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Oshima, el emperador de los sentidos

Oshima, el emperador de los sentidos
17 de enero de 2013 - 00:00

Nagisa Oshima (1932-2013) era conocido como “el Godard japonés” por su manera sutil de mover la cámara y la forma subversiva de contar una historia. También fue comparado con Luis Buñuel por su óptica surrealista de los rituales de la sociedad japonesa. Al ex estudiante de leyes, nacido en Kyoto, se le recuerdan perlas como “Odio el cine japonés de principio a fin” y por haber erradicado de sus filmes el verde, por ser el color con el que los japoneses asocian todo lo relacionado con la naturaleza y la alegría de vivir.

Su película “Ai no corrida” (1976), distribuida en inglés como “In the Realm of the Senses” y en español como “El imperio de los sentidos”, es quizá su título más conocido aunque no el mejor de toda su filmografía. Calificado por la crítica de porno blando y originalmente prohibido en Estados Unidos, es un estudio sobre la carnalidad y conocido más que nada por tener escenas de cópula no coreografiadas.

La historia de la infatuación erótica entre el dueño de un hotel y su sirvienta hizo de “El último tango en París” (1974) un simple video de Playboy. El guión está basado en un hecho de sangre de los años treinta en el que una mujer estranguló a su compañero sexual en pleno orgasmo. Esta polémica cinta influyó a toda una generación y dio origen, entre otras, a Matador (1990) de Pedro Almodóvar.

Este filme, el más celebrado de Oshima en el ámbito internacional, tuvo que ser posproducido en Francia, pero en Japón sigue sin estar al alcance del público una versión sin censura. El arzobispo de Braga (Portugal) en ese entonces declaró que todo lo que necesitaba saber sobre la vida lo había aprendido con apenas diez minutos del filme.

En la misma línea de erotismo descarnado el director se aventuró con “Ai no Borei” (1978), distribuida como “Empire of Passion”, que le significó el premio al Mejor Director en el Festival de Cannes ese año.

Dos títulos más tienen la misma tónica: el filme de época “Tabú” (1999) sobre un samurái homosexual que llegó a la competición oficial del Festival de Cannes y “Max Mon amour” (1986), un estudio sobre la zoofilia, en el que Charlotte Rampling interpreta a una funcionaria diplomática que convierte a un chimpancé en su compañero sexual.

“Merry Christmas, Mr. Lawrence” (1983), sobre prisioneros de guerra de Australia e Inglaterra en el Japón de la Segunda Guerra Mundial, significó un alejamiento de sus raíces y una calculada forma de buscar más difusión internacional. Con música de Ryuichi Sakamoto (quien curiosamente tiene un papel secundario como guardia) y el rol protagónico del cantante David Bowie, fue su única película en inglés. Más que un aporte al género de filmes sobre campos de concentración implicó el descubrimiento de un actor que luego pasaría a ser director, Takeshi Kitano (acreditado como Beat Takeshi).

En “The New Biographical Dictionary of Film” (Knopff Books, 2010), David Thomson asegura que la mejor obra de Oshima es “La ceremonia” (1971) y lo sitúa como “el primer director japonés que parece estar funcionando totalmente integrado al mundo moderno”.

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