Orquesta Sinfónica y Festiva deleitaron con Novena de Beethoven
El Teatro Centro Cívico Eloy Alfaro no recibía un público numeroso (350 personas) para un concierto académico desde las presentaciones del III Festival Internacional de Artes Musicales Académicas 2010; sin embargo, la Orquesta Sinfónica de Guayaquil siempre ha mantenido asistentes cautivos desde que se instaló en su sede.
El pasado jueves quiso celebrar no solo su arduo trabajo, sino el aprecio de la ciudadanía con una presentación de La Novena Sinfonía de Beethoven con la parte vocal a cargo de su coro, Festiva, dirigido por Ekatherine Poukhiria y coordinado por Elías Tagle, además de los solistas Yasmine Yaselga (soprano), Yanina Murga (mezzosoprano), Andrés Córdova (tenor) y Alksandr Tamazov (bajo).
Las partes instrumentales del extenso regalo sonoro fueron impecables, bajo la dirección de David Harutyunyan, quien no dio ni el mínimo espacio a las disonancias o errores de interpretación.
Del primer al tercer movimiento (Allegro ma non troppo, un poco maestoso; Scherzo. Molto vivace, y Adagio molto e cantabile) la planta orquestal dio un concierto de primer nivel como los que ya se han hecho costumbre para los guayaquileños amantes de la música. En particular brillaron los percusionistas y la sección de los contrabajos, mientras la gesticulación del director se volvía cada vez más enérgica.
El Coro Festiva estuvo sentado tras la orquesta todo el recital y los solistas permanecían cerca del director y la fila de los primeros violines esperando su turno de intervenir. Al llegar el intenso y prolongado cuarto movimiento, Presto- Allegro ma non troppo- Vivace- Adagio Cantabile, el público ya había aplaudido los descansos entre una sección y otra de la obra de Beethoven, pero esperaba con ansias la parte vocal.
Su espera fue recompensada por una interpretación a cargo de los solistas, casi siempre guiados por Tamazov, un solo de Córdova que a pesar de su talento y calidad interpretativa se enredó al fusionar su voz con los instrumentos en algo ininteligible y unos impresionantes registros vocales de Murga y Yaselga combinados con el Coro Festiva. El problema fue que los setenta coristas no pudieron brillar en su solo, ya que les faltó proyección de voz: los instrumentos los opacaban o se los oía muy apagados en la intensa interpretación de la orquesta o de los instrumentistas con los solistas.
Al final, luego de un gesto remarcado de brazos de Harutyunyan y de que al director se lo notara agotado, la audiencia premió a músicos y cantantes con una ovación de pie y un aplauso continuado de al menos 4 minutos. Reconocieron el talento del novel coro e instrumentistas, pero algunos críticos se retiraron admitiendo que la obra de Beethoven es una de las más complicadas del repertorio sinfónico coral.