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El Telégrafo
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Miguel Donoso Pareja, el maestro de las letras

Miguel Donoso Pareja, el maestro de las letras
17 de marzo de 2015 - 00:00

Miguel Donoso Pareja (13 de julio 1931-16 de marzo de 2015) se jugó todo por la escritura. “Denle un problema a Miguel Donoso y él les devolverá un cuento”, dijo el escritor mexicano Juan Villoro en el último homenaje que recibió en vida a finales de noviembre de 2014, en el cual no estuvo presente por inconvenientes de salud. Esa vez, en la Casa de la Cultura, las butacas apenas fueron suficientes para los lectores que se dieron cita en el auditorio. Una vez que se ha confirmado su deceso lo seguimos recordando. Miguel Donoso nunca paró de escribir a pesar del mal de Parkinson que desencadenó su deceso y siempre estuvo dispuesto a reanudar sus talleres con los que guió a una generación de escritores. “Todos los que alguna vez pasamos por los talleres de literatura de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, le debemos algo a Miguel Donoso”, escribió Fernando Escobar Páez.

El comunicador y editorialista Pablo Salgado, otro de los alumnos y amigos de Donoso Pareja, fue en su representación al homenaje y leyó la carta en la que expresa: “No soy el responsable de que hicieran un volumen de mis Cuentos completos, eso lo tiene cualquiera, es un lugar común. Algún día publicaré ‘cuentos incompletos’ y uno ‘casi...’ que va más con mi onda. ‘Casi’ inquiere el lineal, ‘casi nada’ implica el retorcido sin saber si habrá un día que sea algo, es decir: posible. Pero no poder ir a Quito tuvo su precio. Además de no ver ‘la nalguita de Dios’ que tiene sus encantos, sin duda alguna, no pude saludar y conversar con amigos muy apreciados que llegaron a Quito. Estoy particularmente triste por no ver a Juan Villoro. (...) En el transcurso de los días me vi constantemente beneficiado de homenajes, ediciones de libros, elogios, entrevistas, incluso televisivas. Más parecía un cantante que un escritor. No me quejo, simplemente lo señalo. Es triste sentirse un Maradona cualquiera, recontrafamoso y adorado por las masas, cuando uno aspira a ser un casi anónimo escritor. Onetti, Rulfo, Monsiváis, Galeano... más solitarios que la gran flauta”.

Cuenta el escritor mexicano Juan Villoro que Miguel Donoso Pareja le indicó que debía dejar de asistir a sus talleres y terminar de desarrollar su propio estilo. Allí recordó que su maestro le dijo alguna vez que los talleres literarios podrían ser como las muletas que tenía un herido que se recupera pronto, pero tiene miedo de seguir caminando por cuenta propia, entonces, debe integrar la tijera del crítico a su interior para continuar como lo hizo el autor de Arrecife.

Martha Palacio, directora de comunicación en el período que Edmundo Ribadeneira llevó a Miguel Donoso a la Casa de la Cultura de Quito para iniciar los talleres literarios, recuerda que por ahí pasaron talleristas y escritores comoHuiloRuales, Gustavo Garzón (desaparecido), ByronRodríguez y Alfredo Noriega. Palacio recuerda que la consigna de Donoso era que ningún autor debería escribir como él.En un libro, de esos tantos que trabajó como parte de sus talleres literarios, escribe -citando a Julian Barnes- su creencia en el estilo como una esencia que no se puede imponer, como una virtud que se moldea. El guayaquileño seguía escribiendo a pesar de su enfermedad. Enviaba discursos a diferentes diarios del país. Fue columnista de diario EL TELÉGRAFO desde 2008 hasta el año pasado.

Pero Donoso Pareja, de filosofía marxista, no siempre fue escritor.  En 1948 empezó a trabajar de ayudante de ventas de la Subdirección de Subsistencias del Litoral. En 1949 fue inspector-profesor del Vicente Rocafuerte por las mañanas y de tarde concurría a la sección Reclamos de la Flota Grancolombiana y se embarcaba durante las vacaciones de invierno, viajando y conociendo puertos tan lejanos como Vancouver, New Orleans, Bremen y Hamburgo, según recuerda el diccionario bibliográfico Rodolfo Pérez Pimentel. Ya en 1951 comenzó a frecuentar la casa de Enrique Gil Gilbert que lo aconsejaba en cuestiones literarias, también concurría al Núcleo del Guayas de la CCE, donde hizo amigos, como Jorge Fabara Castel y entre los jóvenes poetas y literatos de izquierda.

Ganador del Premio Nacional de Literatura Eugenio Espejo en 2006, el guayaquileño resaltó en la narrativa y el ensayo. Entre sus obras más importantes están Henry Black (1969), Sin ánimo de ofender (1986), Última canción del exiliado (1989), Hoy empiezo a acordarme (1994) y Ecuador: identidad o esquizofrenia (1998).

Villoro dijo vía correo electrónico que la pérdida de Donoso Pareja es una “noticia demoledora”, sin duda no solo para él, sino también para las letras ecuatorianas. El mal de Parkinson lo alejó de la escritura y lo mantuvo internado en varias ocasiones hasta su muerte. Su familia planea un velatorio desde hoy.

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