Papagayo K: bálsamo contra el olvido de Mayo
La obra del poeta Hugo Mayo (Miguel Augusto Egas Miranda; Manta, 1898-Guayaquil, 1988) fue reconocida allende las fronteras por el peruano José Carlos Mariátegui, el chileno Vicente Huidobro y el Nobel Pablo Neruda, y quedó plasmada en revistas de la época.
“En la poesía de Mayo encontramos un caleidoscopio de imágenes aterradoras por su belleza, un vasto registro que se extiende desde el canto de ritmo sosegado hasta el himno elocuente y magnífico”, escribió la crítica literaria Catalina Sojos sobre el autor que fundó -con otros escritores- las revistas Síngulus, Proteo y, en 1924, Motocicleta, la cual adquirió un carácter mítico con el transcurso de los años.
Mejor reconocido en otros países que en el suyo, los libros del escritor mantense (El Regreso, 1973; Poemas de Hugo Mayo, 1976; El zaguán de aluminio, 1982; Chamarasca, 1984 y la antología de la serie Memoria de vida, 2009) son difíciles de encontrar, incluso en bibliotecas nacionales, pero un grupo de escritores jóvenes del país le hará un homenaje a través del Encuentro Literario Papagayo K, que empieza hoy y finalizará el viernes en Manta, que celebra el mes de las artes.
La inauguración será, a las 19:00, en el Pasaje de los Hermanos Egas, donde está el monumento a Hugo Mayo, con su hermano José María. A las 10:00 habrá una disertación sobre la obra de Mayo en la sala de conciertos Horacio Hidrovo Peñaherrera, de la Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí, y en la noche se mostrarán versos a lo largo del callejón. El artista Freddy Fiallos (Dadá) pintará un retrato del autor y el grupo de teatro La Trinchera escenificará algunos de sus poemas.
La poeta Yuliana Marcillo le cuenta a este diario que, después del terremoto del 16 de abril, varios gestores culturales mantenses intervinieron lugares públicos, algunos de los cuales fueron afectados por el sismo. Todo como una forma de resiliencia que incluyó la creación del movimiento Arte sobre escombros.
Entre las figuras representadas no podía faltar la del escritor que le dio un giro a la lírica ecuatoriana desde hace un siglo. Un mural con el rostro de Mayo, por ejemplo, está en la calle 15 y Redondel del Atún. Uno de sus versos (“He recortado mis alas del cansancio. / ¿Tendría razón para esperar / el vuelo de las mariposas?”) está pintado junto a las escalinatas del barrio Perpetuo Socorro, que conducen a la playa El Murciélago; y otro mural, de Dadá, está en la avenida 16, entre las calles 36 y 37.
Los escritores Silvia Stornaiolo, Carlos Vallejo, Freddy Ayala Plazarte y Andrea Crespo Granda están entre los invitados.
Stalin Valdivieso, del grupo La Trinchera, relatará sus recuerdos del poeta, a quien conoció y habrá varias presentaciones de libros, como Aquí yace la poesía, de Jorge Martillo; Madame Ho. Crónicas de vida, de Gaby Ruiz; y Animal, de María Auxiliadora Balladares.
Durante el encuentro se distribuirá una selección de poemas del autor entre quienes asistan a las actividades. El precio del cuadernillo titulado Papagayo K, y del que se publicaron 100 ejemplares, es de $ 3. El presupuesto del evento bordea los $ 700, sin contar la colaboración de varios colectivos.
La reedición de la Antología poética Hugo Mayo, publicada por la Casa de la Cultura Ecuatoriana, se difundirá en la Feria Internacional del Libro de Quito, que irá del 10 al 19 de noviembre.
Una reedición necesaria
Hacia 1920, Hugo Mayo escribió la primera versión del libro El zaguán de aluminio que llegó, en parte, a ojos de lectores como Jorge Luis Borges o y André Breton.
Mientras trabajaba en la oficina de rentas e impuestos de la Gobernación del Guayas (tras la ventanilla 13 de Espectáculos se confesaba un “empleado público del verso”), el poeta le contó al escritor guayaquileño Jorge Velasco Mackenzie que la versión inicial de El zaguán... fue robada de la imprenta Gráficos Senefelder “una noche de luna recortada” de 1922 y que el libro fue reconstruido, a través de la memoria, 60 años después, para su publicación en la imprenta de linotipos de la Casa de la Cultura Núcleo del Guayas, en junio de 1982.
“Como se trataba de una edición modesta, Miguel Castillo, regente de la (imprenta) por esos años, y yo (Velasco Mackenzie), director de Publicaciones, intentamos mejorarla con nuestros exiguos medios. Imprimimos la portada en cartulina color plata, con un juego de líneas en fuga sugiriendo un zaguán, al fondo la figura del poeta caminando de espaldas. Fueron mil ejemplares que llamaron poco la atención en un medio tan hostil para la poesía como es el nuestro, algo a lo que Hugo Mayo estaba acostumbrado de toda la vida”, relata el autor de El Rincón de los Justos en el ensayo titulado ‘Cuarteto para Hugo Mayo’.
En el libro Lecturas tatuadas. Letras, plástica, música, Velasco Mackenzie también recuerda que el poeta Rodrigo Pesántez Rodas aseguraba haber visto la revista Motocicleta en la Biblioteca Pública de Nueva York, Estados Unidos.
“Desde aquel día (la noche) del robo jamás se preocupó demasiado por publicar, ‘fue una venganza’, diría, y dejó toda su obra inicial dispersa en revistas como la española Cervantes de Cansino Sáenz, Savia” o las antes nombradas, que dirigió.
Aquella ‘venganza’ inexplicada se perpetró contra el libro que “estaba llamado a inaugurar la poesía de vanguardia en el Ecuador”, según el poeta y ensayista Iván Carvajal.
La Trinchera contra el olvido
Con más de dos décadas en el repertorio del colectivo teatral La Trinchera, El zaguán de aluminio ha llegado a escena gracias al dramaturgo y director Arístides Vargas y la actriz Rocío Reyes. Esa obra, según el investigador Jaime Gómez Triana, muestra un “personaje, niño y viejo a un tiempo, que juega y convoca a sus fantasmas. Al fondo, un péndulo gigantesco recuerda que el protagonista es el tiempo que fluye y confronta al poeta, con las múltiples estrategias que le permiten escapar y permanecer”. (F)
Papagayo K
La muestra poética que se ha preparado para el encuentro tomó su nombre del poema ‘Sepelio del papagayo K’ de Mayo.