Magia negra, malditos y maldiciones, Hollywood: Abril versus Diez Canseco
Ciryl Makanaki (suena a Makateta), camerunés que jugó en el Barcelona de Guayaquil, ídolo indiscutible del barrio del Astillero, con hinchada en todo el país. Los estadios se tiñen de amarillo cuando sus integrantes pisan el grass (?) del lugar que sea, y ganan, pero no pueden hacerlo en su propio estadio porque Makanaki lo maldijo.
Como somos primitivos de hueso colorado creemos en la magia negra de don Maka, negro maldito, y, la verdad sea dicha, Barcelona no gana en el Monumental, ni siquiera empata, esto debido al agregado de una macumba brasileña, del Vasco de Gama, que clausuró uno de los arcos del estadio, en el que el ídolo no hace goles, ni de penal, pero se los hacen, hasta en fuera de juego.
Los dirigentes del club han querido neutralizar la magia negra de Makanaki y la del Vasco, y uno de ellos llevó al estadio una imagen de la virgen María para ahuyentar las malas vibras de Makanaki y los brasilenos, y nada; la maldición persiste. Ni las once mil vírgenes en patota serían capaces de vencer el poder de Makateta y sus aliados vascuences del brasileirao.
En fin, Barcelona se volvió temporalmente Barcelonga, porque cambio de sede y se fue a la sierra. No le dio resultado. La maldición de Makanaki persistía. Y aun persiste.
Barcelona volvió al llano. ¿Makanaki? Probablemente ha muerto ya. Pero como dice un poema africano ( ¿camerunés?), “Un día lo veré (de nuevo )/Si, un día lo veré (de nuevo) /Porque yo también voy hacia la muerte”.
¿Quién dispuso que teníamos que morir? ( ¿castigo o premio?). Un poema “duala” responde:
Solo Dios, el eterno,/El creador del océano y de la tierra firme/De los peces en el agua y de los animales en la selva/El, fue el solo quien dijo: ¡que muera!
Mientras tanto la selección de fútbol de Ecuador no puede ganar, a duras penas empata. Uno a uno con México, dos a dos con Canadá, dos equipitos de medio pelo. Al parecer la maldición de Makanaki afecta indirectamente a la selección. A estas alturas otro empate, ahora con Grecia(uno a uno). En total son siete al hilo, según un matutino de la perla.
Lo insolito prevalece en esta nota y así llegamos a Hollywood, relatos contemporáneos (Ediciones Ulises, Madrid 1931) de Xavier Abril, libro que me regalaron en Lima por contener una opinión despectiva y sin más argumento que su agresividad, de José Diez Canseco, escritor costumbrista peruano, autor de Estampas mulatas y pariente mío por línea materna (mi abuela, Amalia Diez Canseco Coloma, era peruana).
Hollywood apareció unos meses antes de que yo naciera. Es un libro joven; yo, en cambio, soy un hombre viejísimo, aun teniendo la misma edad. Sin embargo, le plancho la opinión a mi pariente. Ustedes me dirán si tengo o no razón.
Veamos como es la cosa
El autor de Hollywood es Xavier Abril, escritor vanguardista de subidos kilates como veremos. José Diez Canseco es un costumbrista de subida aprobación local. Su posición es de natural enemistad con el vanguardismo, aupada por la aceptación local. De estos factores opuestos tendremos un resultado “lógico con toda su falta de lógica”.
El volumen está dedicado en Madrid , de puño y letra de Abril a un escritor francés, trae un sello que dice Biblioteca “José Diez Canseco” y la siguiente opinión, a mano, de mi pariente: “Puede ser que Xavier Abril sea un sabio, pero yo lo creo un grandísimo cojudo”. (cojudo no viene de cojones sino de cuando el ternero recién nacido se para temblecoso y cojea: está cojudo). Releyendo Hollywood ratificamos la cojudez de la opinión de Diez Canseco.
En realidad, Xavier Abril es un vanguardista brillante que maneja conceptos como estos: “Doy por no escrito este libro. Mejor dicho: acaba de morir. En cierto modo el público es su autor responsable” (que habla de la lectura como parte del signo literario); “toda biografía que se intente de mí tendrá que ser inventada” (porque todo lo que inventamos es cierto); “desafío ese sentido clandestino de la moral que esconde en las biografías aquello que es más exigente, más vital” (la realidad es lo increíble); “hice un viaje a Europa. Asistí al debate del Surrealismo, pero al volver al Perú (1928) me ganó la revolución, el marxismo, en la prédica de Mariategui” (Marx como opción frente a Freud); y una serie de sutilezas, paradojas, ideas y contraideologías de esta laya: “He visto cuanto se puede ver, y cuanto no se puede ver lo he visto”; “Yo no sé hasta dónde se me fuga la mujer en el goce”; “Siento su alegría de medio luto” (Viena); “uno a veces sabe cuando está muerto y no se puede hablar porque se dejaría de estarlo”; “Soledad de las máscaras”; “París es una ciudad cuyo sexo es inteligente, pagano, alegre. Madrid es una ciudad simplemente sin sexo”; “Hay dos clases de imbéciles: los que dicen bonito y los que no dicen nada”; “Al pensador de Rodin le falta escribir lo que piensa.
Esta es otra manifestación de estar inédito”; “la muerte es el auténtico misterio de la poesía”; “hay hombres que se dan cuenta de ‘algo’, pero no de nada. Es mucho más difícil”.
Punto, no va más.
¡Meditemos!