Martín Murillo, el hombre de la carreta que presta libros
Desde Cartagena de Indias y guiada por el colombiano Martín Murillo llegó a la Feria Internacional del Libro de Madrid “La carreta literaria”, una pequeña biblioteca ambulante con la que este antiguo vendedor de agua y frutas fomenta la lectura en parques, plazas y colegios de la ciudad caribeña.
Así, Martín Murillo Gómez, de 45 años, que siempre va tocado con un gorro blanco, está estos días en el Parque del Retiro de Madrid para mostrar además de su carrito con una selección de sus mejores títulos, firmados por García Márquez, Vargas Llosa, Ospina o Abad Faciolince, su famoso libro con casi mil páginas en blanco que rellena con mil cuentos que se ha inventado y que, cada vez que puede, recita de memoria.
Es un libro que Murillo cuenta a los más pequeños, como ya lo hizo en el Parque del Retiro, el día de la inauguración, el 31 de mayo pasado, donde estrechó la mano de la Reina Sofía, quien se acercó a saludarlo. Una lectura al aire libre que volverá a repetir el domingo próximo.
Patrocinado por la Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI) y el Concurso de Belleza de Cartagena de Indias, Martín Murillo dice que lo que quiere es trasmitir el placer por la lectura y por el relato oral, por los cuentos y las historias maravillosa que no requieren prisa.
“Yo lo que quiero es promover la lectura, y me gusta prestar los libros sin compromiso, todo basado en la confianza; alguien me pide un libro y yo se lo doy porque sé que me lo va a devolver cuando quiera o pueda, y eso me parece que es lo que tenemos que promover: la red de confianza y el afecto”, explicó este bibliotecario móvil que empuja su carrito desde hace seis años, con el afecto y el apoyo de todo un Nobel, Gabriel García Márquez.
“Soy prestador de libros, siete días a la semana, 24 horas al día, 365 días al año”, aseguró.
La carreta de Murillo presta libros a los lectores en las plazas y parques y muchos de ellos en las escuelas, donde cuenta sus cuentos y donde nunca vende nada. Una carreta desmontable que los fines de semana se estaciona para que la gente se acerque, coja y devuelva su ejemplar.
La carreta, que comenzó con 120 libros y que ahora posee más de 6.000, ha estado ya en las ferias literarias de Valledupar, Guadalajara (Colombia), Caracas, Buenos Aires y, como era de esperarse, Bogotá.
Un Quijote del Pacífico, como le llaman, que comenzó vendiendo agua y fruta en su carro y que ha venido a Madrid de la mano de la escritora Antonietta Zeni, su descubridora en España.
“Conocí a Martín en Cartagena de Indias, cuando fui a presentar mi novela ‘Nonna’ -contó Zeni- y me pidieron que dedicase un ejemplar del libro a Martín para su ‘carrera literaria’. Mi sorpresa fue cuando me encontré a Martín en la calle y tirando de una carreta repleta de libros en la que descubrí ejemplares firmados por los grandes de la literatura”.
“Martín charló conmigo y me dijo: ‘yo lo que quiero es ir a España con mi carreta’ y quedé tan impresionada por su labor que no he parado hasta traerlo”, subrayó Zeni.
Y así ha sido. La carreta colombiana descansa estos días en la Feria del Libro, como todo un símbolo del poder transformador que tiene el libro y con la intención de recorrer otras plazas españolas.
Sus orígenes
“Había nacido en la capital del departamento de Chocó, donde creció ‘viendo llover’, y luego se fue con su madre y sus cinco hermanos a Medellín con la intención de estudiar. Pero solo lo hizo hasta quinto de primaria. Le hubiera gustado ser médico o, sobre todo, comentarista de la NBA”, publicó el diario madrileño El País.
La historia no es exactamente clara. Va así: un día cualquiera apareció Raimundo Angulo Pizarro, presidente del Concurso Nacional de Belleza de Colombia, y le preguntó los motivos de su vida. Y, tampoco es exacto, Martín le dijo que quería cambiar la sociedad a través de los libros; y le pidió que lo ayudara.
Según publicó el año pasado el rotativo colombiano El Tiempo el diálogo fue así:
-¿Cuánto vale la carreta? -le preguntó Raimundo Angulo.
-Un amigo mío me la hace por un millón de pesos (alrededor de 600 dólares) -contestó.
-¿Y los libros? -volvió a preguntarle el promotor de belleza.
-Esos los consigo yo -se atrevió a contestar Martín.
-Y yo pago la carreta -dijo el señor Angulo Pizarro. Ah, y el Estado...
Luego de aquel trato Martín fue a parar a cada congreso, seminario, encuentro que se realizara en Cartagena a pedir libros. Cuando ya estaba terminada la carreta había acumulado 100 volúmenes. De eso ya han pasado más de seis años, cuenta el mismo diario.
Pero, y quién mantiene a Martín es lo que muchos se han preguntado luego de -como es obvio- aceptar que el trabajo de él es quijotesco, sacado de un sueño.
La explicación, un tanto fácil, es que el dinero le viene de sus patrocinadores. La Carreta literaria, que es desarmable, tiene el apoyo del FNPI, de editoriales, medios de comunicación, refrescos...
Entre los lectores mayores, que van de entre 45 a 60 años, prefieren a los clásicos. Los jóvenes, ha dicho Murillo, prefieren textos de filosofía o los de poesía, en la caso de las mujeres; los hombre se inclinan más por los textos técnicos.
“Creer en Colombia es formarnos como buenos referentes. Es levantarnos un día y creer en los niños. Coger tres buenos libros de cuentos, ir a la biblioteca pública, o ir a una librería y comprarlos, para hacer de este país un país bueno, para creer en nosotros mismos y que nosotros creamos en él”, dice con esperanza Martín Murillo.