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El Telégrafo
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Entrevista / Diego Cazar Baquero / Escritor y Periodista

"Para nosotros (LBE) no es una misión la provocación sino la orientación"

"Para nosotros (LBE) no es una misión la provocación sino la orientación"
Fernando Sandoval / El Telégrafo
25 de febrero de 2016 - 00:00 - Redacción Cultura

A mediados de 2014, el desaparecido diario Hoy dejaba de publicar su edición impresa para incursionar en lo digital -y en una revista dominical que no duró más de 2 meses, hasta el cierre de ese medio de comunicación-. El cambio se presentó como la primera incursión de un “medio tradicional” en la web pero no llegó a consolidarse.

“Muchos periódicos quisieron migrar al mundo digital simplemente creando una página en que se replicaban los textos impresos, lo cual no es trabajar con los lenguajes y herramientas nuevas que ofrece el internet”, dice Diego Cazar, quien es parte del medio digital La Barra Espaciadora (LBE), que esta noche publica una selección de sus artículos (2013-2015) en un libro con un título (De a pie) que intenta explicar el oficio periodístico en tiempos que, a escala mundial, parecen darle la espalda al papel.

Parecería que los medios se deben a quienes los financian, ¿LBE tiene algún condicionamiento?

Nosotros garantizamos la independencia de nuestros textos y esa es una de nuestras banderas. Lo hacemos sin comprometernos con algún tipo de poder político o económico para financiarnos. Nos autofinanciamos con lo que sea necesario, con fuentes voluntarias y ciudadanas que aseguran el funcionamiento del medio, pueden ser incluso pequeñas empresas pero no grandes conglomerados que tengan intereses al invertir en un medio de comunicación.
Mediante ese mecanismo, cuidamos que la comunicación sea independiente. No vamos a publicar nada que atente en contra de los derechos humanos, por ejemplo, o contra la integridad de una persona, con calumnias... nos basamos en principios fundamentales y ese es nuestro rigor, junto al que exige que todo texto esté sustentado, que las opiniones tengan sus fundamentos y que los argumentos susciten debate. No hay más restricciones.

Se ha echado mucha mano de la palabra “independencia” en el periodismo nacional, es casi un lugar común...

Y se sigue haciendo eso. Tenemos un diario cuyo eslogan es ser un diario independiente y no lo es. Para mi forma de ver, solo se puede garantizar la independencia real, un tema muy delicado, cuando se cuentan las historias desde la gente y no desde la fuente, que no es la historia. Hay que contar lo que pasa cuando el poder o autoridad deciden sobre la gente.
Lo que tratamos de hacer es invertir la generación de contenidos: que esta provenga de la voz del ciudadano de a pie. Acudimos a las fuentes oficiales, claro, pero con la intención de que el relato del hecho tenga una interacción con quien es beneficiado o perjudicado tras una decisión política.
Procuramos que el lugar común sea revertido, que se recupere el valor de la independencia en hacer comunicación y periodismo. Nadie decide la línea editorial por nosotros y nadie la decidirá.

¿Has publicado artículos que resultaron conflictivos o que, quizá, generaron un efecto inesperado en sus lectores?

Por lo general, los artículos que más polémicas causan son los que están vinculados con temas políticos, coyunturales. Por ejemplo, entregamos una serie de artículos después de que el presidente Correa decidió la exploración y explotación del Yasuní. Fuimos a hacer una cobertura en el lugar, hicimos una entrega sobre la historia de los mapas en que están ubicados los pueblos no contactados para localizar los pozos y, en ese caso, tuvimos reacciones polémicas. Eso provocó que nos reunamos extraordinariamente para ver cómo manejar el tema (...).
Otros de los asuntos que más reacciones provocan, unas muy encendidas, son los que tienen que ver con género, derechos o el ateísmo en un Estado considerado laico. Y están los temas que suscitan mucha reacción desde la emotividad, que evocan a la nostalgia, como las costumbres intergeneracionales que despiertan una reflexión en la que los lectores se sienten identificados, lo cual está muy presente en las crónicas.

¿La Ley Orgánica de Comunicación (LOS) ha sido determinante en el ejercicio periodístico de quienes hacen un medio digital como LBE?

No. Siendo honesto, la ley y el Estado mismo todavía no resuelven cómo tratar la comunicación en el campo digital, el cual aún es una gran novedad para nuestro entorno, tanto como periodistas y como sociedad. Para nosotros también ha sido una aventura descubrir lo digital o cómo se maneja esto en otros países, bajo qué tipo de marco legal se tiene que gestionar, considerando que la libertad de flujo de información en internet tiene que ser garantizada y, bajo ese paraguas, nos hemos amparado.

Pese a eso, hay medios digitales que dedican un gran espacio a hablar sobre el impacto de la LOC en el periodismo...

Y está bien que lo hagan pero me parece que es una discusión perezosa y un poco cómoda, hay otras cuestiones que tienen que ser discutidas; por ejemplo, cómo la LOC puede interactuar con otras leyes, la de cultura quizá, que consideraría lo digital, como un espacio público, algo que está propuesto. Las contradicciones entre una y otra ley deberían tratarse desde el periodismo, los panoramas que generan en el marco legal. Más que criticarlos incisiva y agudamente, mostrando una oposición radical, creo que la misión periodística es observar y entender cuáles son las alternativas para proponer. (...)
No estoy acusando a nadie pero muchos medios han empezado a actuar desde el temor y, por lo tanto, han replegado sus líneas editoriales, han reculado. En cambio, en lo digital han visto alternativas tanto del uso del discurso como del estilo o puesta en escena de la información que te permiten otras formas de generar debates e interacción con los lectores. Entonces hay una oportunidad también.

¿A qué se debe ese temor a la hora de ejercer el periodismo?

A la ley. Y a que una confrontación sumamente nociva entre el poder político y mediático se ha posicionado en el discurso de la coyuntura nacional. Nosotros decidimos, desde el inicio, excluirnos de esa bronca porque no es algo que nos compete como periodistas, nos parece que la misión es darle al ciudadano, al lector de a pie, lo que necesita saber, elementos de juicio para debatir y entender lo que ocurre en el país o en el mundo.
La bronca entre medios de comunicación y el Gobierno me parece que nos quita tiempo, recursos, energías y lo que estamos haciendo con LBE es mostrar que hay otras posibilidades de hacer una comunicación amplia, basada en la asociatividad, en la diversidad de voces, en lo colaborativo y por eso nos planteamos como una revista.

¿Quiénes se benefician de la confrontación medios-Gobierno?

Como son relaciones de poder, aparecen figuras estrella, tanto de un lado como de otro: las del periodismo y las de la política en contra de la comunicación. Esa es la realidad de las voces oficiales. ¿Dónde queda el otro, la persona de la calle que quiere contar su historia en función de lo que decidió tal autoridad hace dos o 3 años? Para nosotros, la responsabilidad del periodismo contemporáneo está en echar ojo a aquellas voces que no tienen un nombre reconocido.

¿El de la confrontación directa con el poder político sería el escenario de 4 pelagatos?

Y era predecible, una iniciativa que tiene una ventaja preconstruida: el perfil o trayectoria de 4 periodistas, figuras del periodismo que han tenido una visibilización pública mucho mayor que cualquier otro periodista acá. 4 pelagatos es un índice de qué es lo que está ocurriendo en la realidad de los medios en Ecuador porque si ellos pudieron surgir fue por un financiamiento -del que no hablaré- que les asegura posicionarse además de su trayectoria. Si nos dedicáramos, como LBE, a confrontar, estaríamos descuidando a las grandes mayorías que tienen que sentirse involucradas con la acción comunicacional del país. El periodismo no es una labor de los periodistas solamente, es una actividad cotidiana de la sociedad, la cual tiene que tomar partido con su opinión y capacidad de discusión. Formamos públicos también, estamos enfocados en eso. No es la voz del periodista la única que merece lugar, este tiene que entablar un diálogo de iguales con el ciudadano. Se tienen que forjar espacios de debate desde todos los espacios de la sociedad, pero para nosotros no es una misión la provocación sino la orientación. (I)

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