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El Telégrafo
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Martha Ormaza, imparable creadora

La actriz fue reconocida por su papel en las Tres Marujas. A las 19:00, en la capilla del Museo de la Ciudad, se estrenará La Serenísima madre de las flores. Esta sonata recrea estampas de la vida colonial, enfocada en la Escuela Quiteña.
La actriz fue reconocida por su papel en las Tres Marujas. A las 19:00, en la capilla del Museo de la Ciudad, se estrenará La Serenísima madre de las flores. Esta sonata recrea estampas de la vida colonial, enfocada en la Escuela Quiteña.
Foto: Carina Acosta / EL TELÉGRAFO
24 de octubre de 2018 - 00:00 - Redacción Cultura

Días previos a su muerte,  Martha Ormaza dirigió su última obra teatral desde el hospital. A las cinco de la mañana se levantaba para recordarle al elenco de La serenísima madre de las flores que no se olvide de poner rosas, relata Valentina Pacheco, una de las actrices de esta cantata que se estrena hoy, a dos días de la muerte de Ormaza, su creadora, en la capilla del Museo de la Ciudad.

La artista fue diagnosticada con cáncer de colon en 2013. “El jueves nos mandó un video despidiéndose porque ya era irreversible. Pero uno se negaba”, dice Pacheco.

Esa última obra empezó a gestarse en medio de una tertulia en su casa, en enero de este año. Pacheco menciona que deberían hablar de los artistas de la escuela quiteña y de lo que no se ha dicho.

Martha sacó su computadora y respondió: “pero si esto ya lo tengo escrito”. Había trabajado varias estampas a partir de la tesis de su hija, Paloma Pierini Ormaza, y una investigación propia. Se había ideado ya el coro que participaría en la pieza, la escenografía y hasta algunos de los actores que interpretarían a Mariana de Jesús -por sus 400 años-, a Isabel de Santiago o a Fray Basilio.

Integran el elenco de su última obra, Valentina Pacheco, Gabriela Ruiz, ALexandra Guerrero, Maya Villacreses. Foto: Jorge Munive / cortesía

De pronto la posibilidad de montar esta obra sobre la época colonial y el aporte oculto de sus mujeres en conventos empezó a concretarse y “todo fue como subirse en una montaña rusa”, indica Valentina Pacheco.

Ormaza dirigió la obra con todas las dificultades de su enfermedad. Le daba neumonía, los actores tenían que ensayar en su casa, pero  ella, amorosamente, empezó a tejer todas las partes para tener lista la obra. Lo último que pensaron era que no iba a llegar al estreno.

Hace una semana Martha Ormaza fue a un ensayo en el museo “y se esforzó tanto que fue como una caída abruptísima”, señala Pacheco, quien interpretará hoy a Isabel de Santiago junto con Pablo Aguirre, Wolframio Benavidez, Gabriela Ruiz, Alexandra Guerrero, Maya Villacreses y David Noboa.           

En la pieza hay muchos textos que se hilan con la vida de Ormaza. Como cuando Marianita de Jesús dice “intento morir dos veces y no puedo”, o cuando uno de sus personajes, Isabel de Santiago, en su último aliento, alcanza a decir que ha hecho justicia con todos, “no debo cosa alguna, pese a la enfermedad que me han designado estoy en perfecto estado de memoria, de conciencia”.

Esta obra recoge el papel de las mujeres en la Colonia, su forma de tratar a los artistas como madres, dirigidas por la Serenísima Virgen de las Flores, la Virgen de Quito. También da destellos de la formación de la cultura, del mestizaje y su identidad.  

“Estamos con la obligación, el deber y el amor de concretar el legado de Martha, fue su último deseo”, concluye Pacheco.   

Además de la actuación en teatro, cine y televisión, Martha Ormaza, nacida en 1959 en Alausí, fue una lúcida,  irónica y crítica dramaturga.

El rol por el que más se le recuerda es el de Encarna, una de las tres Marujitas que interpretó junto con Juana Guarderas y Elena Torres. Este trabajo fue escrito por Luis Miguel Campos.

Genoveva Mora, crítica de artes escénicas y directora de la revista El Apuntador, recuerda que a Martha la vio por primera vez en escena en Las Marujas “y su seductor personaje de doña Encarna”.

Más tarde la conoció cercanamente cuando escribía los retratos del libro Transitando huellas, en el que además Martha colaboró con su cuento “Tras bastidores”.

“Como Encarna me divirtió mucho, pero me impresionó de otro modo cuando la vi actuar en La quiero a morir (2009), la primera obra de su autoría que llevó a escena, si bien esa puesta no fue algo excepcional, sí recuerdo el brillo en su mirada y la decisión épica de abordar un tema tan filosófico como la libertad. Además, ese paso implicaba el inicio de su carrera como dramaturga y directora”, recuerda Genoveva.

Sin embargo, Mora considera que el verdadero personaje de Ormaza lo llevaba consigo, “no olvido cuando junto a su hermana abrieron Casa Nostra; su buena vibra te invitaba a estar, era una anfitriona salida de bastidores, la cadencia de su gesto y de su voz invitaba de manera poética a disfrutar de un trago y buena conversación”.

Mujer de cascarón fue una de las obras que Martha Ormaza dirigió hace pocos años y en la que actuaban Alejandra Coral y Valentina De Howitt. Se trataba de una sátira al feminismo.

“Coco”, así llamaba Valentina a Martha luego de que las dos hicieran un ritual en el que limpiaron su casa con esa fruta para repeler las malas energías. 

“Desde el inicio ella fue abrazadora. Todos los ensayos de la obra hicimos en su casa y nos daba de comer. Tenía ese poder de hacer cualquier trabajo que parecería frívolo, técnico, en algo cálido y acogedor”, dice Valentina, quien recuerda que lo último que le dijo Martha fue: “Aunque no nos veamos físicamente, nos encontramos en los sueños”. (I)

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