"Natura Naturata" lleva sus tejidos a Violenta
La naturaleza es una construcción estética-social, dice Anamaría Garzón, investigadora y docente de la Universidad San Francisco de Quito. La tercera versión de Natura Naturata, la muestra que llegó a montar el viernes pasado en Violenta, en el sur de Guayaquil, teje hilos con seis obras que vinculan lo humano con lo natural.
Natura Naturata se remite a Aristóteles, comentado por Averroes en la Edad Media. La muestra gira en torno a la idea del filósofo Baruch Spinoza en el siglo XVII, cuando sostiene que el mundo es producido.
Garzón parte de un texto del historiador y crítico de arte T. J. Demos, en el que considera a la Constitución ecuatoriana como radical y única al otorgarle derechos a la naturaleza -en el artículo 10-, junto con la de Bolivia.
Garzón piensa que otorgarle derechos a la naturaleza debía abrir una discusión sobre su concepto; sin embargo, esa idea legal segmentó a la sociedad civil de los grupos que trabajan contra la minería y la explotación petrolera, quienes defienden sus territorios como los encargados de proteger su entorno natural.
Bia Monteiro reproduce la exploración en la selva brasileña de Von Martius. Intenta medir el bosque a brazadas para describirlo.
“Pero seguimos tratando a la naturaleza como un agente aislado de nuestra vida cotidiana y tampoco hemos entendido que nosotros, como sujetos modernos, configuramos la idea de lo natural como una construcción estética y social”, dijo en una entrevista horas antes de haber inaugurado la muestra.
La curadora piensa que nunca entró en discusión qué es eso que se protege y qué relación tienen los humanos con los seres no humanos.
En esta tercera versión de Natura Naturata (las otras dos se montaron en Quito y en Cuenca), Garzón trabaja con las propuestas de Bia Monteiro, Paúl Rosero, Sofía Acosta y Martina Avilés, Agata Mergler y Cristian Villavicencio, Brenda Vega, Teo Monsalve.
En Re-midiendo la tierra firme, Monteiro pretende abarcar la selva con sus brazos. Abraza los árboles e intenta completar la distancia con una ilusión óptica que ata cada dedo de la mano derecha a la izquierda. Durante una estancia en la Reserva Forestal Adolpho Ducke en Manaos, Brasil, recurre a los métodos que inició hace 200 años Von Martius para describir la complejidad del bosque y se fotografía a sí misma en el intento, en blanco y negro; y sola.
Brenda Vega tiene un cuerpo de obra fotográfica que investiga la relación entre el objeto y la máquina por medio del colapso análogo-digital.
Sofía Acosta y Martina Avilés replican La Malamadre, esa planta que bota a sus hijuelos para seguir su proceso de vida y que el hombre decide nombrarla con un estigma. Las artistas cuestionan el hogar en un cuadro en el que la planta está en primer plano sobre el tapiz de un hogar ochentero.
Brenda Vega presenta Orientación al objeto, una serie fotográfica en la que los objetos afectan los espacios naturales. La artista reproduce aquella idea en la impresión de una foto al alzar el escáner para que la luz varíe en el objeto final.
WAVE: 5000 años después, 2013-16, la obra de Paúl Rosero que presenta esta selección, parte de los experimentos del autor en 2013 para observar la vida de los gusanos de seda, una especie modificada.
Rosero los utiliza como sustento de estudio de la migración, el intercambio y la distribución de formas de pensamiento y acción del ser humano, en relación con otras especies animales y su sobreexplotación con fines capitalistas.
Theo Monsalve crea, a través del collage, una capa de contenidos sobre la ciencia en Migración Neotropical. (I)