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Para Ken Loach la sociedad actual está en franca caída

Para Ken Loach la sociedad actual está en franca caída
07 de mayo de 2013 - 00:00

El cineasta británico Ken Loach, que cumplirá 77 años en junio, sigue combativo y soñando con un mundo mejor, como lo confirma su último trabajo, “Espíritu del 45”, que se estrenará mañana en Francia.

En una entrevista en un viejo cine del Barrio Latino de París, Loach habló de su último filme, un brillante y conmovedor documental sobre los años posteriores a la segunda guerra mundial, cuando el gobierno laborista electo tras ese conflicto creó el “Estado del bienestar”.

Pero el realizador también se refirió, sin pelos en la lengua, a la situación actual del cine y de la televisión, que “no reflejan”, dijo, el “caos” que se vive en Gran Bretaña y Europa, con un desempleo galopante y un auge de la extrema derecha. “La sociedad no funciona, es un caos”, afirmó Loach, cuya película echa una mirada teñida de nostalgia sobre las esperanzas y sueños de una vida mejor generadas por la instauración de medidas como “seguro médico para todos”.

Fiel a su visión del cine como arma de lucha política y social, Loach expresó la esperanza de que “Espíritu del 45” pueda “ofrecer pistas para salir” de la situación actual, que se asemeja, opinó, a la de esos terribles años después  de la guerra, cuando una gran parte de la población vivía sumida en el desempleo y atenazada por la pobreza.

Con este filme, “quiero recordar que garantías como un seguro médico para todos, vivienda decente y ayudas a los desempleados y a los ancianos son posibles, y que no son un acto de Dios”, declaró Loach, para quien “el libre mercado y el capitalismo nunca pueden proveer una vida digna y segura para la mayoría de la gente”.

Sus declaraciones, y sobre todo el aliento y el espíritu que lo animan, recuerdan por qué el nombre de Loach es sinónimo de un cine comprometido con la realidad y la lucha por construir un mundo mejor. Una de las cosas que más le duele al cineasta británico es la falta de esperanza de los jóvenes, no solo en Gran Bretaña sino también en muchos países, entre ellos España.

En los tiempos que corren, “los jóvenes no creen que podrán tener un empleo, una casa, o proveer por una familia”, lamenta el realizador, que en  2006 fue coronado en el Festival de Cine de Cannes con una Palma de Oro por “El viento que agita la cebada”, sobre el conflicto de la independencia de Irlanda.

La mirada de Loach es muy crítica respecto a la industria del cine y la televisión, donde los ejecutivos y productores están “obsesionados”, dice, con las tasas de audiencia.

La consigna dominante parece ser hacer “cine feliz para gente feliz”, observa Loach, cuyas cintas tienen siempre un sabor de veracidad y naturalidad. Y pese al mundo crecientemente conservador que le rodea, Loach no pierde el ánimo, ni las ganas de trabajar. “Hay tanto aún por hacer”, dice, adelantando que trabaja ya en su próxima película con su guionista Paul Laverty, un abogado y cineasta escocés que ha colaborado con él en nueve filmes, entre ellos “La canción de Carla”, que transcurre en Nicaragua.

El cineasta confiesa que a veces sí piensa en el retiro. “A ratos me siento como un viejo caballo de carrera, que no está seguro que podrá completar la carrera”, confiesa el director con más películas premiadas en el Festival de Cannes.

El récord lo impuso el año pasado, cuando conquistó el Premio del Jurado del Festival de Cannes con “The angel’s share”, una comedia agridulce y tierna que habla de la dificultad para los jóvenes de hacerse un lugar al sol en una Europa devastada por el desempleo.

Loach ya había ganado dos veces el Premio del Jurado de Cannes, por “Lloviendo piedras”, en 1993, y en 1990 por “Agenda oculta”. También recibió el premio a mejor guión en 2002 por “Sweet sixteen”.

Las actuales crisis han llamado la atención de Loach, que se refirió favorablemente el año pasado a movimientos sociales de militancia, como Ocuppy y el 15M, a los que consideraba víctimas de una criminalización que demuestra que “el poder no es democrático”.

En ese sentido, el británico, un trotskista que piensa que la izquierda en la política ya no existe como tal, se sumó a los 9 avalistas que el año pasado aportaron más de $ 150.000 para pagar la fianza de Julian Assange en Reino Unido. “El caso de Assange es un buen ejemplo de cómo el poder criminaliza a quién le estorba”, decía, citado por el diario español Público, en octubre. “Assange y WikiLeaks revelaron los secretos de EE.UU., sus actividades ilegales en Irak, y ahora es víctima de una persecución”.

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