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1.200 bienes patrimoniales se encuentran en el sector

Los afluentes del río Guayas generan identidad

Ortofoto identifica, a través de una aplicación de Google, una de las tolas mejor conservadas de la zona.
Ortofoto identifica, a través de una aplicación de Google, una de las tolas mejor conservadas de la zona.
Cortesía
12 de abril de 2016 - 00:00 - Redacción Cultura

En las proximidades del río Bulubulu se impone, sobre la planicie de los campos de caña de azúcar, una tola de 20 metros de alto. Aquel territorio de solo 56 hectáreas permanece intacto, quizás antes de la conquista española. Quienes siembran la tierra a su alrededor no han podido desbaratarla, a pesar de que le han pasado tractores y la han huaqueado. Hacerlo les ha costado sustos: hay testimonios de personas que han visto cabras o imágenes sin descifrar allí.

Esta tola es una de las más grandes de la provincia de Guayas y sus dueños, como quienes la cuidan, ahora la protegen y hasta tienen pensado marcarla con una cruz que reafirmaría su antiguo uso religioso.

En montículos de tierra como este, las culturas prehispánicas practicaron ritos ceremoniales, funerarios, enterraron sus riquezas y construyeron sus viviendas, aprovechando el entorno natural de la zona que forma parte de la cuenca baja del río Guayas.

En los 35.000 kilómetros cuadrados que conforman la planicie de la cuenca baja del río Guayas se consumen hayacas patrimoniales. La agricultura no ha logrado desplazar las tolas, a su alrededor se siembran alimentos o hasta se emplazan cementerios, como en Pimocha. Y al menos dos veces al año los habitantes de Pedro Carbo, Salitre, Vinces y Samborondón se congregan para celebrar el rodeo montubio.

La dinámica entre la geografía y la cultura de quienes habitan este territorio define un cuerpo único, indisociable, en evolución perpetua que se reconoce como ‘paisaje cultural’. En 1992, la Unesco definió los paisajes culturales a “los lugares que combinan el trabajo de la naturaleza y el ser humano, y que son ilustrativos de la evolución de la sociedad humana y del uso del espacio a lo largo del tiempo, bajo la influencia de limitaciones físicas y/o oportunidades presentadas por el medio natural y de sucesivas fuerzas sociales, económicas y culturales, tanto externas como internas”.

En 2014, por casi 7 meses, un equipo de arquitectos, antropólogos, sociólogos e historiadores participaron en la identificación y diagnóstico de las manifestaciones culturales tangibles e intangibles aún presentes en la cuenca hidrográfica -que hasta hoy sería la más productiva del país-. El objetivo fue valorar y viabilizar una declaratoria como ‘Paisaje Cultural Regional’.

En los 22 cantones de Guayas y Los Ríos, atravesados por la cuenca baja del río Guayas, a través de los afluentes Daule, Babahoyo, Vinces y Chimbo, hay 1.200 bienes patrimoniales. Entre estos se encuentran, de acuerdo al registro de información del Instituto Nacional de Patrimonio Cultural (INPC), 237 bienes inmuebles, 199 bienes muebles, 111 documentales, 84 inmateriales y 569 arqueológicos.

En la zona predomina -de acuerdo al censo del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), en 2010- la autoidentificación de montuvios y mestizos. De acuerdo al estudio, la fertilidad y el clima de la cuenca del río Guayas fueron favorables para las ocupaciones permanentes y se tienen evidencias de pobladores prehispánicos hace por lo menos unos 4.000 años. Con el paso del tiempo sus habitantes transformaron el paisaje natural y le dieron un uso agrícola a los suelos inundables.

“El paisaje se va transformando desde el momento en que el hombre habita ese territorio, pero este estudio apunta a que la transformación no debería ser tan violenta o agresiva, ni que arrastre con los sitios arqueológicos”, dijo la arquitecta María Elena Jácome, en una presentación del proyecto que fue financiado por el INPC.

De acuerdo a Jácome, uno de los aspectos más importantes de este trabajo es que los elementos culturales y patrimoniales que se identifiquen en el territorio puedan servir de base para estudios sobre el crecimiento poblacional. Y agrega que se deben considerar las prácticas de las personas, como el rodeo montuvio, y los recorridos que hacen a través de sus ríos -donde aún se mantiene el intercambio fluvial-. “No se observa un verdadero interés (por parte de los Gobiernos Autónomos Descentralizados) en considerarlos dentro de la planificación”, explicó Jácome.

De acuerdo al estudio, aún habría tradiciones patrimoniales por inventariar. “Hay que saber qué te cantan, qué te bailan, esto está integrado a la oralidad, a la cultura y tiene que ser un estudio integral”, apuntó Jácome. (I)

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