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Murió Peter Mussfeldt: el ecuatoriano que nació en Alemania y que nos ayudó a mirar con más cariño al país

Murió Peter Mussfeldt: el ecuatoriano que nació en Alemania y que nos ayudó a mirar con más cariño al país
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21 de noviembre de 2021 - 12:57 - Eduardo Varas

Era 1972 cuando apareció un logo de un banco, que cambiaría muchas cosas aquí, en el mundo del diseño, en la comprensión de lo que una idea, una abstracción, podía conseguir. Eran círculos y líneas verticales que se abrían espacio en una especie de hoja azul. Las curvas como gestos vitales, que trasformaron incluso a las partes rectas. Como si algo redondo, hasta cuando debía seguir un camino construido bajo los designios de una regla, siguiera siendo algo que gira, que se tuerce, que quiere moverse

No eran círculos y líneas. Eran una “b”, una “d” y una “p”. Era el logo del Banco del Pacífico. Una acción creativa y de identidad que vino a remover todo.

Un punto de partida para el ejercicio de la memoria nacional, de diseño, de ver algo donde los demás no veían. Y de entregar una conciencia al ecuatoriano y ecuatoriana, que no solo vieron, aceptaron y vistieron el trabajo de Peter Mussfeldt.

Hoy él ya no está más. Falleció a las 19:00 de este 20 de noviembre de 2021, en Guayaquil, la ciudad en la que este alemán se asentó luego de su llegada a Ecuador, en 1962. Un hijo de la posguerra, nacido en 1938 y que, entre la publicidad, el arte y la enseñanza, se convirtió en referente en un país sudamericano, del que no se quiso despegar una vez que arribó.

Lo que Peter Mussfeldt hizo en Ecuador, en casi seis décadas en las que vivió y fue parte de este país, significó darle fuerza a la memoria iconográfica nacional. Esto a través de una serie de piezas, muestras y proyectos grabados a fuego en la historia. Porque más allá de su trabajo en lo publicitario —además del logo del banco están los clásicos logos de Ecuavisa y Grupo Noboa, y de instituciones como el Maac y el Museo Nacional, entre otros— hay toda una línea al hablar de él que no se puede dejar de lado.

Todos quienes nacieron y crecieron entre las décadas de los 80 y 90 le deben a Mussfeldt una relación intensa, colorida y cercana —propia de la cultura popular— con las Islas Galápagos. Esto gracias a las camisetas que él empezara a diseñar en los años 70 y que se convirtieron no solo en éxito, sino en una herramienta de turismo, nacional y extranjero, así como un mecanismo para aproximarse a los lobos marinos, cangrejos, galápagos, piqueros, fragatas y flamencos que aparecían ilustrados, con una tipografía delgada, con letras que se cruzaban, en las que se leían “Galápagos” y “Ecuador”.

Durante el lanzamiento de la novela "Kazbek", en mayo de 2009: Francisco X Estrella, Leonardo Valencia, Peter Mussfeldt y Juan Secaira. Foto: Eduardo Varas

Quizás el gesto más importante de orgullo nacional que se pudo hacer en una época donde la identidad se construía sobre hitos bélicos. Los colores, los trazos, la fauna y el país, todo en un mismo plano, generando una nueva puesta en escena.

Mussfeldt no creó Galápagos, obviamente, pero nos ayudó a mirar las islas con más cariño.

Esta relación con la fauna, con las formas de la naturaleza, se reflejó otras tantas veces en la obra de Mussfeldt, que empezó sus estudios en la Alemania oriental y quien luego escapara del lado comunista, para enfrentarse a un mundo lleno de colores y formas que no habían sido parte de su crecimiento. En series como “Pájaros”, de 1974, incluso tomó trazos arqueológicos cercanos a la educación ecuatoriana, para generar estos seres alados, como figuras armadas sobre la tierra.

¿Solo eso? No, incluso esa conexión llegó al terreno de la literatura. Fue gracias al contacto con el escritor Leonardo Valencia, que dibujos de 16 “bichos” —que Mussfeldt le envió a Valencia a Barcelona, para que hiciera / escribiera sobre ellos lo que quisiera—, se volvieron un libro. En la novela “Kazbek”, de 2008, el artista conocido como señor Peer le entrega a Kazbek sus dibujos basados en criaturas que surgen luego de la erupción de un volcán en Ecuador.

Es ficción, pero Mussfeldt está ahí, como un reflejo de Peer en la realidad y con sus dibujos —en blanco y negro–, que acompañan al libro.

No fue un gesto único. En 2014 apareció el libro “Soles de Mussfeldt, viaje al círculo de fuego”, que incluía sobre todo serigrafías que el artista definió como “soles” y que venía creando a lo largo de toda su carrera. Valencia aporta con un texto literario que habla sobre el proceso de Mussfeldt y reflexiona sobre el arte de los últimos años.

En 1980 se nacionalizó ecuatoriano. Y aparece como ecuatoriano en el volumen dos sobre la historia del diseño gráfico mundial, que editorial Taschen publicara en 2019. Se dedicó a la cátedra en la Universidad Casa Grande, de Guayaquil.

No hay forma humana de asumir a Peter Mussfeldt como alemán. Ya no. Fue un ecuatoriano más, uno que nació en Berlín y que cerró sus ojos en Guayaquil. Y que enseñó a ver con ojos de maravilla y encanto todas esas formas y seres que estaban ahí y que mirábamos como si los diéramos por hecho. Solo por esa acción —una de las tantas—, se puede celebrar a Mussfeldt. Pero razones siempre habrá muchas.

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