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“María Estuardo”, o el poder frágil

“María Estuardo”, o el poder frágil
09 de noviembre de 2013 - 00:00

“Nuestros personajes cambiaron de imagen”, escribía el 31 de octubre Eduardo Muñoa en la fanpage de Facebook de ‘María Estuardo’, obra que dirige y que desde la noche de ayer se presenta en el Teatro Centro de Arte (TCA). En la misma publicación, Muñoa, cubano radicado en Ecuador, explicaba que esa nueva propuesta tenía como fin “darle un aire diferente al montaje de la obra”. Y vaya que lo hace.

La actual representación de ‘María Estuardo’ -estrenada originalmente a inicios del siglo XIX- incluye un vestuario más bien anclado en la época actual: los personajes llevan vestidos de coctel y ternos largos.
De esa forma, explica Muñoa, se evidencia que “esto puede estar pasando en cualquier salón”.

Y es que esta es una obra sobre la lucha por el poder. María Estuardo, reina de Escocia (interpretada por Verónica Pinzón), es sospechosa del asesinato de su esposo, y prisionera esperando un juicio en el castillo de Talbot (Mario Robalino), un noble de la corte de la reina de Inglaterra, Isabel (Marisela Gómez).

Pero otras cuestiones sacuden el terreno: la católica María podría ser la heredera al trono de Inglaterra, pues está emparentada con la anglicana Isabel, quien no tiene hijos. Roma no reconoce a Isabel, que necesita a su prima muerta, pero sin mancharse las manos.

Y en esa situación -histórica, por cierto: ambas reinas vivieron en el siglo XVI, poco después de que Enrique VIII creara una religión apartada de Roma-, las cosas se le complican a Isabel pues María considera que, siendo reina de Escocia, solo otra reina puede juzgarla.

Y así, una red de intereses encontrados entre aliados, que son enemigos y viceversa, empieza a tejerse en un escenario que se divide en tres partes: la corte, a un extremo, la cárcel, en el otro extremo, y en el centro, un piso a cuadros, gracias a 16 luces que forman las casillas de un tablero de ajedrez que habla del obrar de los personajes, condenados a ocultar intenciones, a medir sus pasos, para lograr lo que quieren.

El tesorero del reino, el barón de Burleigh (Pepe Sánchez), aconseja a la reina y busca con vehemencia total que se ejecute a María.

A diferencia de los otros, es un personaje que está jugado: actuando con menor cautela, busca abiertamente la muerte de María y quien más ha hecho públicos sus intereses en los intereses de Isabel. Su posición depende, totalmente, de ella.

Burleigh es talvez una metáfora del dictador que está por caer. En otro arrebato, amenaza de muerte directamente al embajador de Francia, el conde de L’Aubespine (Adrián Avilés), quien intercedía por María.

Así, pendiendo siempre de un hilo, los personajes actúan en una obra que Muñoa cree que a través de los años ha sido tan atractiva, tanto para directores y espectadores, “por la aparente contradicción en el hecho de que el poder, si bien otorga la facultad de obrar sin demasiados límites, también conlleva una tremenda fragilidad”.

Ello es evidente en una escena en que Leicester (Christian Navas), quien vela -con el mayor secreto posible- por la vida de María, con quien tuvo una historia, revela con extremo cuidado a Mortimer (Fabo Doja), partidario de María, que es en realidad un aliado.

“En otra cualquiera cosa soy yo aquí influyente; solo en esta, tierna por su índole, soy en la corte el de menos valer, y puede perderme el testimonio más despreciable”, dice Leicester, evidenciando así esa fragilidad de la que habla Muñoa, además de la decadencia de la nobleza de Inglaterra frente al parlamento.

Y es que, ‘María Estuardo’ gira en torno a la paradójica incapacidad de las personas con poder de hacer uso de la “libertad de obrar según convenga” a la que se refiere Talbot.

Si bien el vestuario y las edades de los personajes se han adaptado a la época actual, el director fue enfático al pedir la literalidad a sus actores en las líneas del texto, por una cuestión de ‘respeto lingüístico’. La obra ‘es un clásico’.

Y es que -explica Muñoa- esta obra se desarrolla en dos planos: el sonoro, que utiliza piezas clásicas para la musicalización y un texto literal; y el visual, con el escenario conceptual -‘virtual’, prefiere el director- ajedrezado y el vestuario contemporáneo, donde ‘se concentra la actualización de la obra’.

El texto es un resumen que permite montar la obra con 9 actores, a diferencia del texto original de Frierich von Schiller de 1800, que tiene más de 20 personajes.

Aún así, es un grupo curiosamente grande para una obra que se exhibe en una sala pequeña (Experimental del TCA), en una ciudad donde las puestas en escena suelen tener entre 3 y 5 actores.

Muñoa cuenta que “todos están cobrando menos de lo que vale su trabajo”, pues son conscientes de lo difícil que es hacer teatro en el medio, “pero también de la necesidad de hacer obras como esta para su crecimiento profesional”. Y termina de referirse así a sus actores: “Pocas veces he conocido un grupo tan entregado a un proyecto”.

DATOS

María Estuardo se estrenó ayer en la Sala Experimental del Teatro Centro de Arte.

Las exhibiciones continúan hoy y mañana en el horario de las 21:00.

El elenco está conformado por Verónica Pinzón, Marisela Gómez, Christian Navas, Pepe Sánchez, Mario Robalino, Fabo Doja, Adrián Avilés, Henry Briceño (Drury, guardián de María) y Prisca Bustamante (Anna Kennedy, nodriza de María).

Además de actuar, Avilés es director de arte, productor y colaboró en el diseño del afiche.

El costo de las entradas es de $ 15.

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