En 87 minutos Jorge Ramírez presenta el tema de las novias de los mafiosos
Ladies buchonas, el kit del asunto es la confianza (VIDEO)
El género de las telenovelas y películas sobre lo que se consideraría la mafia iberoamericana, los carteles, ha enseñado que hay 3 cosas que una mujer que se vincula con los capos nunca debe hacer: Jugar con ellos, es decir tener a un amante que sí le dé amor aunque ya vivan en la casa del mafioso, robarles dinero de sus bóvedas “secretas” y hacer escándalos públicos que la delaten si es que ya incumplió con las otras dos reglas tácitas.
La protagonista del filme Ladies buchonas, Elena (interpretada por Diana Villa), lastimosamente comete los 3 exabruptos, pero el relato audiovisual de la situación previa a equivocarse y cómo termina su historia de amor y traición es sumo atractivo e hipnótico.
Sí, el montaje sobretonal armónico es ideal, aunque la edición en sí es algo chusca, con un par de cortes que ni vienen ni van y más bien generan ruido visual.
En el filme de Jorge Ramírez, el audio tiene esa calidad de sonido de una telenovela, un telefilme o una película para televisión, que recuerda las malas y buenas épocas del cine mexicano, y solo se pierde el hilo auditivo de algunos parlamentos y diálogos cuando los personajes -más bien los actores- caen en mexicanismos exagerados.
Un excelente uso de la pantalla dividida en 4 sirve para contar una de las 2 muertes que marcan el clímax y la catarsis en una cinta que habla de cómo las chicas que esperan mejorar su vida arrejuntándose con los mandos medios de carteles terminan siempre en calidad de carne empaquetada o con sus vidas en estado de desastre.
En el cine mexicano ya se han hecho comunes los géneros de comedia, comedia romántica, drama, cine histórico, películas épicas, melodrama y cine pícaro. Algo similar a la tragedia griega, como es Ladies buchonas, no se había visto mucho, a pesar de las recordadas Sin Nombre, Arráncame la vida, El callejón de los milagros, Después de Lucía y Sexo, pudor y lágrimas.
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Ni es válido decir que la temática del filme de 2013 fue explotada hasta el hartazgo por el colombiano Gustavo Bolívar en su novela Sin tetas no hay paraíso, que tuvo una miniserie para televisión, serie en Televisión Española, una película homónima y una versión en telenovela edulcorada de la maquinaria de producción televisiva en Miami, denominada -con pudor- Sin senos no hay paraíso.
Ladies buchonas tiene su propio encanto, específicamente en la blanca y rubia -además de alta- Diana Villa en la piel de Elena, una joven y escultural mujer que acaba de perder a su prometido -un empleado recientemente asesinado por alguno de los carteles de México-, que no ha aprendido que el amor por interés, o los arrumacos por dinero, nunca pagan bien y se las da de “viva” al jugar con el amor y el dinero en una muy chueca balanza personal.
Interesante es que la película inicie y termine su metraje de 87 minutos con la misma secuencia en la que unos “enternados” recorren un bosque en medio de la nada, arrastrando una funda de basura negra, que luce ensangrentada y de la que sale la mano de una mujer, blanca, con uñas bien pintadas y en la que reluce un anillo. Es la consecuencia de que Elena jugara con fuego al vivir y ser mantenida por el joven capo en ascenso Iván (Rodrigo Correa), y recibiera amor del stripper e instructor de gimnasio Alejandro (Juan Pablo Castañeda).
Aquella consecuencia no repercute para nada en su entorno, porque su amiga Ceci (interpretada por Liliana Prado) sigue siendo una chica promiscua de clase media baja que a través del sexo busca mejorar su situación financiera y, por ende, su nivel de vida.
A la par, la madre de Elena, doña Leonor (Catalina Salas) sigue su vida de mujer humilde trabajando en la cocina y esperando que sus penurias económicas se resuelvan de manera fácil, mientras su marido se bebe la vida en una anónima cantina y no aporta nada al hogar de ambos.
La única diferencia es que al final doña Leonor trabaja con un recuadro de Elena, decorado con un listón negro a sus espaldas, y un gran ramo de flores a su derecha, enviadas como condolencia por el nuevo capo de nivel medio, Carmelo (Pascacio López), exsecretario de Iván, el capo de Elena.
Al parecer, las revoluciones por minuto siguen y la vida parte del punto A, pasa por el B y sin pena ni gloria vuela al punto A, solo que con ciertos actores en un rol mejor.
Pascacio López como Carmelo es lo mejor en el cuarteto de protagonistas: él revela ciertos detalles sobre lo que es realmente vivir bajo los “códigos” de los carteles, lo cual no es para nada el tema central de Ladies buchonas.
De hecho, es muy poco lo que se aprecia de la vida criminal de los supuestos capos con los que andan Elena y Ceci. El argumento, la trama y la historia solo se centran en Elena, la mujer atractiva que cree tener todas las respuestas y poder manejar a todos y hacer girar la situación alrededor de sí mismos sin complicaciones o consecuencias violentas para nadie.
En la vida “real” nunca ha sido así y en Ladies buchonas tampoco podía serlo.
Sí, uno queda mesmerizado con la belleza física de Elena, el verdadero estado de asombro se alcanza cuando se descubre lo tonta, superficial y hueca que en realidad es. Se puede también empatizar con el ‘matón honorable’ que representa Carmelo. Son estos 2 personajes del círculo de protagonistas los que hacen de Ladies buchonas una película diferente.
Todo lo que sucede en la cinta es exagerado y requiere sobreactuación. Sin embargo, en su narrativa audiovisual el filme es muy mesurado y correcto. Y como dice el personaje de don Javier (Guillermo Ríos) todo está en la confianza. El espectador confía en que Ladies buchonas es el filme para él o ella y desde ahí nada sobre él se vuelve demasiado indigerible.