Música y alegría marcan velada libertaria quiteña
Luces, cantos de libertad y representaciones históricas inundaron iglesias, plazas, museos y calles del centro de la capital.
Después de 200 años el grito de independencia recobró vida en la voz de los quiteños. La Merced, San Agustín, Carapungo, Solanda, Cotocollao y los Valles vivieron intensos momentos de reconocimiento de libertad por el que cientos de patriotas lucharon hace dos siglos.
En el Norte, los sectores de San Carlos, Cotocollao y Calderón disfrutaron de exposiciones de artesanías, danzas, juegos populares, pintura y presentación de grupos musicales que pusieron a bailar a extranjeros, visitantes y propios de la capital.
En el sur de la ciudad el Parque María Augusta Urrutia fue el escenario para la reunión de la comunidad, quienes disfrutaron desde las 15:00 una muestra de tradiciones como los tejedores y ladrilleros de Chilibulo, hierbateras de Lloa y medicina tradicional.
Teatro, títeres, mágia envolvieron a grandes y pequeños que durante los actos buscaban algo de sombra para cubrirse del incesante sol capitalino.
Para todos los actos hubo diferentes chivas animadas que con música y baile transportaron a los ciudadanos a los diferentes puntos de encuentro que tenían lugar en la “Carita de Dios”.
Mientras avanzaba la noche por la popular “cuesta de los suspiros”, los fogones de vendedores ambulantes se encendían de a poco, brindando comida y bebida caliente para aplacar el frío capitalino.
La Plaza de la Independencia se iluminó con los rayos que se desprendían desde el Palacio Presidencial, que apuntaban al cuarto de luna menguante que daba claridad a una noche despejada y un cielo estrellado.
El Palacio Arzobispal acogió a las personas que querían resguardarse del frió y viento que aumentaba con el paso de las horas. Ofertas de comida y danzas en su interior fueron el atractivo.
La Catedral, el Palacio Municipal y el Palacio de Gobierno cobijaron la Plaza de la Independencia que reunió a cientos de personas, quienes corearon canciones como El alma en los labios y Pasional en la voz de Israel Brito. Luces verdes, rojas, amarillas y azules dibujaron el contorno de Carondelet; sus arcos y ventanas sobresalían a la mirada de los presentes, así como las imágenes del escudo, la bandera y el ferrocarril se proyectaron en las blancas paredes del Palacio.
Pantalles gigantes ayudaron a los asistentes que llegaron más tarde y no alcanzaron un puesto cerca de las tarimas colocadas en las distintas plazas del centro.
Margarita Lasso, Hugo Idrovo, Quimera, Viviana González cantaron pasillos y albazos por distintas plazas en las que disfrutron de las conocidas empanadas de queso gigantes. La Plaza de San Blas ofreció a los asitentes música de tambores, y en la Plaza del Teatro la artista afroecuatoriana Karla Kanora fue la representante de un show de diferentes grupos afros que expusieron su cultura artística a través del baile.
En La Ronda los artistas callejeros, a pesar de no estar en el programa oficial, encontraron sus espacios. Confundiéndose entre las personas, al ritmo de tambores y cantos amenizaron la interminable calle que también acogió a mimos y guitarristas. Para acompañar el frío no faltaron los dulces típicos como las mistelas, espumillas, algodón de azúcar, canguil y canelazos.
Bajo la mirada de la Virgen del Panecillo, los distintos lugares se encendieron, así como en 1809 los patriotas se ubicaron en distintas calles del Quito colonial para que el grito de libertad sea escuchado.
Personajes como Eugenio y Manuela Espejo caminaron por la calle Chile, levantando banderas de Quito y el Ecuador, mezclándose entre las personas, gritando “libertad, libertad, pasión y lucha” aumentaron la algarabía de quienes asombrados los veían pasar.