Entrevista / josé hidalgo anastacio / artista visual
“No te legitima la estructura del arte, sino la visibilidad”
Este año el artista guayaquileño José Hidalgo Anastacio continúa con el trabajo de su serie Transmutatio Mensura, una investigación en torno a los procesos, convenciones y protocolos históricos de cuantificación física del mundo que ya no tiene vida en el plano de lo útil. Con una obra de este núcleo productivo ganó el premio de pintura latinoamericana Arcos Dorados, en mayo de 2014, como parte de la feria de arte de Buenos Aires –ArteBA–. Hace una semana cerró Wenn hier dort wäre, su última muestra individual en la Galería NoMínimo, y se alista para viajar a una de las ferias de arte contemporáneo más importantes a nivel global, ARCO de Madrid.
José Hidalgo trabaja desde la preocupación de los procesos que tienen que ver con la forma y cómo históricamente se ha asumido desde el mundo del arte. Le interesa negociar con otros saberes que también son cercanos al arte porque construyen procesos formales de representación de ideas de la realidad. “Me interesa no solo la forma, sino la procedencia de esas medidas que puedan detonar en conflictos entre países o relaciones de poder entre situaciones ligadas a la idea de Estado Nación. Encuentro relaciones en la diversidad cultural de las medidas que existían hasta el siglo XVIII”, comenta el artista.
Desde que inició sus estudios en artes visuales en el Instituto Tecnológico de Artes del Ecuador (ITAE), en 2005, el artista viene escuchando sobre un supuesto ‘boom’ del Arte Contemporáneo en la ciudad con eco en los medios. Se reconoce descontento con el manejo del tema, así como de la falta de especialización que existe y de la cual ha sido parte desde que ganó el primer lugar del Salón de Julio que organiza anualmente el Museo Municipal de Guayaquil, en 2011, y en 2013 cuando se acreditó uno de los primeros lugares del premio el Batán.
A pesar de que hay mayor presencia de los artistas ecuatorianos dentro y fuera, al menos desde el trabajo de espacios privados, sigue sintiéndose la falta del peso de la crítica, ¿cree que eso afecta su visibilidad?
Claro que sí, es una situación de orden orgánico. En principio no creo que haya tanto movimiento porque si vas a Bogotá, el movimiento es bestial, hay muchas galerías, artistas que son referente a nivel global. Cuando hablas de arte colombiano, con esa etiqueta, tienes de qué hablar porque ha habido una circulación a nivel global, a partir de una institucionalización interna y lo cual es primordial, es un paso básico y eso falta mucho acá. No creo que se pueda hablar de arte ecuatoriano con esa etiqueta porque hacen falta muchas más políticas de amplitud y efectivas como para hablar de una etiqueta a ese nivel. En el caso de Guayaquil, que es el caso del que más puedo hablar, creo que hay esfuerzos en la escena. En Guayaquil, el movimiento que hay no es porque haya una gran escena, existe una escena que se está diversificando y ocurre por distintos factores, uno de ellos es que desde hace 10 años hay una escuela de arte en la ciudad y se ven los resultados de gente que se ha graduado ahí así como de quienes han tenido una cercanía a ese ambiente intelectual y productivo, más allá de lo académico.
Y en cuanto a la crítica...
Con las instancias críticas sucede lo mismo que con la producción, cuando hay una escuela teórica en la ciudad va a haber camada de personas que tengan ese ejercicio profesional que lo quieran llevar como proyecto de vida. Hay gente que lo tiene, otros que deben mezclarlo con otro tipo de trabajos, eso va a mermar. Instancias críticas sí hay, pero no son institucionales, son públicas a medias. No existe una consolidación para que cualquier ser humano interesado en arte pueda acercarse a un texto, a una publicación y de alguna forma pueda tener a la mano varios criterios que le permitan conocer mejor lo que ocurre en la instancia artística. Este es un mundo profesional totalmente aparte, que maneja conceptos y procesos que hace tiempo son bastante especializados.
¿Qué necesitan las artes plásticas en cuanto a políticas públicas?
Las culturas como tal viven sueltas, no porque haya un ministerio se van a dejar de plantear sentidos culturales, obviamente cómo nos relacionamos con el mundo es parte orgánica de nosotros como seres sociales. La instancia del arte es otra cosa y sobre todo porque hay un ámbito de carrera a partir de producción y competitividad a nivel global. Es un ámbito de trabajo, igual que se puede medir la competitividad de los países más institucionalizados, cuáles son los que tienen mejor calidad de vida, igual que puedes medir la cantidad de investigación cuántica que hay en el país, también se puede hacer en el sector del arte y a partir de eso generar incentivos, yo creo que se requiere de eso. Aquí el problema es que las diferentes instituciones que existen tienen directrices anacrónicas.
¿Se refiere a la Casa de la Cultura y el Museo Municipal?
Sí, son instituciones donde los nortes no están bien definidos, y se defienden con procesos que hacen a nivel más global. Desde las instituciones creo que hay criterios muy desfasados, incluso puede haber buenas intenciones, puede haber personas que de alguna manera no han hecho click y es algo que no solo ha ocurrido en el mundo del arte, sino en el mundo cultural; hace más de 20 o 30 años, y están ahí porque hay una cercanía política por lo general, y es penoso porque la idea es poner a gente que tenga más criterio, pero más puede ese parentesco político o ideológico.
En ese contexto de los dos salones que se hacen en la ciudad, ¿crees que es una iniciativa desperdiciada?
Yo no sé si es un esfuerzo o simplemente un hábito. Los salones de Julio y Octubre tienen más de 50 años ambos y no se han interrogado la estructura del concurso. Eso funcionaba hace 50 años y en ese tiempo ya se estaba cuestionando en ciertas partes del mundo. Con el Mariano Aguilera, por ejemplo, hubo una reestructuración acorde con la actualidad. Ahora premia la trayectoria, producción, incentiva a quienes quieran hacer curaduría, investigación y crítica.
Y estos espacios son los que legitiman una carrera artística...
Al final los premios en todo país funcionan como instancias legitimantes, y los trabajos también son legitimantes. No veo un proceso institucional que haya sido orgánico, que como Colombia ha ido produciendo tanto público como privado instancias que legitimen, hay becas y apoyo de forma continua, hay todo un sistema de manera que se ha ido articulando con el tiempo. Acá es como decía Óscar Santillán y es como muy fácil tener visibilidad porque como no existen instancias duras, tener un poco de visibilidad en un salón, hacer una exposición individual y moverte, te da presencia en la escena. Acá son pocas las instancias que te puedan legitimar.
Pero quienes están en la esfera artística de la ciudad siguen enviando su producción a estos espacios que no tienen una rigurosidad, pero que finalmente legitiman una carrera artística…
El FAAL, el Salón de Julio son espacios que finalmente sí legitiman a las personas; a mí me legitimó el Salón de Julio. Gente de Quito nos pregunta que por qué se siguen enviando trabajos a estos certámenes, alimentando a una institución que debe cambiar la estructura. Aquí no te legitima la estructura del arte, sino la visibilidad a partir de estos chispazos que tienen por hábito las instituciones públicas, y por otro lado tu producción, pero tener tus exposiciones individuales o moverte desde otro lado es algo que se queda más bien entre gente con mayor cercana a ti.