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“No solo por dinero, sino por nuestras costumbres”

“No solo por dinero, sino  por nuestras costumbres”
23 de septiembre de 2012 - 00:00

Antes de vender pulseras, collares o bolsos, Manuela Omari cuenta la historia de cada artesanía. “Los ñancas (adornos con un sonido similar a las castañuelas) se ponen en los tobillos para que suenen al ritmo de la música. Si el clima está   seco, se agitan en el baile y luego caen el agua”. Si el cliente no gusta del accesorio, Manuela no se rinde.

Con gran afán se apresura para mostrar el collar hecho con pantomo y oyacobo, semillas típicas de Tubekaweno (provincia de Orellana) que la comunidad waorani recoge para elaborar su bisutería cultural. Pero Manuela   más que artesana: es una madre y líder que ha impulsado a las mujeres de su comunidad a hacerse empresarias, lo que no ha sido fácil. El obstáculo más duro: “difundir la riqueza de nuestros ancestros”.

¿Cómo nació la de difundir en las mujeres de su comunidad el deseo de crear artesanías para vender?

Mi madre me enseñó de chiquita a elaborar artesanías. Es algo que todas hacemos. Para las niñas es fácil coger las semillas y hacer una manilla. Por ejemplo, yo puedo hacer una falda de corteza de árbol en media hora y una canasta de otome en 30 minutos. Y yo siempre me dije: hacemos esto y deberíamos venderlo. Pero no para nosotras, sino para apoyar a nuestros esposos, para comprar medicinas.  Esta es una costumbre que las waorani transmiten de generación en generación.

¿Esta venta es solo comercial?

No solo para tener dinero, sino para mantener nuestras costumbres. Las petroleras compran nuestra tierra, pero ya no quiero depender de la plata que nos dan por los árboles. Quiero que las mujeres mantengan nuestra forma de vivir.

¿Cómo inició el apoyo empresario para difundir el proyecto?

Este trabajo ha sido   duro. Los esposos se molestaban cuando no encontraban a sus mujeres. Fue difícil convencerlos. Tampoco la gente compraba nuestras artesanías. Aunque eran   bonitas. Yo he visitado muchas organizaciones para que nos apoyen. La Usaid fue una de las primeras. La comunidad internacional ha empezado a conocer sus trabajos… Sí. Les gusta mucho. En 2002 estuve en Bolivia, donde la gente me compró todo. En 2011 fui a los Estados Unidos y   llevé unas 10 piezas. Todo eso se vendió en 600 dólares.

En este proceso ¿cuál ha sido su mayor satisfacción?

Que al final la gente ha creído en el proyecto. Ahora la agrupación  amwae, a la que pertenezco, ya ha organizado talleres de capacitación para 400 mujeres que elaboren las artesanías. Lo mejor es que sus productos tienen marca: Waorani. En cada pieza se coloca una ficha que indica el nombre del artesano y la comunidad a la que pertenece. Esta capacitación ha llegado a unas 10 de las 34 comunidades waorani.

¿Cuál es el proyecto de la comunidad a plazo inmediato?

La comunidad trabaja ahora en la construcción de viveros en las comunidades. Ahí sembramos plantas medicinales para cuidarnos de las enfermedades. Pero no es solo eso, sino que así los jóvenes y niños van a aprender la importancia de cuidar estas plantas.

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