Los campos verdes se vuelven salas de cine
Santos Elizalde estaba listo para asistir por primera vez en su vida al cine. Llevaba ropa abrigada para soportar la brisa nocturna de las faldas del volcán Pichincha y había madrugado para conseguir una buena ubicación. Este “cine”, ubicado a más de 3.000 metros sobre el nivel del mar, no está en ningún centro comercial y tampoco es rodeado por restaurantes caros o franquicias extranjeras. Aquí, en Atucucho, al noroccidente de Quito, las butacas son sillas plásticas distribuidas en una polvorienta cancha de fútbol y en los exteriores se venden pinchos de carne y choclos al carbón.
Son las 17:00 del pasado viernes 30 de agosto, una hora antes de la proyección del Cine Ciudadano, una iniciativa del Ministerio de Cultura y Patrimonio y la Secretaría Nacional de Comunicación, que utiliza la estructura física y técnica requerida en un enlace ciudadano presidencial para difundir películas locales. Unas 600 personas disfrutaban de una función gratuita de cada viernes.
Sobre la película Que tan lejos de Tania Hermida, Santos desconocía si debía prepararse para reír o llorar. De todas formas su misión era grabarlo todo en su mente a pedido de su hijo mayor. “Quedó paralítico luego de un asalto; sin embargo él mismo me pidió que viniera a condición de que luego le contara la película”. Al final, Santos regresó a casa para cumplir su promesa. Esta es una de tantas historias que se originan en este barrio conocido también como “el rincón del lobo”.
Etelvina Amuy, otra vecina del sector, no recordaba la última vez que fue al cine, “me parece que fui al Alhambra y proyectaron una película mexicana”. Ella y su vecina Martha Huerta llegaron igual temprano a la cancha barrial. Ambas, como una muestra de su compromiso con la vecindad, intervienen en “las cobijadas”, explica Martha: “todas las semanas se integran brigadas para vigilar el barrio. Caminamos, tapadas de pies a cabeza, de 11 de la noche a tres de la mañana para patrullar”. Esto ha sido efectivo para el control de la delincuencia, que es uno de los problemas principales de este sector donde moran unas 2.000 familias.
La última película que Carlos Quishpe vio en el cine fue la “India María”. No recuerda dónde la vio pero sí que tenía muy buena compañía. En esa época, aún soltero, invitó a su novia y ambos disfrutaron mucho. Tiempo después llegó aquí a esta loma que, a partir de 1998, pasó de ser una hacienda abandonada a invasión y luego uno de los barrios populares más grandes de Quito. “Queremos que toda la gente de Atucucho haga conciencia y nos ayude a convertir este barrio en un mejor lugar para vivir”, dice cuando recibía canguil y gaseosa, cortesía de los organizadores.
Todo listo, comenzó la función. En primer lugar se presentó un grupo de teatro local, luego se escuchó la música del grupo “Quitarán de ahí” y luego se inició la película. Durante una hora y media más de 900 personas de Atucucho se fundieron con la gran pantalla. Adultos, niños, policías y vendedores guardaban un reverencial silencio, mientras el arte los llevaba a otra realidad, a otro mundo, lejos…tan lejos.