“Las películas son las que los cineastas han querido hacer”
Mientras el Festival de Cine Bajo Tierra desarrolla su última etapa en Quito, Jorge Luis Serrano, director del Consejo Nacional de Cinematografía (CNCine), habla un poco sobre los temas que se tocaron hace dos semanas en la primera parte del encuentro, en Manta, cuando además del festival se llevó a cabo la Rueda de Negocios del DVD, entre realizadores, distribuidores, comerciantes y el Estado.
En la Rueda de Negocios varios realizadores estaban inconformes con el Estado, con el que no han podido llevar sus proyectos a cabo. Elías Cabrera (Esmeraldas) dice que su mayor problema ha sido la póliza que se exige como garantía, con la que debe cubrir el 100% del fondo otorgado por el CNCine. Dado que son cineastas amateurs con películas de bajo presupuesto, ¿se ha planteado el CNCine una dinámica distinta para estos realizadores?
Es importante que los usuarios sepan que el dinero de los fondos es público, y como tal, está sujeto a controles generales que no dependen del CNCine, sino de normativas aplicables a todas las instituciones, desde el Ministerio de Obras Públicas hasta nuestro Consejo.
En ese sentido, ¿qué pueden esperar los realizadores “bajo tierra” del CNCine?
La respuesta del Estado debe ser para todos. Es necesario generar un proceso inclusivo. Desde 2009 el CNCine ha repartido $ 250 mil a 23 proyectos comunitarios. Somos pioneros de eso en América Latina.
Identificamos 3 grandes ámbitos de producción audiovisual en Ecuador: la producción formal, que se proyecta en salas de cine comercial; la comunitaria, producida por pueblos y nacionalidades, un concepto que abarca colectivos como los GLBTI o afroecuatorianos; y en tercer lugar, estas formas “populares” -por llamarlas así-, que están aún en construcción conceptual.
¿Lo “popular” se define como de interés comercial? Porque esos realizadores tienen la intención de vender sus productos...
Lo “popular” empieza a definirse desde este año. Lo comunitario ha estado abierto a albergar esa producción, pero no ha sido suficiente, así que vamos a subdividirlo para atender las peticiones y reclamos del segmento “bajo tierra”, al que no quiero llamar definitivamente “popular”, porque también puede ser regional o de bajo presupuesto.
Pese a esa nueva categoría, sigue existiendo la política de garantías con pólizas mediante acuerdos bancarios. No hay diferenciación entre productos que no tienen acceso a estos fondos...
Eso habría que comprobar. No descartemos que puedan ser sujetos de crédito. Cuando conversas con estos compañeros, sabes que quieren hacer industria. El problema general de la cultura es que se le aplican leyes que no están pensadas para la cultura, sino para obras públicas.
Películas bajo tierra han sido descalificadas por criterios como calidad artística y estructura narrativa, que se dan tal vez bajo una mirada muy formal del cine...
Son parámetros con los que el jurado hace su selección. Se ha pensado plantear requisitos más flexibles y menos complicados para este tipo de producciones. Esto se inauguraría en la próxima convocatoria, que inicia este febrero, para ampliar esas formas de producción regional de bajo presupuesto, como una forma de hacer más inclusivo el fondo.
Sobre las cintas formales, algunas no duran en cartelera más de tres semanas, como “Sin otoño, sin primavera”. “Mejor no hablar” aún se exhibe, pero en horas que no son las más accesibles (15:00, 17:00). Realizadores indican que se debe al reparto de la taquilla: con películas nacionales los cines no ganan tanto. ¿Se ha planteado el CNCine que debería tener un papel más activo en cadenas de distribución?
La Ley de Cine no establece competencias del CNCine para regular la actividad de las salas, sino que está enfocada en el fomento. He planteado desde hace meses la necesidad de reformar esa ley para ampliar las competencias. Lo que dices es un problema que se hizo visible ahora que hay producción, que necesitamos cuotas de pantalla, regulación de los cines, incorporar el mercado del DVD, etcétera.
Cada fondo concursable -guión, producción, posproducción, desarrollo de proyecto- en categorías de largometrajes de ficción o documental y cortos, tienen 3, 4 ó 5 beneficiarios. Si un filme gana uno solo de esos fondos, y no logra cubrir la pre producción o posproducción... suena riesgoso, pues la película podría no cumplir los plazos que establece el reglamento...
Nosotros proponemos un encadenamiento. Como el recurso es limitado, es riesgoso dar de entrada $200 mil a una persona para que haga la producción sin tener desarrollo del proyecto. Por eso, de los $4 millones que hemos manejado en estos 6 años, el 9% ha sido para escritura y desarrollo.
La lógica de apoyar por etapas nos permite tener certezas de si los proyectos pueden estar listos para una u otra. Por ejemplo, creo que “La llamada” no estaba lista para producir, que debió desarrollar más su guión. Por momentos la siento muy larga. Creo que debió fortalecer su desarrollo, para ser mucho más sólida, porque cuando ruedas, ya no puedes corregir.
Pero se le otorgó el fondo...
Porque no solicitó las otras fases. El realizador es libre de escoger a las categorías que se presenta. Si hay un proceso, el proyecto se fortalece.
Otros realizadores indican que no tienen claros los plazos para los proyectos...
Eso sí es claro. Todo proyecto firma por un año. En el desarrollo se puede solicitar una prórroga normal de un año, y una extraordinaria de otro año. Suele suceder con los largometrajes: Tienen que levantar $ 200 mil a $ 300 mil, porque el CNCine les da el capital semilla ($ 60 mil a $ 80 mil). De ahí deben financierse a través de fondos como Ibermedia.
¿Y qué procesos de promoción tiene el CNCine para ofrecer a los realizadores?
Por ejemplo, Ventana Sur en Buenos Aires, que es una alianza entre El Incaa y el Festival de Cannes. Ahí hay 500 compradores de Europa y del mundo. El requisito es que las películas sean de los últimos 3 años. Es un mercado, donde te encuentras con distribuidores para televisión, cine, teatro, etc. Por 3 años consecutivos, hemos formado delegaciones a consejos bilaterales con Colombia o Perú... incluso llevamos una delegación importante a Guadalajara. Nos falta dinero, pero trabajamos en esa línea.
Jorge Aycart, catedrático de cine, dijo en agosto pasado que desde el Estado se promovían las películas que hablaban de identidad nacional, a la que articulaban como un discurso político...
Lo que el compañero que tuvo sus 15 minutos de fama dijo es un disparate, eso de que “el totalitarismo del CNCine direcciona los contenidos”. Lo dijo sin conocer cómo funcionan las convocatorias, sin siquiera ver las películas.
Sin embargo, de 5 requisitos para calificación para aplicar a concurso en el CNCine -cabe acotar que basta cumplir con 2 de esos 5- dice: “Que la temática u objetivos tengan relación con expresiones culturales e históricas del Ecuador”.
Eso dice la Ley de Cine. Hay que hacer historia y ver cómo se debatió eso en 2005, cuando fue promulgada. Los proyectos beneficiarios han escogido siempre de qué hablar.
La temática es libre. Hay reconstrucciones históricas; proyectos experimentales, como “Black Mama” o “Más allá del mall”; documentales como “Yambo”; películas como “Prometeo”, “Pescador”... Si hubiéramos querido poner temas, habríamos dicho “convocatorias para la película de Eloy Alfaro” o “convocatoria para la película de Manuela Sáenz” -Y ojo, que ésas hacen falta-.
Los estrenos de 2013 no tienen nada que ver con los de 2012, cuando hubo dos películas que giraron en torno al tema de las drogas y la juventud de las clases medias costeñas en crisis, en una búsqueda brutal de su existencia. Las películas que se han producido son las que los cineastas han querido hacer.