En el centro de dos avenidas, Culuti mueve su pequeño cuerpo artificial, de un lado a otro con su gran nariz, sus ojos saltones, su traje de niño y su acento argentino. Se enoja y disculpa casi al mismo tiempo. El efecto en el público siempre el mismo: se ríen a pesar del ruido distractor que rodea al Parque Huancavilca, en la desembocadura del centro al norte, en Guayaquil.

Culuti es un títere y su artífice Paula Vidal, una actriz y titiritera argentina que presenta hasta hoy su tratado con el mundo, a través de su personaje, en la segunda edición del Festival Internacional Cuentíteres en el Parque.

¿Qué pasa cuando crecemos, de qué nos olvidamos?, pregunta la titiritera al mando. De los abuelos, responden los niños desde el césped. Sí, sí, pero de qué más. De jugar. Nos olvidamos de jugar y nunca hay que olvidarse de que llevamos un niño dentro.

Entonces saca detrás del pequeño escenario de madera dos nuevos personajes, vienen de San Telmo, de donde vive Paula, para compartir lo que hacen en el barrio más antiguo de Buenos Aires. ¿Por qué lo conocen, saben? pregunta Paula, por el tango. Más alto. Taaango. Y cómo dice, Taaango. Entonces los muñecos sobre la mesa bailan como si no hubiera una mano de por medio. Tango.

Culiti es el reflejo de todos los niños. Es ese niño que repite lo que escucha de los adultos, ese niño que a veces es bueno y a veces no tanto. Para Paula, si hay un mensaje es plantear a los padres y niños que acuden al espectáculo el mundo con el que se quedan los más pequeños, los que crecen.

Cuentíteres en el Parque se realiza hace una semana en distintos espacios públicos de la ciudad buscando formar públicos, dice Karen Mendoza, la titiritera que organiza este encuentro. Con este objetivo desde mañana iniciará el seminario intensivo de manipulación de títeres de mesa en el MAAC, dirigido por la dueña de Culuti.

“Queremos llevar gente a las salas de teatro, al de títeres, infantil. Ahora competimos con el cine, con los medios que nos dicen la necesidad que tenemos de cosas materiales, de un nuevo celular cuando la magia del teatro de títeres mueve sentimientos y podemos mover conciencias, transformar”, dice Mendoza.

Para esta titiritera, la calle es la vía más democrática para hacer teatro a pesar de la contradicción con el trámite burocrático para plantear este tipo de propuestas. “Hay bastante burocracia para entrar con el espectáculo al Malecón Simón Bolívar. Por ejemplo, los lugares públicos no son tan públicos y el artista, además de crear, debe estar detrás de un permiso, mientras tanto se diluyen las cosas”, dice.

Este año, en Cuentíteres en el Parque han participado organizaciones de Perú, Brasil, Argentina y Ecuador, con propuestas entre lo clown y los títeres.

Para Mendoza, la posibilidad de trabajar con títeres permite aproximarse con un mensaje a la atención de los niños. Para esta titiritera y actriz, los niños pueden prescindir de lo que ven en la televisión para imaginar con los objetos y la palabra. (I)