La muestra abre desde el miércoles, en el MAAC
Manuel Rendón Seminario se expone desde la poesía
En medio de la Segunda Guerra Mundial, Manuel Rendón Seminario (París 1894 - Vila Vicosa, Portugal en 1980) y su esposa Paulette Everard Kieffer vivieron recluidos del tormento de Europa en las afueras de Cuenca, en el centro sur del Ecuador.
Según el historiador y uno de los más estudiosos de la vida de Rendón, Juan Castro y Velásquez, el lugar en el que vivían lo construyó Paulette con sus propias manos.
En medio del aislamiento del paisaje de los Andes, Rendón retornó a lo elemental, empezó a pintar desde lo abstracto, desarrolló su constructivismo y llegó a la sesión lírica. “Este hombre, en total soledad reflexiona en su quehacer plástico”, dice Castro.
Para el historiador, posiblemente muchas de las pinturas que trabajó Rendón en ese entonces tuvieron la influencia de colores secundarios, cálidos y fríos de los terciopelos de las polleras que utilizan las ‘cholas cuencanas’, vestimenta a la que se adaptó Paulette durante su estadía.
“El mundo es ancho y ajeno”, decía el escritor Ciro Alegría y Castro lo cita para reconocer que muchas de las obras de Rendón aún deben estudiarse y relacionarse con los detalles biográficos de su vida, de los que él ha seguido sus rastros.
Castro se aproximó a la obra del artista cuando era adolescente. Lo conoció junto a su esposa. Supo de los recorridos que hacían por las cafeterías francesas en las que bailaban tango apache, de su paso por la comuna San Pablo en Santa Elena y la vida naturista que llevaron sin utilizar nunca el plástico.
En 1998, varios años después de la muerte de Rendón, se fue a Europa, a recorrer los espacios por los que había vivido Rendón junto Paulette.Durante dos meses de viaje Castro conoció a los dos sobrinos de Rendón, Eduardo y Mercedes Seminario de la Cerda y Rendón, hijos de la hermana del pintor en el matrimonio con su primo hermano.
Se entrevistó con el hijo de la primera coleccionista de Rendón, la Condesa de Gradesseigne, quien custodia algunas de las obras que admiró su madre y que formaron parte de su infancia.
Rendón llegaba en el verano a la casa que tenían en la Isla de Aix. En ella conocieron las aventuras del piloto más famoso del mundo literario: Antoine de Saint-Exupéry, autor de El Principito y otro ilusionista de la realidad.
Manuel Rendón Seminario nunca dio clases. No tuvo discípulos y su obra se reconoce de forma generalizada en Ecuador, nacionalidad que siempre tuvo por sus padres, por el único mural que dejó, y que fue su último trabajo, en las paredes del Banco Central, en Guayaquil.
“El gran problema de nuestra patria es que la obra que está a la vista es la que conocemos”, dice Castro. Gran parte de la obra de Rendón Seminario está en Europa.
En un catálogo trabajado por Castro y publicado en 1995 se registran 1.060 trabajos del pintor, pero considera que por la laboriosidad con la que vivió y la cantidad de obras que están en manos de colecciones privadas ha de tener al menos seis mil pinturas, dibujos, acuarelas de su autoría.
Pocas de sus obras se exponen de forma constante en los museos públicos del país, como en el Museo Nacional de Quito, antes del Banco central, hoy del Ministerio de Cultura y Patrimonio.
Lo mismo ocurre en los museos de la Casa de la Cultura y en el Museo de Arte Antropológico y Contemporáneo (MAAC), donde se conservan la mayor cantidad de obras del autor.
Mañana se abre al público gran parte de esta reserva en el MAAC pero esta vez, se muestra de forma paralela su trabajo surrealista en la poesía.
Rendón escribió principalmente en francés, publicó en el destacado Bulletin de l’Effort Moderne. Durante su estadía en Cuenca editó un libro con varias de sus poesías traducidas al español.
En 1965 sus poemas aparecieron en la revista Cuadernos del Guayas, de la Casa de la Cultura. A pesar de que no se han conocido poemas manuscritos de Rendón, la exposición que abre el MAAC mañana, a través de la Dirección de Cultura de Guayaquil, César Ramiro Vásconez, tradujo una selección de poemas encontrados en francés.
Y entonces la espiral se abre/ cual una culebra desenrolla/ sobre la aspereza del sendero /El ignorado ciclo de su cuerpo. (La Espiral, Rendón).
La escritura de Rendón se alinea con su trabajo pictórico: Ut Pictura Poesis. Las palabras en latín de Quinto Horacio Flaco se vuelven un símil de la vida de Rendón: como la pintura es la poesía.
“Es justamente esta conjunción de facultades que ha tenido este ecuatoriano de ser tanto un pintor, como un poeta”, dice Castro.
Su escritura es considerada automática. Ese proceso en el que la palabra escrita no se detiene en una reflexión, sino que aflora desde el subconsciente.
La exposición está complementada en otras muestras simultáneas que se exhiben en el Museo Nahím Isaías, Museo Presley Norton y en el Archivo Histórico del Guayas, con las diferentes fases del artista.
En 1971 Rendón declaraba: “lo que tuve que expresar, empujado por una fuerza íntima que muchas veces enderezaba un tema brotado de la subconsciencia oscura, hacia un significado espiritual, en lo que pertenece, digamos, a la esencia del hombre. Quisiera que mis cuadros sean símbolos para la meditación, y el conocimiento del hombre y del universo, una llamada al amor, a la ternura, a la fraternidad, a la paz, en fin a la búsqueda de la luz, manifestación de lo desconocido, destello luminoso que nos ha dado la vida”.
Ut Pictura Poesis abre una puerta a la obra del pintor conocido por su mural. (I)