por resistirse un poco a esta visión dancística tan efímera que ha generado la televisión.
¿Podría decirse que democratizar la danza en la “danza deportiva”, como le llama, le ha hecho daño al baile entendido como expresión artística?
Sí. Es que le ha hecho mucho, mucho daño. No por el suceso, porque es algo que pasa en el mundo y no está mal que suceda. Pero lo que pasa es que la manera en la que se lo enfoca es muy superficial, se lo hace de forma frívola.
Presentan la idea de que alguien puede formarse y ser bailarín en muy poquito tiempo. O sea, entras a un reality, trabajas con un maestro y “coreógrafo” por tres semanas y ya eres bailarín y al poco tiempo ya tienes una academia. Entonces la transmisión de esos conocimientos mal aprendidos genera malos bailarines. Ahora Guayaquil está repleto de academias, por ejemplo, y talvez todo el país. Y eso es muy grave.
Jorge Parra, actor, bailarín, coreógrafo y maestro profesor universitario en el ámbito del teatro y la danza.
¿Qué significa entonces la apertura de tantas academias? Porque se lo podría entender como “progreso”...
Se está malentendiendo la danza. Hay un desborde de academias, pero no desborde de entendimiento de que un bailarín necesita trabajar 10 años para formarse.
Habló también sobre una ausencia de creadores, ¿en qué sentido? ¿Cómo lo mide?
No se ven mucho en la ciudad, mira las páginas culturales de los diarios: ¿qué tantos creadores de danza hay anualmente? ¿qué tantas propuestas de danza vemos? No hay. O sea, hay personas que hacen coreografías, entre comillas, porque también es gente que no está formada para ser coreógrafa.
Entonces, hay coreografías que bailan los ritmos de moda, a lo que llaman danza moderna, y el término es completamente equivocado, o el poledance o la danza deportiva.
Pero creadores de espectáculos serios en la ciudad, casi no hay. O sea, no tenemos sino al ballet del Centro de Arte o alguna otra cosa esporádica que sucede anualmente, pero no tenemos un movimiento dancístico representativo de la ciudad. Sí hay gente talentosa, la esperanza que tengo es que en Guayaquil hay potencialmente mucho talento. Hay gente con ciertas características físicas que puede hacerlo. Pero necesitamos más que eso, como gente que se dedique a la verdadera creación, que mire la danza como un estilo de vida, como una forma de hacer su carrera, y no como algo de medio tiempo, un hobby.
Yo he dado clases en la UEES o en el ITAE, en la carrera de teatro, y siempre la dificultad que tengo es el rigor; la gente no quiere comprometerse para que el resultado sea competitivo a nivel mundial.
Nosotros no tenemos ese nivel competitivo. De repente por ahí tienes uno que otro bailarín que hace cosas afuera, pero no una representación ecuatoriana importante.
En cuanto a la relación con la danza en el plano académico, ¿de qué manera ayudaría la apertura de la U. de las Artes a la escena dancística?
Pienso que la U. de las Artes está en la obligación de cumplir la función de impulsar danza, con su concepto bien entendido, claro. Creo que el Estado, con esa inversión, debería hacerlo, es obvio. Si no la cumple sería terrible.
Por eso creo que hay esperanza. Han pasado más de 60 años desde que la danza surgió en Guayaquil, y no tenemos sino el recuerdo de una “época de oro”.
¿Qué debería abarcar como tal la formación de la danza? ¿Qué hace falta en la Academia actual?
Disciplina. Que los maestros en su diálogo de formación entiendan que un bailarín necesita desarrollar un pensamiento claro de la danza que está haciendo, conocer qué está pasando en todo el mundo y entrar en procesos de actualización.
No podemos adoptar formas de hacer danza que se parecen a las de otros países. Por ejemplo, suponer que la carrera destine maestros cubanos puede ser interesante. Pero necesitamos desarrollar una danza que nos identifique, no desde nuestro folclor y de nuestros ancestros, sino que debe crearse una identidad dancística y por eso es que debemos hacer una investigación profunda sobre quiénes somos anatómicamente, ver la mezcla de razas que tenemos, etc.
Qué es lo que hizo Cuba en algún momento para saber cómo desarrollar su propio método estratégico de formar bailarines. Eso es lo que le hace falta a la universidad, repensar completamente la formación. No conocemos todavía el programa de la Universidad de las Artes, pero espero que sí cumpla su función y lo haga bien.
En conclusión, ¿qué características debe tener un bailarín para legitimarse como tal?
Aparte de la preparación física debe entrar a un proceso académico adecuado. La práctica intelectual es muy importante. Se tiene que entender, profundizar y pensar la danza. Hay que aprender a observar qué filosofía está detrás de lo que se hace, conocer los antecedentes que hemos tenido.
Si solo pensamos que bailar implica un esfuerzo físico, está perfectamente claro que la danza deportiva está en su mejor momento, porque no se necesita nada más que hacer acto de presencia y levantar las piernas. Pero la danza no es solo eso, y sobre todo, no es eso.