Lolabúm mezcla ruido y piensa en la identidad
Tristes trópicos es un oxímoron. Los trópicos se piensan siempre como espacios de alegría, como cuando Cristóbal Colón, en su afán de ir a la India, se encontró con las orillas del Caribe centroamericano y la soltura de la gente que vive en medio de palmeras y frente al mar. Los trópicos no son siempre felices.
Claude Levi-Strauss escribió un libro con este mismo nombre sobre su traslado de Europa a América y la forma en que trabaja un etnógrafo, cómo se combinan en sus pensamientos sus propias ideas sobre música, geografía, religión y política para entender y describir el nuevo mundo frente a sus ojos.
Tristes Trópicos es el segundo sencillo de la banda quiteña Lolábum, grabado entre Quito y Guayaquil con pistas hechas en un sampler, letras de Pedro Bomnim, el vocalista; y arreglos de Joaquín Prado (guitarra), el bajo de “Techo” Erazo y la batería cauta de “Jim” Fabre.
Erazo y Pedro estuvieron en la grabación de El cielo, el anterior sencillo, y ahora, con otros integrantes, que se han acoplado de a poco al grupo, empiezan a pensar como banda y firmaron un contrato con Polimusic, en Guayaquil.
Estrenaron su disco en Quito, Riobamba, y la última semana en Guayaquil—donde vendieron las 350 localidades del Museo Antropológico y de Arte Contemporáneo— en preventa.
El disco tiene 15 canciones pensadas como una sola historia, en una secuencia que habla del miedo, de las noticias, que juega con las palabras, con la jerga urbana y genera metáforas literarias y personales a partir de una serie de grabaciones del sonido de la ciudad.
“Si el mundo se acaba esta semana nadie se va a sorprender. Hay tanta gente en el planeta y yo solo pienso en mí”, dice Pedro en Noticias. O la canción que nombra al disco juega con ese trabalenguas aprendido en la infancia: “Tristes trópicos / tristes tigres / tragan trípticos en sus trópicos / tristes tráficos tragan tigres / y en sus trípticos tristes trapos. Mi imperio por este animal”.
Bomnin se mudó a Guayaquil para estudiar Literatura en la Universidad de las Artes y se encontró con una ciudad que cambia cada cinco minutos, que está recargada de gente extraña como los vendedores de paraguas que se rellenan de chompas para evitar el sol, los recogedores de basura que andan sin zapatos y con guantes, o los vendedores de cuadros gigantes que cargan con su peso en las espaldas.
“Al estar en Guayaquil pasaron cosas que me hicieron pensar en la identidad individual en cuanto a nación, porque creo que hay muchas cosas que uno hace y se esperan por ser latinoamericano. Guayaquil es una ciudad que me parece súper latinoamericana justo por cómo intenta no ser latinoamericana, tiene un montón de elementos que parecen de otro lado”, dice Pedro.
A partir de esta idea intenta darle una respuesta a una pregunta que inevitablemente se traspasa de generación en generación: qué es ser latinoamericano.
Una de las canciones se llama “El Ecuador”. Al estilo del músico francés Yann Tiersen, unen los discursos de muchos presidentes del país el día de su posesión.
Cada uno repite “El Ecuador”, un error al momento de nombrar el país cuando no es su nombre propio que se repite en los discursos populistas.
“Quería unir Latinoamérica. Mucha gente piensa que este es un tributo a Ecuador, pero no lo es. Odio la gente que defiende la idea nación como algo que no se puede tocar porque no es eso. Se trata de problematizar la idea del país. El ‘el’, no debería ir, está mal dicho. El Ecuador es la línea imaginaria que nos cruza. Ecuador es ese país imaginario”, dice Pedro.
Para el baterista, las canciones que tiene este disco están armadas con lo justo. Fabre intentó no recargar ninguna de las pistas más allá de lo necesario.
“Creo que las cosas indirectas son las que más le llegan a la gente”.
Lo siguiente es hacer más música, “tengo miedo que haya sido un chiripazo. Hacer un tercer disco está en los planes. Tenemos un contrato discográfico con Polimusic y también tenemos que cumplir con eso. Entramo a una nueva etapa de hacer música, de manera seria”.
El bajista, “El Techo” Erazo dice que “este disco fue una forma de experimentar hacer música, ojalá que lo siguiente sea así de experimental, que nos atrevamos”. (I)
Datos
El disco
Tristes Trópicos es el segundo sencillo de la banda quiteña. Nace de la mudanza del vocalista a Guayaquil, para estudiar literatura en la Universidad de las Artes y de la impresión que tiene de una ciudad que quiere no ser latinoamericana.
15 canciones tiene este disco que se puede escuchar en internet en plataformas como Spotify.
Los integrantes
La mayoría de los integrantes de la banda son nuevos, sin embargo están acoplándose a la dinámica de grupo para grabar. Ahora tienen un contrato con el estudio Polimusic.