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Linda Lema: “Manuela Sáenz es grande al margen de Bolívar”

En la Universidad Andina Simón Bolívar, la escritora presentó su libro, flanqueada por el rector del centro, César Montaño Galarza (i), y del embajador peruano en Ecuador, Vicente Rojas (d).
En la Universidad Andina Simón Bolívar, la escritora presentó su libro, flanqueada por el rector del centro, César Montaño Galarza (i), y del embajador peruano en Ecuador, Vicente Rojas (d).
Foto: Universidad Andina / Cortesía
23 de noviembre de 2019 - 00:00 - Redacción Cultura

La presencia en Quito de la socióloga, escritora y feminista peruana Linda Lema Tucker, y el anuncio de que será reeditado su libro sobre Manuela Sáenz, publicado en Perú en 2018, son oportunos para Ecuador.

Este 23 de noviembre se conmemora el 163 aniversario del fallecimiento en Paita, Perú, de la excelsa ecuatoriana a quien el insigne Simón Bolívar llamó “la libertadora del Libertador”.

“Es una mujer grande al margen de Simón Bolívar, aunque evidentemente él va señalando el camino y ella lo va acompañando”, aseguró la escritora peruana.

Linda expuso que este personaje ha sido relegado en su país por la historia y la política. Y hasta hace un tiempo por el movimiento feminista. También lo fue en la región hasta mediados del siglo XX.

Por ello quiso hacer su libro en reconocimiento y traer su figura al presente. “De Manuela Sáenz valoro su audacia, su fortaleza y su compromiso por la independencia peruana”, señaló a este diario.

En la Universidad Andina confesó que la motivación mayor por el tema le vino cuando conoció a la escritora y política ecuatoriana Nela Martínez (1912-2004). Fue así como pasó cinco años investigando sobre la estancia de Manuela en Perú, a donde había llegado en 1917 cuando contrajo matrimonio.

La joven viajó a Lima desde Panamá, con una dote de 8.000 pesos que le había dado su padre. Allí, narra, se deslumbra con las riquezas del Virreinato de Perú. Pero también se percata del dolor que guardan en su alma los limeños. Poco a poco se va insertando en una sociedad donde está en efervescencia el movimiento independentista y se integra a las tertulias patrióticas.

“En esta época hace un conjunto de tareas. Redacta cartas, es intermediaria entre las fuerzas patrióticas del sur y del norte y colecta objetos para contribuir con ese dinero a la causa. Al mismo tiempo conoce a la ecuatoriana Rosita Campuzano. Se hacen grandes amigas y por ella descubre detalles de San Martín”, relata Lema.

Precisamente, San Martín llegó a distinguirla con el título de Caballeresa de la Orden El Sol de Perú. En 1821 regresa a Quito para recuperar la hacienda Catahuango, y se enrola en el movimiento independentista. Se incorpora a la batalla del Pichincha (1822) y entabla amistad con Antonio José de Sucre.

Cuando conoce a Bolívar en un baile en Quito, el 23 de junio de 1822, ya ella tenía un reconocimiento social, que opacaba el conservadurismo de la época.

La escritora señala que cuando Manuela Sáenz caminaba por las calles de Bogotá, Quito o Lima, le cerraban las puertas y ventanas. No toleraban que transgrediera los cánones de la época, cuando vestía con ropa militar y montaba a caballo. Su belleza y el hecho de que fuera amada por Bolívar, también eran motivo de envidia en la alta sociedad.

“Fue marginada, silenciada, proscrita por los sectores conservadores que existen en estos países andinos y en particular en el Perú”, enfatiza la autora.

Posteriormente, en 1823 acompañó a Bolívar a las campañas militares en Perú y allí se instalaron en el distrito de La Magdalena.
Participó en la batalla de Ayacucho (Perú, 1824), que encabezó Antonio José de Sucre. Esto le valió un ascenso como Coronel del Ejército colombiano. Al culminar la gesta se radicaron en Bogotá.

Manuela fue un personaje fundamental también en la vida de los peruanos. “Sin ella, capaz, no hubiese habido independencia en el Perú”, remarca la literata.

El libro aporta a la historiografía al sacar a la luz sucesos pocos conocidos en Perú y, tal vez, en Ecuador.

Para la autora, Manuela es una de las mujeres que nacen cada cierto tiempo y tocan el cielo tras sobreponerse a las vicisitudes que la vida les presenta en varios momentos.

Fue una hija concebida fuera del matrimonio y al quedar huérfana niña es llevada a estudiar a colegios religiosos. Ahí adquirió una formación integral que luego le permitió, junto a su amor y su fidelidad, tener toda la confianza de Bolívar.

“Si en vida lo amé, en su muerte lo venero”, diría tras la muerte del Libertador.

Manuela falleció de 61 años en Paita. Tras su destierro de Colombia en 1834, se radicó en Jamaica, pero al regresar a Ecuador le revocaron su pasaporte. Se trasladó a este puerto peruano, donde murió pobre, aunque digna.

“Creo firmemente que Manuela Sáenz debe ser consagrada por el Congreso de Perú como una de nuestras heroínas”, propone la autora, previo a los 200 años de la independencia peruana. (I)

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