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El Telégrafo
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En Asunción se montó una muestra en homenaje al también pintor

Paraguay recuerda al etnógrafo Boggiani

Paraguay recuerda al etnógrafo Boggiani
10 de agosto de 2014 - 00:00 - Agencia EFE

La figura del pintor y etnógrafo italiano Guido Boggiani (1861-1901) brilla este mes en Asunción en una muestra que traza su obra y su fatal odisea por el inhóspito Chaco paraguayo, donde reconvertido en fotógrafo pereció a manos de los indígenas chamacocos, ante cuya cultura había caído fascinado.

La exposición recoge una docena de óleos, en su mayoría paisajes, y algunas de las fotografías, entre originales y reproducciones, que hizo Boggiani a los nativos chamacocos y caduveos con quienes convivió, así como testimonios de la expedición que encontró sus restos, comandada por el español José Fernández Cancio.

La muestra nace con el fin de divulgar la dimensión etnográfica de Boggiani, cuyos trabajos fueron referencia de importantes estudios posteriores como los del antropólogo galo Claude Lévi- Strauss, en concreto su esencial Tristes Trópicos, escrito tras sus recorridos por Brasil entre 1935 y 1939. “Es la experiencia de un personaje que era más que un etnógrafo, un expedicionario romántico que quiso descubrir un mundo que acabó tragándolo”, dijo el crítico de arte Ticio Escobar, comisario de la muestra.

En la misma línea, Gherardo La Francesa, exembajador italiano en Paraguay, destacó el pulso romántico de Boggiani, que abandonó los lujos de una familia rica y su posición como joven pintor reconocido para embarcarse a Paraguay.

El pintor tenía 26 años cuando en 1888 se instaló en Asunción, donde pronto conectó con la intelectualidad de la capital y se hizo un nombre en esos círculos.

Ya afincado, se adentra en el Chaco para dibujar los rostros y cuerpos de algunos grupos indígenas como lenguas, tobas y especialmente caduveos y chamacocos, de quienes le atraían sus abalorios y tatuajes.

El resultado de su primera etapa paraguaya son 2 libros, uno sobre los chamacoco y otro sobre los caduveo, los cuales publica a su regreso a Italia, en 1893, y dejan una profunda huella en el campo de la etnografía.

Tres años después regresa a Paraguay y lo hace con el trípode y la máquina fotográfica estereoscópica con la que plasmaría algunas de sus imágenes más conocidas sobre el desconocido mundo chamacoco.

El 24 de octubre de 1901 Boggiani emprende el que sería su último viaje al Chaco, que seguía siendo una tierra ignota. Transcurre más de medio año y la falta de noticias alarma a la comunidad italiana de Asunción, que comienzan a recaudar fondos para sufragar una expedición que dé con su paradero.

Entra entonces en escena otro personaje de novela, el emigrante asturiano Fernández Cancio, que antes había descubierto los restos del vasco Pedro Enrique de Ibarreta (1859-1898), devorado por los indios tobas cuando exploraba el río Pilcomayo.

Las investigaciones de Cancio concluyeron que algunos chamacoco fueron los autores del crimen, aunque nadie fue acusado formalmente, lo que contribuyó a aumentar el misterio.

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