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Los EDOC abrieron su proyecto en Guayaquil

Los EDOC abrieron su proyecto en Guayaquil
25 de mayo de 2012 - 00:00

El MAAC Cine del Centro Cultural Simón Bolívar acoge, desde el miércoles, el Festival Internacional de Cine Documental Encuentro del Otro Cine (EDOC), que abrió, en Guayaquil, con “Water Children” (Los niños del agua), dirigido por la holandesa Aliona van der Horst.

La función, anunciada para las 19:00, comenzó media hora más tarde en una sala que casi llenaba su capacidad con un auditorio heterogéneo.

La receptividad del público guayaquileño a esta actividad, organizada por la Corporación Cinememoria desde el año 2002, responde a la calidad de los filmes presentados en los años precedentes.

“Los niños del agua” es una película realizada desde una propuesta plástica de la artista japonesa Tomoko Mukaiyama, quien eligió un tema que en la mayoría de las culturas se mantiene aún como un tabú femenino: la menstruación.

Mukaiyama emprende este proyecto porque siente que se acerca el final de su vida reproductiva y quiere resaltar este aspecto tan femenino e íntimamente ligado a la capacidad de crear.

Antes de proyectarse el documental, se exhibió un video de la directora con un mensaje para la concurrencia, recomendando que sea visto con el corazón antes que con la razón y que ojalá en Guayaquil la propuesta sirva para abrir el diálogo sobre la cuestión, tal como ha ocurrido en otras ciudades donde se ha presentado.

Hasta aquí buen comienzo, que se pone mejor cuando la directora, ya dentro del documental, comunica a los cinespectadores su interés y sintonía con la propuesta de Mukaiyama; qué fue lo que la llevó a realizar la película.

Sin embargo, conforme esta transcurre, la sensación de algunos espectadores que expresaron su opinión luego de la función, entre ellos el comentarista de cine Gerard Raad, es que la historia que se propuso camina pero con muletas y parecería ser que no hay un hilo conductor que la sostenga.  

Varias escenas, por ejemplo aquella en que una mujer llora porque ya no menstrúa, intentan condensar en imágenes vivas una problemática que trasciende las palabras y las explicaciones racionales: la relación de la mujer con su propio cuerpo.

Y el filme tiene imágenes bellas, como la que muestra a la hija de la artista corriendo entre los vestidos blancos colgados, que son el elemento-pretexto que usa Mukaiyama para materializar su planteamiento. Sin embargo esto, al no tener una continuidad, según dice el pintor Eduardo Jaime, otro de los asistentes a la cita fílmica, simplemente se queda en el preciosismo.

Cecilia, otra espectadora, expresa en cambio que le hubiera gustado un foro al final, porque el tema del documental “es una cantera” y es verdad que la menstruación es un tópico que aún hoy en pleno siglo XXI las mujeres lo mantienen en reserva. Lo definió como “el secreto mensual”.

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