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Novela “La ceniza del adiós” se presentó en Quito

Novela “La ceniza del adiós” se presentó en Quito
06 de junio de 2013 - 00:00

En el Centro de Arte Contemporáneo de Quito (CAC), el periodista y actual director de Diario EL TELÉGRAFO, Orlando Pérez, debutó en la narrativa ecuatoriana con su novela “La ceniza del adiós”, bajo el sello de la editorial riobambeña Edipcentro. Con esta obra se abre  la colección Marcapáginas.

En un evento que duró más de una hora, la nueva propuesta de Pérez fue interpretada por el artista sonoro Fabiano Cueva y por la poeta cubana Liset Lantigua. En la mesa estuvo Roberto Freire, director de Edipcentro, quien destacó  el compromiso de su editorial por promover la literatura nacional.  

Fabiano Cueva dio inicio a la lectura de la novela y ofreció un audiovisual en el que se proyectó un poligrafiado sin portada que representaba un ejemplar que Pérez le entregó hace algún tiempo. Cueva, a través de esa instalación sonora y visual, pretendía reflejar “los ecos y resonancias ensartados en las páginas, como la música de Mercedes Sosa”. Para el artista, “el protagonista de la novela fue construido desde lo fallido”. Además, destacó que la obra “mantiene orden y una pulcritud”. Sin embargo, señaló que le faltó “algo de suciedad” al texto.

En el Centro de Arte Contemporáneo se reunieron varias personalidades de la cultura.

De su parte, la poeta cubana Liset Lantigua, con parsimoniosa voz, leyó un análisis sobre la interacción de los personajes en la novela, destacando cómo el protagonista, en su condición de moribundo, hace un viaje fundamental en la obra: vuelve para partir. Ella enfatizó que “se trata de una historia cuyo discurso, a pesar de ser inasible, nos sacude, nos golpea”.

La noche se desarrolló con un público atento a los pormenores de la novela que fueron compartidos. La publicación de esta obra tomó ocho meses. El fondo editorial ha publicado trabajos de otros autores nacionales como Luis Carlos Mussó, Santiago Páez y Javier Vásconez.

Al cierre de la velada, Pérez con emoción indicó: “nací en 1963, en la parte posterior del escenario donde ahora publico la confesión novelada de un moribundo”. En otro tiempo, en el CAC operaba el antiguo Hospital Militar. El autor sospecha que el azar articula de cierta manera una expresión que a veces puede definirse por medio de la literatura. “Creo que la literatura también alimenta, orienta; a mí me ha cambiado la vida, me desató un nudo de silencios atesorados por años”.

Pérez, decidido a  hacer buena literatura acudió a autores como Borges, Pessoa, Onfray y SalvadorPérez también puntualizó que “con esta novela su misión era hacer buena literatura”. Es decir, atender con acuciosidad los detalles literarios como la construcción coherente de los personajes o el correcto uso del lenguaje. Por consiguiente, tuvo autores de cabecera a quienes acudió durante el proceso creativo que duró un año: Jorge Luis Borges, Humberto Salvador, Fernando Pessoa o Michel Onfray. Tanto el título como el epígrafe guían al lector sobre qué temas se exploran en la obra, entre ellos el mundo de las telenovelas. “Los decesos de Jaime Roldós y Julio Jaramillo crean un marco referencial que sitúa la historia que escribí”, contó el autor.

La relación de Orlando Pérez con el arte literario no es reciente. En 2008 obtuvo una mención de honor en la Bienal de Cuento Pablo Palacio. Para él la novela “es el género narrativo por excelencia”; la asumió como un desafío por los amplios territorios que en ella pueden tratarse. Actualmente tiene un libro de cuentos salidos del horno y, también, está construyendo una novela “menos íntima pero de cariz histórico”, según reveló.  

Al final, ya entrada la noche, el autor firmó ejemplares de su novela para sus lectores. El acto convocó a decenas de personas. Entre el público asistieron medios de comunicación y los también literatos y poetas Abdón Ubidia, Raúl Pérez Torres, Andrés Villalba Becdach, Antonio Correa Losada y Efraín Villacís, entre otros.

En 253 páginas, la novela aborda la historia de un hombre a quien, a un día de cumplir 50 años, le queda menos de un año de vida. Entonces rememora aquellas “calles y casas que ya no frecuentaba”.

El relato de “La ceniza del adiós” está armado como un diario en que el protagonista con frialdad intenta definir su individualidad, aceptar la muerte  inminente y expiarse de un hecho que lo atormenta. La narración contiene guiños intertextuales con el cine, la literatura y la música.

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