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El Telégrafo
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Música de capilla de los siglos XVII y XVIII se compila en libro

Gustavo Lovato es director musical de la Fundación Filarmónica Casa de la Música. También dirige el coro Cantus Firmus que interpretó seis piezas del libro de 38 partituras.
Gustavo Lovato es director musical de la Fundación Filarmónica Casa de la Música. También dirige el coro Cantus Firmus que interpretó seis piezas del libro de 38 partituras.
Foto: Miguel Jiménez / EL TELÉGRAFO
17 de enero de 2018 - 00:00

Los maestros de capilla eran los custodios de un archivo musical que da cuenta de las composiciones locales de hace siglos. Mientras este oficio fue desplazado por conjuntos u otros instrumentistas que interpretaban música en iglesias y conventos, los documentos -como partituras y misales- fueron desperdigándose y el registro era más difícil de rescatar y actualizar.

La notación musical ha cambiado con el paso del tiempo. Por ello, los musicólogos que trabajan en la recuperación de partituras tienen que hacer un trabajo de traducción, como la que hizo el argentino Miguel Juárez sobre 41 partituras que la Casa de la Música ha publicado con el título Villancicos, romances y chanzonetas (Archivo histórico de la Diócesis de Ibarra, Ecuador. Siglos XVII y XVIII).

El repositorio de estos documentos patrimoniales, en la capital imbabureña, es de acceso público. Entre los investigadores que han trabajado sobre estos archivos están Mario Godoy Aguirre, Pablo Guerrero, Honorio  Granja y Jorge Isaac Cazorla. Este último fue director del Archivo histórico del Banco Central en Ibarra, entidad que gestionó uno de los mayores trabajos archivísticos durante la segunda mitad del siglo XX.

Desde 2005, Juárez -quien reside en Ecuador hace 13 años- se dedicó a adaptar las partituras a la notación moderna. Manuel Blasco, José Ortuño, Gonzalo Pillajo y otros autores no identificados fueron quienes crearon las piezas compiladas, recuerda el maestro Gustavo Lovato, director de la Fundación filarmónica Casa de la Música, encargada de las grabaciones.

El miércoles pasado, el coro Cantus Firmus -que también dirige Lovato- interpretó 6 piezas recogidas en el libro, en la Casa de la Música, entre las que estuvieron ‘Vamos todos a ver (GIJ 01)’ y ‘Jilgueritos divinos (GIJ 13)’ de Ortuño; y, ‘La Chacona Me piden Vaya (GIJ 05)’, de Blasco. Lovato grabó junto con Cantus Firmus 38 de las obras rescatadas; 3 no pudieron ser reconstruidas por el estado en que estaban.

El coro Cantus Firmus grabó las 38 obras de maestros como Manuel Blasco, José Ortuño o Gonzalo Pillajo. También interpretaron 6 de las piezas. Foto:  Cortesía / Estefanía Pérez

Los 4 tomos de este título contiene 3 CD, que se produjeron en 3 años y medio de trabajo. Desde 2013, las sopranos Vanessa Valladares, Nataly Sánchez; las contraltos Catalina Morocho y Andrea Cóndor; los tenores Carlos Capelo y Alejandro Roditti; los bajos David Oña y Daniel Mosquera; la arpista Camila Zaldumbide y Juárez como organista se enfocaron en estos villancicos, romances y chanzonetas.

La noche de la presentación, Juárez recordó el trabajo del musicólogo estadounidense Robert Stevenson, quien, en la década del sesenta realizó un estudio sobre la música en la Real Audiencia de Quito, que fue editado en inglés. “En el año 2000, una versión de ese libro se editó en español. Allí, Stevenson dijo que no ha podido hallar música de tiempos coloniales, ni siquiera en la Catedral de Quito”. El investigador dejaba suelta la posibilidad de que un manuscrito apareciera entre los libros de cantos gregorianos que se conservan en gran número en los museos de la Catedral y en conventos como los de Santo Domingo y San Francisco, también ubicados en el Centro Histórico de Quito.

Cazorla fue uno de los mayores compiladores del archivo en Ibarra y Godoy Aguirre realizó el primer escaneo fotográfico de los manuscritos originales. Se trata de unos 300 folios, según Juárez, quien explicó que cada legajo contiene partes separadas para los cantantes. “No existe una partitura general (de cada composición), como si fuese una obra coral. Hay partes exclusivas para soprano, alto, tenor o bajo... tuvimos que armar cada partitura para que tuviera un formato legible para los músicos modernos”.

Entre 1670 y 1730 fueron escritas las obras. Blasco fue maestro de Capilla de la Catedral y falleció en 1695, lo cual confirma que sus manuscritos tienen más de dos siglos de antigüedad.

Las religiosas del monasterio de la Inmaculada Concepción, en Ibarra, conservaron parte del archivo. La publicación de las partituras fue una iniciativa de Alicia Coloma de Reed, quien conocía la investigación silenciosa que llevaban a cabo varios musicólogos y apoyó la edición de 500 ejemplares de los tomos y 700 de los discos. (I)

Archivos

Dos repositorios religiosos

Las monjas del monasterio de la Inmaculada Concepción, fundado en 1671 en Ibarra, conservaron una parte de los archivos pese a que, en 1868, un terremoto cobró la vida de 13. La Diócesis de Ibarra es el repositorio actual.

38 de 41 piezas musicales han sido transcritas a notación moderna por Miguel Juárez y fueron granadas

Un Archivo por encontrarse

Diego Lovato fue el primer maestro de capilla mestizo que tuvo la Catedral de Quito, pero el registro total de sus partituras no está localizado. Diego Rodríguez Estrada hace otra investigación en Otavalo.

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