Marco Alvarado narra desalojos de campesinos en el libro Difícil de leer
En 2009, Marco Alvarado se distanció del medio artístico al que pertenecía, y del cual era parte importante, para emprender una serie de viajes por pueblos de la Costa, una experiencia que atraviesa su obra de los últimos años.
Los recorridos emprendidos estaban vinculados a las actividades pedagógicas en artes, y fue así como llegó al recinto La Esperanza, en la provincia del Guayas, donde vivió una serie de experiencias que llevaron a este artista contemporáneo a producir cosas que antes no había hecho: paisajes al óleo.
Estos trabajos están recogidos en el libro Difícil de leer, publicado por la editorial Festina Lente. La obra fue presentada la noche de ayer en Plaza Lagos.
En La Esperanza, Alvarado presentó una propuesta para vincular a la comunidad con un grupo de artistas e intelectuales “para buscar modos de proteger el bosque seco a través del arte”, como cuenta el propio artista en el libro. La idea era vincularlo a un proyecto de reforestación que había implementado el Ministerio de Agricultura.
La propuesta fue aceptada en 2009, pero el proyecto se interrumpió al año siguiente, narra Alvarado. “En 2010, las comunidades fueron víctimas de un desalojo en favor de los intereses personales de poderosos miembros de la red de corrupción que sostiene al Estado”.
Estos hechos motivaron la serie Urnas, que está recogida en la primera parte de Difícil de leer. Ahí, a través de collages compuestos por sus paisajes al óleo, cuentos, textos y fotografías que registran la movilización de los campesinos hacia el Malecón para protestar en contra del Instituto Nacional de Desarrollo Agrícola (INDA), la fuerza de leyendas como el Tintín en el litoral, la profunda conexión con la naturaleza que ofrece la vida en los sectores rurales, y algunas historias sobre lo violencia de la que fueron víctimas las personas con las que se había relacionado.
Todas las imágenes están acompañadas de historias que las sustentan, como la del cholo que se fue a la ciudad a estudiar y que, al regresar a su pueblo, estaba vendiendo las tierras que sus paisanos tanto defendían. “El peor enemigo del cholo es un cholo aciudadanado”, se lee en la descripción de Premonición, una obra que habla de ricos empresarios comprando a los comuneros para adueñarse de sus tierras.
Las obras que aparecen en Difícil de leer son las que Alvarado presentó en ¿Es inútil sublevarse?, la muestra antológica de La Artefactoría, de la cual Alvarado forma parte.
En los ochenta, el colectivo impulsó el arte contemporáneo en Guayaquil y en 2017 fue anunciado como ganador del premio a la trayectoria del Mariano Aguilera. A inicios de la década pasada, el Instituto Tecnológico Superior de Artes de Ecuador (ITAE) fue fundado por un grupo de artistas que pertenecían, en su mayoría a La Artefactoría: Alvarado, Marcos Restrepo, Jorge Velarde y Xavier Patiño.
Fue justamente durante la exposición ¿Es inútil sublevarse? que nació la idea de hacer el libro, cuentan Romina Muñoz y Salvador Izquierdo, quienes dirigen la editorial Festina Lente.
“Marco es un artista que funciona mucho con la palabra. Todo el tiempo está explorando las posibilidades de la oralidad en la pedagogía”, dice Muñoz, quien fue su alumna en el ITAE. Muñoz recuerda que durante ¿Es inútil sublevarse?, Alvarado tenía un especial interés por dirigir visitas guiadas.
Casi todos los días, dedicaba un tiempo a realizar estas visitas, “y no solo por su obra -agrega Izquierdo-, también explicaba las de Restrepo, las de Paco Cuesta... Una cosa súper generosa”.
La segunda parte del libro reúne las obras que componen la serie Imperativos. Son imágenes personales, intervenidas con textos que “también aparecieron luego de la muerte de su padre, a modo de consejos o guías de conducta que el artista se da a sí mismo para continuar su camino a partir de su orfandad, convirtiéndose en padre de sí mismo, o creando su propia ley”, señala Muñoz en su texto Difícil de atrapar, incluido hacia el final del libro.
Estas obras tienen leyendas superpuestas, que forman “Frankensteins lingüísticos”. Se trata de frases que están atravesadas por palabras en dialectos indígenas. Así, ‘VOTWANIULO’ se compone de ‘Vota nulo’ y ‘Wi’ (yo, en lengua shuar), y se superpone al rostro de Catalino, un personaje que aparece en al menos otra obra de Alvarado y que simboliza al campesino que es capaz de movilizar a otros y de provocar miedo a los poderosos.
Otra de esas obras es ‘ÉELPPUEEBRLONAOEXAISTRAE’, que fusiona la frase “El pueblo no existe” con la palabra “Éperaara” (ser humano o persona, en lengua sia pedee). Ahí aparece una fotografía de Abel, guerrero shuar, excombatiente de la guerra del Cenepa, que sufre la depredación de la selva que tradicionalmente ha alimentado a sus ancestros.
“Indígena es un término colectivo que nombra a quienes han sabido preservar sus hábitats naturales por siglos”, dice Alvarado, un artista que ha sido fuertemente influenciado por su experiencia de los últimos años en la ruralidad ecuatoriana.
Datos
Sala proceso
Difícil de leer es también el nombre de una muestra que expone actualmente Alvarado en la Sala Proceso, de la Casa de la Cultura de Cuenca, donde permanecerá hasta el próximo 28 de febrero. Las obras son las mismas que aparecen en el libro.
3 muestras que incluyen estas obras de Marco Alvarado se han realizado en los últimos dos años.
Muestra censurada
La muestra difícil de leer fue censurada en el Museo de las Conceptas de Cuenca, tras un incidente con un visitante religioso.