'Litro x Mate' refunda las paredes grises de Guayaquil con nueva intervención de colores

“Métele brocha, nomás. No estamos haciendo nada malo. Solo estamos regalándole color a la ciudad”, repite el artista sinceptual Daniel Adum Gilbert a quienes, en medio de los desfiles bicolores y los actos cívicos que pretenden afianzar el amor durante las fiestas patronales de la ciudad este 25 de julio, llegan a ocultar el trazo duro y negro del grafiti por cuadros de colores, otra vez en ‘Litro x Mate’.

A la convocatoria del feriado llegan puntuales y con su tacho de pintura en mano alrededor de diez personas. La pared a intervenir mide más de quince metros, es rosada y está grabada con trazos de grafiti en aerosol negro. Por ser el muro de una escuela, siempre está expuesto a que se apropien de él con trazos ilegibles, entonces llegan funcionarios del Municipio, como hacen en otros sitios, a parchar las letras grabadas.

En ‘Litro x Mate’, Adum pretende emular aquel trazo cuadrado y gris, indiferentemente del color total de la pared, con cuadros de colores, uno tras otro, de forma consecutiva y alargada. Esta intervención está pensada para ‘refundar’ la ciudad en su celebración cívica y, a la vez, reiniciar el proyecto que hace cuatro años lo llevó a enfrentar un proceso judicial y de “restricciones de libertades”, según consideró el abogado del proceso, Xavier Flores.

En 2011, Adum inició la intervención con murales de colores. Convocó a gente dispuesta a pintar las paredes grises de la ciudad. Cada mural toma una paleta y traza una sucesión de cuadrados. Mientras en la intervención municipal lo más importante es el reemplazo de la expresión por el gris, en ‘Litro x Mate’ se trata de ocupar los espacios públicos con colores.

Aquella propuesta originó una normativa con la cual la Alcaldía fijó el pago de una recompensa de mil dólares para quienes provean al Municipio información concreta (videos, fotografías, grabaciones o declaraciones firmadas) sobre quienes “agredan con pintura ofensiva -o no- o manchando propiedad pública o privada”. En la normativa el gesto de pintar la ciudad tiene las mismas consecuencias para quienes sustraen elementos del mobiliario urbano, como tapas de alcantarilla, rejillas, tachos o rejas.

La sanción penal para los ejecutores es hasta siete días de prisión y trabajos comunitarios “reparando el daño causado”. Tras aprobarse dicha normativa, Adum recibió una denuncia del director de Justicia y Vigilancia del Municipio de la cual fue declarado inocente.

“Sí, ‘Litro x Mate’ ya pasó por una etapa gris, un proceso político judicial como lo llamas. A mí me pareció un proceso absurdo, abusivo y vergonzoso. Podría entenderse como que trataron de callarme ahogándome en pintura gris y tratando de meterme preso, todo esto por el crimen de regalarle arte a mi ciudad. Tuve suerte, extrañamente la razón y el arte ganaron este ridículo proceso, digno de burócratas subnormales”, dice Adum sobre aquella primera etapa de ‘Litro x Mate’.

Luego de aquel proceso, Adum dejó de convocar ‘Litro x Mate’, pero utilizó otros soportes de trabajo con la ciudad: lanzó dos libros que registran procesos históricos sobre la intervención artística en el espacio público. En esa línea publicó La Chanchocracia (cuando a través de unos grafitis de chanchitos de colores los medios alertaban sobre una guerra de pandillas a la ciudadanía) y Urdesa (un registro fotográfico sobre la transformación arquitectónica de Urdesa a partir de la intervención comercial).

“Ahora, creo que ‘Litro x Mate’ vuelve a Guayaquil básicamente porque yo ya no estoy ahí”, dice Adum sobre la intervención de la ‘refundación simbólica de Guayaquil’, que alista otras en lugares visibles de la ciudad. ¿Hay algún riesgo de retomar ‘Litro x Mate’ luego de las ordenanzas municipales que limitan la intervención en el espacio público? “El mismo de siempre —responde tajante Adum—. Para hacer maldades, bajezas e incoherencias son bien creativos los del geriátrico municipal. La verdad, ya me da algo de ternura su brutalidad y barbarismo”.

El mural, luego de una semana de su intervención se mantiene intacto. Hay algunos trazos negros en la parte baja, pero no ha sido reemplazado. Para quienes llegan cada día a la escuela intervenida en el centro de Guayaquil “es mejor ver colores que esos garabatos feos (...) estos dan vida”, dicen unas señoras mientras esperan la hora de salida de sus hijos. (I)