México.-

El intelectual y escritor mexicano Ernesto de la Peña recibió hoy un homenaje póstumo en el Palacio de Bellas Artes de la capital mexicana, donde fue reconocido por amigos y compañeros como un erudito de las letras universales.

"No solo desaparece un hombre excepcional, sino con él todos los enormes tesoros que con su prodigiosa memoria guardaba en su cabeza, desaparece con Ernesto de la Peña un pozo de sabiduría y una fuente de luz", dijo el escritor Eduardo Lizalde, quien participó en la ceremonia.

El féretro de De la Peña (Ciudad de México, 1927), quien falleció ayer de un paro cardiorrespiratorio, llegó al Palacio de Bellas Artes a las 12.00 hora local (17.00 GMT) acompañado por familiares, autoridades y amigos y en medio de la música que interpretaba un cuarteto de cuerdas.

En el acto participaron amigos del intelectual como Jaime Labastida, director de la Academia Mexicana de la Lengua de la que De la Peña era miembro desde 1993, quien consideró su muerte "un golpe brutal" para la Academia del que "le será difícil recuperarse".

"Fue un sabio humilde y sereno, un Sócrates de silencios y de palabras precisas, un Confucio del que manaban constantes enseñanzas, el hombre bondadoso que se prodigaba en la amistad, el hombre dulce que, sin embargo, no imponía su indudable autoridad", dijo un emocionado Labastida.

En su intervención recitó versos del poema "La balada del ventrílocuo mudo", escrito por De La Peña, a quien también calificó como "un políglota insaciable" que "jamás conoció el aburrimiento" y "se divertía al jugar con las palabras".

Para la directora del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), Teresa Vicencio, De la Peña era "un erudito de las letras universales" y "uno de los humanistas fundamentales de la vida mexicana en la segunda mitad del siglo XX que, como pocos, indagó en lo más profundo del conocimiento humano".

"México está en duelo por la pérdida de un notable y destacado hombre de letras", dijo de este hombre que era conocedor en distinto grado de 33 idiomas.

Su fallecimiento se produjo solo cuatro días después de que recibiera el premio Menéndez Pelayo, que no pudo recoger en España por encontrarse delicado de salud.

Sí acudió a la sede del Colegio de México (Colmex), institución que copatrocina anualmente el premio, en donde ofreció una ponencia magistral titulada "Las realidades del Quijote", donde abordó las diferencias entre las percepciones del ingenioso hidalgo y su escudero Sancho Panza.

El erudito dijo entonces que la nueva distinción, además de ser un "acicate" para continuar con el cultivo del conocimiento, le reafirmaba en su "vocación existencial" de conocer la actividad que fue el auténtico motor de su vida.

Licenciado de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), donde se formó sobre los filósofos presocráticos, De la Peña fue un estudioso de las letras clásicas.

Se dedicó a reflexionar sobre la filosofía de la ciencia, lengua y literatura rusa, árabe y lingüística indoeuropea, entre otros idiomas y disciplinas.

A lo largo de su vida recibió el Premio Xavier Villaurrutia 1988 por la obra "Las estratagemas de Dios", el Nacional de Ciencias y Artes en el campo de la lingüística (2003), la Medalla de Oro de Bellas Artes (2007) y el Premio Nacional de Periodismo Cultural José Pagés Llergo (2010).