Los dos rostros de la propaganda suben a los estantes ingleses
Consideradas casi un arte en el siglo XX, las técnicas de la propaganda han controlado la libre elección de los hombres desde la época de Carlomagno hasta la era del Twitter, como demuestra una exposición que se presenta desde ayer en Londres.
Con distintas definiciones, el fenómeno de la propaganda entendida como influencia en el pensamiento y comportamiento humano no tuvo connotaciones negativas hasta el siglo XX, y su evolución a lo largo de la historia se basó en crear estabilidad dentro de la sociedad.
“Propaganda. Poder y persuasión” ofrece, en la Biblioteca Británica hasta septiembre, una guía para identificar los perfiles de la propaganda a través de la historia.
Así, “explotar creencias existentes” y “realizar conexiones falsas” fueron recursos de propaganda utilizados en la época de Carlomagno mediante el uso de monedas en la que aparecía acuñada la imagen de las más altas figuras políticas.
La distinción los elevaba a ojos del pueblo como divinidades y por tanto seres superiores, que en el imaginario colectivo tenían la legitimidad de gobernar sin ser elegidos por los ciudadanos.
Napoleón también utilizó las referencias populares para subrayar su derecho a regir Francia, como puede verse en un retrato de 1813 presente en la muestra, en el que aparece ataviado con ropas regias y objetos que aludían a su supuesta piedad.
Pinturas y monedas abren una exposición distribuida, como si de un laberinto se tratase, en seis apartados: Orígenes, Nación, Enemigo, Guerra, Salud y Hoy, que analizan el uso del fenómeno propagandístico por gobernantes y países.
La palabra “propaganda” comenzó a usarse para definir la difusión de textos religiosos por Europa y alcanzó su punto álgido con la reforma protestante de Martín Lutero en el siglo XVI, aunque cuatro siglos más tarde fue que vivió su máximo desarrollo gracias a la llegada de los medios de comunicación de masas.
La radio y la televisión se convierten en vehículos que sirven a los gobiernos para crear un sentimiento de unidad que termina por enfrentar a las naciones en la I Guerra Mundial (1914-18), cuando comienza a distribuirse todo tipo de imágenes que ridiculizan al enemigo.
En esta carrera por convencer al público, el Reino Unido obtuvo uno de los registros más espectaculares: un documento del extinto Ministerio de Información británico revela que en 1917 se produjeron 40 millones de objetos propagandísticos, entre panfletos, pinturas y postales.
Estos reclamos, elogiados por Adolf Hitler en los años 30, eran más evidentes y vulgares que los que se perfeccionaron de cara a la II Guerra Mundial (1939-45), en la que los videos arengaban a los soldados y civiles a resistir ante el ataque nazi con carteles que adoptaron códigos más difíciles de ver a simple vista.
Durante el conflicto cada país potenció un aspecto para lograr el apoyo ciudadano. Mientras los nazis aludían a estereotipos y exhibían a ricos judíos controlando a las naciones más poderosas del mundo, los norteamericanos apelaban a defender la libertad de expresión.
La propaganda llegó a tomar la forma de juego con el video de la tortuga Bert, que animaba con una pegadiza canción a los niños estadounidenses a esconderse bajo sus pupitres en caso de ataque nuclear durante la Guerra Fría (1945-89).
Pero no siempre fue utilizada con fines negativos, pues también ha servido para unir a un país a través de eventos deportivos, promover hábitos de higiene saludables o eliminar barreras sociales.
“Crear miedo” es una técnica que la exposición destaca al hablar de la Guerra de Irak de 2003 con un video del entonces presidente de EE.UU., George W. Bush, en el que afirma ante un auditorio que “ignorar la amenaza que se cierne sobre el país sería catastrófico”.
De este conflicto puede verse una particular baraja de cartas en las que aparecen los objetivo militares encabezados por Sadam Husein, que el Gobierno estadounidense entregaba a los soldados para que jugasen.
La muestra desmiente la teoría de que en la época actual, con el mayor flujo de información presente en las redes sociales, sea más difícil manipular y como prueba dedica toda una sección al análisis del uso de Twitter durante los Juegos Olímpicos de 2012 o el ataque contra la escuela de Newtown en Estados Unidos el pasado diciembre.