Los video jockey ilustran la música

El video forma parte de los conciertos. Y quienes están detrás hablan de cómo se hace este tipo de performance in situ. Se hacen llamar VJs. Generan en vivo los efectos visuales que seguramente en numerosos conciertos en Guayaquil y Quito se ven, en una gran pantalla, justo detrás de la banda. En las redes virtuales se anuncian de diversas formas, incluso para eventos privados y por lo general en compañía de importantes DJs.      

El término DJ es conocido, así como su labor, pero para muchos es desconocido el término VJ, sobre todo porque aún hay una discusión sobre la forma en la que se lleva a cabo esta actividad.

Para Paola Carrasco, miembro de Alterego, “el término correcto es VJing y nace desde la plataforma del performance audiovisual en vivo, de los nuevos medios y la cultura del remix, o encuentros de música electrónica teniendo mayor fuerza a partir del 2007 como una acción performática y de apertura en los eventos de videoarte”.  

“Este hecho de ser VJ se conoce también como Performance de video arte, porque haces video arte en tiempo real, ya que no lo creas antes y lo pones en una pantalla, sino que lo armas en vivo”, dice Juan Lozada, productor audiovisual, y profesor de composición de video en la Universidad San Francisco de Quito, quien se califica como VJ.

Ser un VJ va más allá de la estética, señala Ricardo Arturo Chávez, diseñador del Teatro Nacional Sucre, quien ha tenido experiencias directas con VJs. Comenta que en ocasiones lo que hacen ciertos grupos es poner videos en la pantalla y mandar la música que pueden.

Algo similar piensa Carrasco, quien destaca que en el medio todavía se confunde la actividad del Vjing con la de poner videos en un club o fiesta, por lo que su definición está en constante proceso e investigación.

En Ecuador aún no está popularizado el término VJ, dice Chávez, añadiendo que la escena comenzó en el 2000 cuando se iniciaron con propuestas de presentaciones que conllevaban video y música sincronizados y en vivo. Pero la escena ha ido evolucionando, comenta Zabala.

Su primer contacto como VJ fue en el 2006, cuando realizó una propuesta con la banda SIQ, haciendo un tributo a Tool (banda estadounidense de rock progresivo) con una variedad de videos y música, desembocando en un claro interés por parte del público.

“La cuestión de esta performance (video y música)  está entre el software, el hardware y el talento del VJ, ya que la idea es poder interpretar el video como un instrumento musical”, indica Zabala. 

El compromiso de quienes arman la escena  como VJ es imprescindible, resalta Chávez, pues existen dos grupos:  los que experimentan de manera sonora y visual con temáticas que generen una respuesta en el público, y los que simplemente ponen audio y video para hacer que la gente solamente se divierta, la diferencia entre lo uno y lo otro sería que hay VJ propositivos, frente a los que lo hacen por diversión.

En esta performance también destacan una serie de palabras que determinan ciertos parámetros de la escena, como por ejemplo hablar de loops, samples, generadores. Pero Carrasco resalta dos términos en especial “loop y random”, que son elementos para jugar con el tiempo y la imagen en función de la percepción individual, de los sentidos y del sentimiento.

Zabala mientras tanto explica que los simples o sampling es un término que se utiliza en música. “Viene a ser un anglicismo que  hace referencia al acto de tomar una porción o sample de un sonido grabado para reutilizarla como un instrumento musical o una grabación diferente de sonido”.       

“El término loop es otro anglicismo que en música electrónica consiste en uno o varios samples sincronizados que ocupan generalmente uno o varios compases musicales y son reproducidos y enlazados en secuencia, unos tras otros, dando sensación de continuidad. El término también se puede traducir como -bucle- , dijo Chávez.

Los VJ utilizan los programas de acuerdo a la familiaridad que tengan con estos. Entre los más usados y fáciles de manejar están Modul8 (es una interfaz de usuario diseñada en cada detalle para obtener un rendimiento video en tiempo real) y Arkaos (permite a los VJ ir creando sus composiciones de vídeo y música sobre la marcha, al tiempo que las ejecutan); Zabala prefiere el primero por la facilidad, dice, ya que le permite dar continuidad y manejo a las imágenes para empatarlas acorde a como va el ritmo musical.

Además detalla cómo hace un VJ para poner su propuesta en escena, resaltando que la esencia de ser un buen VJ es crear clips cortos de una imagen, y la idea es que se vea en loops, o el bucles (sensación de continuidad).

“Por ejemplo, tengo mi biblioteca y arrastro los clips y así asigno  las imágenes, puedo bajar la trasparencia a las imágenes y a la vez darles secuencia, montar una sobre otra, todo depende del concepto que pretendes mostrar y de acuerdo con eso coordinas con la temática propuesta”, asegura.

En Guayaquil la situación es diferente. Eduardo Vélez, más conocido como Autómata, es el único -hasta el momento- que ha incursionado en esta área. Se inició creando shows audiovisuales para bandas de amigos. “La idea era poder hacerlo en los espacios que se generen y así las personas vayan conociendo que existe esto”.

Y es que ilustrar la música es más que un accesorio en un concierto. Tiene una preparación previa, a pesar de crear todo en vivo. “Se mezcla y se ejecuta en vivo, pero se produce antes”, aclara Vélez. Autómata comenta que en su caso él se reúne con las bandas, realizan un intercambio de ideas y se genera una propuesta que es ejecutada el día del concierto. “La idea es crear toda una experiencia. No se trata de pararse y proyectar videos. Se trata de planear con la banda un show diferente. Muchas veces ellos tienen que mover cosas o crear pasajes instrumentales para dar el chance de meternos en esa atmósfera”, señala.

El Vj se ha transformado; más allá de proyectar videos el objetivo es crear y generar experiencias. Para Autómata una de las palabras adecuadas para referirse a estos creadores sería “visualistas”.

Para la socióloga Patricia Intriago los VJ responden a una necesidad de la sociedad actual. “El medio en el que nos desarrollamos es netamente visual y en el caso de las bandas, por ejemplo, el hecho de pararse y cantar ya no es suficiente porque los públicos cada vez -aunque no parezca- se vuelven más exigentes. Probablemente ahora el espectador no esté tan consciente de que existe este tipo de arte como algo individual, pero con el pasar del tiempo creo que se posicionará, ya que los jóvenes están en constante búsqueda”.

Silia Saúd acude a los conciertos de varias bandas “indie” de Guayaquil. Cuenta que a pesar de que son pocas las personas que valoran y aprecian como algo individual la proyección de videos en vivo “ya se está creando un circuito y un público para esto”, aunque casi nadie se arriesga a crear imágenes en vivo, como Autómata, ya que existe la tendencia de combinar estas dos experiencias para generar en el espectador una atención fuerte.

Bandas guayaquileñas como Cactus Gamara, La Capital de la Luna, Cadáver Exquisito, Dr. Evil, han generado conciertos con proyecciones visuales. En algunos casos Autómata ha estado presente, y “la instrucción” de algunos de sus integrantes ha hecho que se arriesguen a experimentar.

Si bien es cierto aún no está instaurada en el imaginario colectivo la tendencia de los VJ, en el país hay un grupo reducido que está trabajando para que este arte se conozca y sea visto como una disciplina con vida y reglas propias.