El legendario grupo argentino Les Luthiers regresó a Guayaquil con el humor que los caracteriza casi 30 años después de su última visita.

El pasado lunes,  Marcos Mundstock, Carlos López, Jorge Maronna, Martín O’Connor, Horacio Tato Turano y el más joven, Tomás Mayer-Wolf, llegaron a la ciudad y pasearon por la urbe.

Así se relajaron antes de la presentación de Viejos Hazmerreíres, show que ofrecieron la noche del miércoles en el Centro de Convenciones.

El espectáculo también se verá hoy y mañana en en el Teatro Nacional de la Casa de la Cultura Ecuatoriana (CCE), de Quito, a las 20:00.

Comprende una antología de sus mejores números creados a lo largo de 50 años de trayectoria; algunos renovados con la integración de nuevos instrumentos musicales.

Nueve piezas componen la obra que se inicia con  “Radio Tertulia”, un programa radiofónico que repasa temas de interés universal que nunca pasan de moda.

Se habla de genética y reproducción asistida, noticias de coyuntura local, deportivas, el argumento de una telenovela e incluso se simula el reporte del clima.

También constan “Las majas del bergantín”, que narra la historia de unos marineros, en género de zarzuela y  “Amor a primera vista”, en la cual uno de los intérpretes se convertirá en un galán y contará una graciosa anécdota al ritmo de la bossanova.

“Siempre he creído que como en el fondo somos parodistas, los instrumentos son como un telón de fondo, un marco de parodia”, sostuvo Jorge Maronna, uno de los fundadores de la agrupación.

“Son algo así el modelo de lo que hacemos, una parodia de los instrumentos de orquestación”.

El formato ha sido el enganche para sumar miles de adeptos. Un argumento que  con cifras recogidas de la prensa internacional, Marcos Mundstock constató en la rueda de prensa ofrecida en Guayaquil, el pasado miércoles, en el Hilton Colon.

“Yo le preguntaría al público cuál es el secreto de que nosotros les gustemos. Y es que los últimos cómputos han dado una cifra que nos asusta hasta a nosotros mismos: son como nueve millones de espectadores y 7.500 funciones. Cuál es el secreto de ello: la supervivencia creo”, expresó entre las risas de sus compañeros.

 Entre las novedades que trae en esta ocasión el grupo Les Luthiers, que en español significa “creador y reparador de instrumentos”, está una batería de cocina hecha con 11 sartenes para la pieza “Receta postrera”.

Esta recrea la escena de las cocineras Clarita y Rosario.

Los recipientes van montados y funcionan como cajas de resonancia. El sonido de  los sartenes tiene una extensión de una octava y un tercio para la parte aguda, mientras que los graves los proporcionan las ollas.

Un hábil trabajo de Hugo Domínguez, luthier que toma los pedidos de diseño que le hacen los cómicos.

El grupo también habló de la evolución y experiencia en los géneros que adaptan a sus números. Carlos López señaló que aunque no lo han hecho con el reguetón, sí lo aplicaron con la cumbia de igual base rítmica del 4/4.

“El público tiene que conocer el modelo parodiado, si no no tiene ninguna gracia. Y fuimos evolucionando un poco en función de lo que se podía (...). Generalmente la escena sugiere un género o viceversa”, dijo Mundstock y recordó que antes de que el rap se pusiera de moda, el grupo ya lo había montado en la lírica de sus piezas.

 Cuando se les preguntó si se basaban en alguna cábala para ejecutar su trabajo, manifestaron que su desarrollo “fue un fenómeno que se dio naturalmente”.

Recordaron con nostalgia aquella primera presentación    cuando eran universitarios y notaron la positiva reacción del público.

“Creo que no hay cábalas.  Esto para nosotros es ponerse en contacto con la realidad, el trabajo y salir a hacer la función lo mejor posible para pasarla bien. Divertirnos creo yo que es la clave y es una de las cosas fundamentales”, expresó sobre el tema Martín O’Connor. (I)