Los 39 Escalones: homenaje al teatro y al cine clásico con humor
En 1935, el mago del suspenso, Alfred Hitchcock, llevó al cine los 39 escalones, novela de John Buchan centrada en la historia de Richard Hannay, gentelman canadiense que asiste a un teatro de variedades buscando romper la monotonía de su vida, conoce a una mujer de nombre Anabella Smith y escapa con ella tras escuchar un disparo.
Esta le cuenta a Hannay que es una agente británica cuya misión es descubrir a un grupo de traidores que pretenden vender un importante secreto de estado a una nación extranjera, y horas más tarde es asesinada.
Con las palabras: “los 39 escalones” y un mapa de Escocia, Hannay debe intentar localizar a la banda de espías y librarse, de esto modo, de la conspiración de la que es objeto.
En 2006 Jhon Buchan adaptó la película de Hichcock para el teatro y no tardó en convertirla, con mucho humor de por medio, en un exito internacional que se ha sido visto en los principales teatros del mundo debido a que posible adquirir la licencia de su uso, como lo ha hecho Cristina Rodas, productora y actriz.
La versión teatral constituye, además, un homenaje a Hitchcock, pues incorpora guiños a otras de sus obras como Los pájaros, Mr Memory, Mae West, La ventana indiscreta, Psicosis, y, sobre todo, Vértigo, mediante un haz de luz proyectado en el escenario.
La obra conjuga el suspenso, el humor, el romance y la comedia física. De hecho, las más de dos horas que dura la obra casi no se sienten debido a que incluye incluye una persecución sobre los vagones de un tren, caídas desde un puente, choque de aviones y escape a toda velocidad sobre un auto de carreras.
La obra es rica en recursos: Hannay pasa a través de una ventana simplemente pasándose el marco por el cuerpo de la cabeza a los pies; la misma vendedora de caramelos del teatro al que asisten los actores en la obra es la que atraviesa los graderíos del Elteatro regalando confites; una puerta permite que se cambie de locaciones; se crean personajes y situaciones con sombras en cortinas, entre otros.
Quizás, no obstante, la mayor virtud de este trabajo que se presenta en Elteatro del Centro Comercial Iñaquito desde abril, sea el talento actoral de Alex Cisneros, Sonia Valdez, Cristina Rodas y Christian Castillo, quienes se desdoblan sobre el escenario en más de cien personajes. Cambiando simplemente de sombreros, un vendedor se convierte en voceador de periódicos y policía, por ejemplo.
Pero esa no es, ni mucho menos, la única virtud de Los 39 Escalones. Carlos M. González, director que estudio teatro en Buenos Aires y realizó una pasantía en Brodway, ha puesto en escena este trabajo traducido al español ibérico, con el dialecto y el sentido del humor de los ecuatorianos.
Y hablando de risas, es necesario señalar que este trabajo demuestra que el suspenso y el drama no tienen porque estar divorciados de la comedia, y que la carcajada sutil no se arranca al espectador con bromas de doble sentido ni lenguaje altisonante, sino fusionando elementos de utilería, sonidos y movimiento actorales exagerados. De hecho, la obra presenta a momentos, el lenguaje corporal propio de los mismos y de los actores del cine silente, en un claro guiño a las películas de Chaplin, los hermanos Marx y las comedias de los años veinte.
El elenco necesitó trabajar entre cuatro y ocho horas diarias durante dos meses, para trasportar a los asistentes a 1935, apoyado en canciones de ragged-time, blues y jazz, así como en el vestuario diseñado por Ana Poveda. Este incluye trajes escoceses, overoles de granjero, vestidos de divas, pantalones bombachos, tirantes y corbatines que rinden tributo a la estética de Charles Chaplin.
La obra se estrenó en Abril y estará en cartelera hasta el domingo
