Una muestra recuerda a Paúl Rivas, el pintor de la luz
En un cuadro que contenía un atardecer que resaltaba la sombra de una iglesia, el fotoperiodista ecuatoriano Paúl Rivas escribió una frase que definía su trabajo y el espíritu con el que siempre hacía las cosas: “Muchas personas escriben con tinta, yo lo hago con la luz y el corazón”.
Se trataba de un regalo que le hizo a su hija Carolina, a quien le decía, cuando la retrataba: “Nunca pierdas esa mirada sincera y esa sonrisa tierna”. Paúl Rivas –quien junto con sus compañeros Efraín Segarra y Javier Ortega fueron secuestrados y asesinados por el Frente Oliver Sinisterra- solía poner mensajes en uno de sus trabajos.
“Tú lees eso y sabes que no se fue, que él seguirá presente en cada fotografía mientras estemos vivos”, dice serena su hija, mientras su tío Ricardo –hermano de Paúl– la abraza.
Una exposición fotográfica con algunas imágenes premiadas de Paúl se exhibirán hasta finales de este mes en el hall principal del Municipio de Quito, de lunes a domingo, de 08:30 a 18:30.
La muestra denominada El Pintor de Luz rinde homenaje a la labor de un fotoperiodista cuya atenta mirada auscultaba en las historias más lacerantes de la sociedad, como la de los desaparecidos en Ecuador o la de los conflictos en la frontera norte. También era un apasionado de la fotografía deportiva.
El 25 de abril pasado –justo un día antes de cumplirse un mes de su secuestro– Paúl hubiera cumplido 45 años y todos sus amigos y familiares lo esperaban con ansias para celebrar su regreso.
La historia fue distinta y cuando se confirmó su fallecimiento sus seres más cercanos decidieron rendir tributo a su memoria exponiendo sus ensayos visuales.
La periodista Ana María Carvajal conoció a Paúl hace más de 12 años en El Comercio y fue su mejor amiga. Ahora, junto con Carolina y Ricardo, es quien está detrás de esta muestra que exhibe tres series fotográficas.
“Siempre hablan de él como el chistoso, el tipo descomplicado, que lo era, y mucho, pero también era una persona con una sensibilidad única. Era muy detallista, decía que hay que madurar las ideas, darles vueltas hasta encontrar el concepto perfecto”, recuerda Ana María.
El Pintor de Luz reúne la serie de retratos de desaparecidos que hizo en 2013. Sobre los cuerpos desnudos de los familiares –quienes cargaban las fotos de sus seres ausentes–. Paúl pintó mensajes en los que se leía: “¿Hasta cuándo?” “Un mundo vacío sin ti” “Basta de impunidad ¡Justicia!” “Ñaño, necesitamos encontrarte” “Vacío en el corazón” o “El aire es muy denso sin un ser amado”.
Ricardo remarca que en la obra de Paúl se agrupan los valores con los que él trabajaba: solidaridad y humanismo.
“Siempre va a ser un niño, mantenía intacta esa esencia”, recuerda su hermano, quien ha estado presente desde que sucedió el secuestro en todas las manifestaciones, plantones y viajes al exterior.
Ha tenido que inventarse el tiempo y la energía para estar presente y atento en donde se lo necesite. Ahora demanda al Gobierno mayor agilidad para traer los tres cuerpos.
La segunda serie es un reportaje gráfico que realizó en su penúltimo viaje a la frontera norte, en Palma Real, una población conchera de Esmeraldas en la que los niños pasan jugando sin saber –o quizás sí– que alrededor suyo la violencia está más presente que nunca.
Las últimas imágenes expuestas son sobre la despedida del atleta ecuatoriano Jefferson Pérez como marchista, en Murcia.
La familia adelanta que en el futuro hará más muestras con su trabajo inédito. (I)